—¡Oh, sí! —Conan aclama con entusiasmo.
Abram sale con Conan en brazos. En el camino, recuerda que los niños de esta edad no pueden vivir sin sus madres. No puede evitar preguntar:
—Conan, ¿extrañas a mamá?
—Sí —Conan suelta.
Abram levanta inmediatamente las cejas.
—En este caso, ¿por qué no sueles decir que quieres ver a tu mamá?
—Jaja... —Luna sonríe tímidamente. Dice inteligentemente:
—Sé que mamá no ha venido a verme porque está ocupada. Esperaré a que mamá me recoja. Si pierdo los nervios, mamá se preocupará.
Es un hacker informático, así que conoce bien el paradero de Luna. Sabe lo que ha hecho y con quién ha contactado.
Lo único que no puede entender es por qué Abram no le habla a mamá de él. ¿Por qué lo oculta deliberadamente? ¿Tiene un propósito ulterior?
Pero Abram es muy amable con él. Conan lo investiga específicamente y es realmente un buen hombre, por lo que no entiende. No se atreve a preguntar porque tiene miedo de revelar.
Como Abram no quiere decirlo, Conan cree que tiene sus propios problemas. No le importa que siga escondiéndose.
Y Conan está de acuerdo con Abram. No le habla a mamá de él para que ésta no lo encuentre. Se quedará en los Estados Unidos y tendrá más contacto con papá.
Conan incluso cree que Abram podría tener la misma idea. ¿Quiere que papá y mamá se reconcilien?
Conan y Abram no conocen los pensamientos del otro.
Cuando Abram se entera de que Conan es sensible y se preocupa por mamá, se siente culpable. Es su culpa. Un niño que echa de menos a mamá no puede ver a su mamá. Accidentalmente, hiere a Conan para que Emilio y Luna se reconcilien.
Aunque Conan parece ingenuo y despreocupado, Abram se siente profundamente culpable.
Debe acompañar más al niño y compensarlo.
Abram lleva a Conan a la tienda de fideos que Luna, Silvana y él adoran.
Antes de entrar, Abram le explica a Conan:
—Esta es la tienda de fideos que le gusta a tu mamá y al tío Abram. El chef de aquí hace unos fideos súper deliciosos. Me gusta desde hace muchos años. Te llevaré a probarlos hoy.
Pensando en la última vez que cenaron juntos, Abram piensa en Silvana, que estaba descontenta con él pero que aguantó todo el tiempo. No puede evitar reírse y le dice a Conan:
—De hecho, además de a tu mamá y a mí, a una buena amiga de tu mamá también le gusta. Se llama Silvana. Tu mamá y ella son amigas desde hace más de diez años. La próxima vez que veas a tu mamá, puedes pedirle que te lleve a ver a esa tía. Es una mujer realmente encantadora.
Incluso Abram no se da cuenta de lo orgulloso que es cuando habla. Parece que está presentando sus cosas valiosas a los demás.
Él no lo entiende, pero el inteligente Conan sí. Asiente con la cabeza y bromea:
—Tío Abram, te debe gustar la tía Silvana, ¿no?
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