Conquista Dominante: Mi Esposo Salvaje romance Capítulo 267

Luna se muestra inflexible y Emilio se compromete. Lleva a Luna y a Conan a la puerta y se vuelve hacia el ascensor. Sonríe y se despide de ellos con la mano.

Luna sonríe y saluda. Respira profundamente cuando la puerta del ascensor se cierra. Emilio finalmente se va. Ella gasta mucha energía en tratar con él.

Luna saca la llave y abre la puerta. Mira hacia abajo y se cambia los zapatos, pero no ve que Conan se congela cuando entra.

Después de cambiarse los zapatos, Conan se precipita repentinamente hacia el sofá y grita alegremente:

—¡Padrino! ¡También has vuelto a casa!

—Ja, ja, Conan, cuánto tiempo sin verte —Una voz magnética estalla en carcajadas.

Luna se congela al oír el sonido. Lentamente levanta la vista y observa sorprendida cómo Juan levanta a Conan alegremente. Sostiene a Conan en alto y se da la vuelta.

Hace tiempo que no se ven y son muy felices. Luna los ve en la distancia como un hermoso paisaje.

Luna está un poco nerviosa. No sabe por qué Juan elige acudir a ella en este momento.

Juan está cansado y baja a Conan. Se pone en cuclillas y pellizca la nariz de Conan. Sonríe y le dice a Conan:

—Conan, no eres obediente. Volviste a Estados Unidos sin avisar a mamá y al padrino. ¿Debo azotarte?

Sólo delante de Juan, Conan es como un niño de verdad, porque Juan le da el raro amor de padre cuando es joven y deja que Conan tenga la meta de mirar hacia adelante.

Para Conan, Juan es como su padre. Por supuesto, lo era cuando no sabía que tenía un padre biológico. Aunque luego supo que Emilio es su papá, el respeto de Conan por Juan sigue siendo indispensable.

Ahora Juan se tapa la nariz. Empuja la mano grande de Juan con la pequeña y dice:

—Padrino, sé que estoy equivocado. No pellizques. No puedo respirar.

—Entonces debería castigarte —Dice Juan con seriedad.

—Padrino... —Juan está serio, así que Conan le mira con lágrimas en los ojos e intenta que le dé pena.

—Ja, ja, no te agredas. La gente pensará que te he pegado —Juan se ríe y suelta la mano que pellizca la nariz de Conan. Lo pone en su regazo.

Juan no parece un jefe en este momento. Es tan amable como un padre para Conan.

Luna se queda congelada durante mucho tiempo. Camina lentamente hacia ellos y dice:

—Juan...

Con eso, Juan sonríe y la mira. Dice disculpándose:

—Luna, lo siento. He vuelto a entrar en tu casa sin permiso. ¿Estás enfadada?

Las palabras de Juan le recuerdan a Luna el bochornoso tema que tuvieron la última vez que se vieron. Ella quiere hablar pero es interrumpida por Conan.

—¿Otra vez? —Conan mira a Juan con desconfianza. —Padrino, ¿has vuelto a casa hace tiempo? ¿Y por qué no vienes a ver a Conan antes?

Juan le frota el pelo de forma punitiva y le regaña:

—porque eres travieso y has corrido a la casa de la amiga de mamá. Tu mamá y tu padrino no pueden encontrarte.

—Jaja, me equivoco —Conan sonríe con picardía. Saca la lengua para mostrar su inocencia.

dice Luna con impotencia:

—Vale, te haré la cena. Pero no puedo garantizar el sabor.

—Está bien. Mientras lo hagas, me lo comeré —Juan sonríe suavemente a Luna.

—¿Puedo prepararte un plato de fideos? —Luna intenta hablarle en el mismo tono que antes.

—No me importa —Juan dice con una sonrisa y la mira cariñosamente.

Luna se siente decepcionada al ver eso. La forma en que hablan puede volver al pasado, pero no pueden retroceder ni pensar que no ha pasado nada.

Luna está un poco frustrada pero no sabe qué decir. Tiene que darse la vuelta y entrar en la cocina y preparar la cena para Juan.

Al ver cómo se llevan, Conan se siente un poco extraño. Le parece que hablan con menos naturalidad que antes. ¿Por qué mamá parece tan rígida?

Conan está confundido pero no piensa mucho en ello. Sigue charlando con Juan y le pregunta cuándo ha vuelto a casa.

Juan dirige su atención a Conan y se ríe y charla con él.

Luna sale de la cocina con dos platos. Juan bromea:

—No esperaba que te preocuparas por mí. Realmente no me das sólo un plato de fideos.

—Vamos —Luna intenta volver a su voz normal. No quiere que el ambiente sea demasiado incómodo ni que Conan vea la diferencia. Le dice en broma a Juan:

—Si sólo te hice un plato de fideos, Conan no me perdonará. Se preocupa más por ti que por mí.

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