Conquista Dominante: Mi Esposo Salvaje romance Capítulo 37

Luna gira la cabeza y ve a Emilio. Se sorprende y quiere decir algo, pero no dice nada.

Pero Estrella, que ve a Emilio a su lado, se precipita y comienza a llorar.

—Sr. Palacio, sabe que esa gente me asustó tanto... que casi me muero. Casi no los vuelvo a ver.

dice Estrella, llorando mientras tira de la manga de Emilio y se limpia las lágrimas con un pañuelo en la otra mano.

Emilio se impacienta un poco, la tira y grita:

—¡Todos los inútiles se van de aquí!

Las criadas están tan asustadas que todas caen de rodillas, pidiendo clemencia, pero Emilio no mira atrás y se va.

Estrella mira fijamente a las criadas que están a su lado, pensando que yo no soy una criada, y que Emilio, desde luego, no está hablando de mí.

Luego sigue los pasos de Emilio.

Emilio mira a Luna y ve que sigue tan tranquila. Ahora tiene un humor muy complicado. Se le ocurre una idea.

Luna, si no eres la hija de Isabella Sancho, si no eres tan sucia, si eres virgen...

Mueve la cabeza bruscamente y Emilio se obliga a dejar de imaginar cosas imposibles.

...

Cuando Luna vuelve a su habitación, deja un mensaje para Silvana, que debe reunirse con ella por la noche.

Luego Luna se ducha y se cambia de ropa. Luego recoge sus cosas y se prepara para salir.

Emilio acaba de salir de su habitación, y nada más llegar a la escalera, ve a Luna que parece estar lista para salir.

Esto hace que Emilio sienta un poco de curiosidad. Se adelanta y comienza a burlarse:

—Oye, Luna, ¿a dónde vas? Ya es muy tarde. No estarás buscando a otro tipo, ¿verdad? ¿Hmm?

Luna está pálida y asustada, piensa que Emilio la ha vuelto a malinterpretar. —Claro que no, voy a hacer lo que debo hacer estos tres días.

Luego se da la vuelta.

Después de escuchar esto, Emilio se siente aliviado sin razones.

Luna se encuentra con Silvana en una plaza no muy lejos de su casa, y justo cuando encuentra a Silvana, Silvana también la encuentra a ella.

Mientras se sientan en un banco a charlar, Luna le cuenta a Silvana todo el comportamiento de Estrella en su casa, lo que ésta le ha dicho y lo que le ha pasado recientemente.

Silvana escucha y salta enfadada. —¿Cómo ha podido Estrella hacer eso? Has tenido la amabilidad de ayudarla antes, pero aun así te traiciona y codicia a tu marido. Es una perra, ¡maldita sea!

Después de decir eso, Silvana repite unas palabras de maltrato, para sentirse mejor. Sin embargo, vuelve a suspirar al recordar su antigua intimidad.

—Supéralo. Ya lo he superado. No vale la pena enfadarse con alguien así. Además, quiero pedirte que me hagas un favor hoy. Como sabes, Emilio y yo acordamos encontrar pruebas en tres días. Hoy es el segundo día.

Silvana, con una expresión de ansiedad en su rostro, pregunta:

—Mañana es el tercer día. ¿Qué vas a hacer? Esa zorrita, Estrella debe haberle dicho algo a ese hombre. ¿Qué vamos a hacer?

Luna se ríe y dice:

—Yo tengo mi propio camino...

—La señora Palacio ha vuelto.

Emilio sólo levanta la cabeza y mira hacia la puerta.

Luna entra con un hombre, y Estrella se escandaliza al ver al hombre con el que está planeando esto.

Luna se queda de pie, sin palabras, y ve al hombre acercarse. Ese hombre se inclina ante Emilio y le dice:

—Sr. Palacio, le visito hoy, ya que la Sra. Palacio me ha encomendado contar la verdad sobre la foto de aquel día.

Entonces el hombre vuelve a mirar a Estrella, que está toda aterrada.

Emilio, mirando a Luna, asiente al hombre, indicándole que continúe.

Así que el hombre abre la boca respetuosamente y dice:

—La verdad es que fue Estrella, la señora que está a su lado, la que me pidió que le hiciera unas fotos y luego me pagó generosamente, así que le dije que sí.—

—¿Qué fotos? Dime qué ha dicho—. La voz de Emilio es fría y poco cálida, y Estrella siente miedo.

El hombre continúa diciendo:

—Me pidió que tomara algunas fotos de Luna y los hombres, ¡y que pareciera una seducción activa!

—Tú... ¡¡Tú eres una mierda!! Me estás insultando! —Estrella está tan enfadada y asustada que le grita al hombre.

Después, le grita a Emilio:

—Sr. Palacio, no debe creer sus mentiras. Esta persona debe haberle quitado a Luna mucho dinero, muchos beneficios, sólo viene a inculparme.

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