Conquista Dominante: Mi Esposo Salvaje romance Capítulo 60

Con la fuerza de su borrachera, Luna pellizca el firme pecho de Emilio y, recordando el insulto que le ha infligido esta noche, sus ojos se enrojecen y va a llorar. Pero se muerde los labios con tanta fuerza que se traga la lágrima.

Emilio sacude la cabeza después de ser empujado, alejando su borrachera, agarrando un par de puñitos de Luna, pero ya está furioso.

Emilio jadea y empuja a Luna con fuerza.

Emilio le rasga las vestiduras con locura. Finalmente, bajo su condición agotada, es severamente poseída por Emilio.

A lo largo del proceso, Emilio la ha ido desbaratando, tratando de hacerla gritar.

Luna sigue apretando los dientes, y no abre la boca, y luego está sudando, dolorida, y finalmente se desmaya.

Emilio lleva a Luna a su casa, sosteniéndola en sus brazos y se dirige hacia la habitación, observando el cuerpo blanco de la chica como la nieve que sus ropas rotas no podían ocultar, y el calor vuelve a su corazón.

Al volver al dormitorio, Emilio desnuda a Luna y la vuelve a meter en la bañera llena de agua caliente.

Luna casi se despierta por el intenso dolor y ve el rostro demoníaco de Emilio, tan lleno de lujuria. No se resiste, sino que lo observa todo con frialdad y sin un solo suspiro.

Emilio intuye que a Luna le pasa algo, le aprieta la cara con fuerza y obliga a Luna a mirarle. Pero Luna cierra los ojos.

Emilio está a punto de enfadarse cuando unas lágrimas irrumpen en los ojos cerrados de Luna, cruzando sus mejillas, y golpean su blanca y delicada clavícula.

Emilio se queda atascado, sólo siente un bajón, se levanta y, sin tener en cuenta a Luna, vuelve a la cama.

Luna está sola en la bañera; su cuerpo empieza a temblar cuando el agua caliente se vuelve finalmente fría.

Luna piensa que se está muriendo, y el trance del alcohol y el frío dolor de cabeza le hacen sentir que podría desmayarse en cualquier momento.

Se envuelve en una toalla de baño, sale del baño, ve vagamente una cama y se queda dormida.

Al día siguiente, nada más levantarse, Luna ve a Emilio tumbado en la cama, mirándose con frialdad.

—Te estás volviendo más audaz. ¿Crees que mereces dormir en la misma cama que yo? —El tono frío de Emilio le recuerda a Luna lo sucedido anoche.

Coge la almohada y golpea a Emilio con fuerza, gritando:

—¡Idiota! Cabrón.

Emilio aparta la almohada con impaciencia y dice con desprecio:

—Puedo tenerte, pero nunca permitiré que la mujer que ha sido engañada por otro hombre esté en la misma cama conmigo. ¿No te cansas de fingir así, zorra?

Luna sonríe con desprecio:

—Qué limpio eres. Estabas coqueteando con esas mujeres. ¿Crees que estoy ciega?

Emilio dice fríamente:

—No tienes derecho a estar celosa.

Luna asiente.

—¡Como sea! Emilio, te digo que no te soporto más. Me voy a divorciar de ti, hijo de puta.

Emilio dice:

—Divorciarnos o no, no es tu decisión.

Luna exclamó:

—Tú... —Está tan enfadada que sus blancos pechos tiemblan.

Sólo entonces se da cuenta de que no lleva nada puesto. Su cara se sonroja y le arrebata las sábanas a Emilio para que la cubra.

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