Conquista Dominante: Mi Esposo Salvaje romance Capítulo 84

Emilio mira a Luna con disgusto. Está sorprendido. En su mente, Luna es una puta. Normalmente finge ser pura, pero se arrodilla por su amiga. Emilio se sorprende.

Se compadece un poco de ella. Pero Anita sigue llorando en sus brazos. Deja a Anita en el suelo para que entre primero en el coche. Emilio la tranquiliza:

—No la dejaré ir. Ve al hospital primero.

Anita no se atreve a desobedecer demasiado a Emilio, así que sólo puede aceptar.

Luna cree que ella y Silvana van a ser torturadas, pero Emilio se queda parado. Fuma tranquilamente y luego se va con un grupo de personas de negro.

Cuando todos se van, Luna cree que Emilio la ha dejado ir.

En ese momento llegan varios motoristas. Llaman a una ambulancia para que lleve a Silvana al hospital.

Cuando Silvana llega al hospital. Luna ve a Anita en coma en otra cama del hospital.

¡Ella también está aquí! Luna aprieta los dientes.

Pero justo cuando va a ver a Silvana, un grupo de personas vestidas de negro entran a toda prisa y sacan a Luna.

Luna sabe que esta es la gente de Emilio. No sabe qué quiere hacerle Emilio, pero no puede resistirse.

Luna es enviada a casa por los hombres de negro. En el gran salón, la enorme lámpara de araña emite una luz tenue. Emilio está sentado en el sofá con las piernas levantadas y un cigarrillo en la mano.

Emilio se ha quedado mirando la colilla moribunda. Parece esperar a que se apague y luego fuma.

Los hombres de negro y las criadas se van. Emilio tira la colilla en el cenicero. Pero sigue echando humo.

—¿Qué vas a hacer? —Luna mira a Emilio con calma. No puede enfadarse con este hombre desvergonzado pero poderoso.

Emilio se acerca a Luna y la tira directamente en el sofá.

Luna está a punto de luchar cuando Emilio le agarra la barbilla.

—¡Eres muy capaz!

Luna es pellizcada con fuerza por él. Ella gime:

—Duele...

—¡Conoces el dolor! —Emilio se burla— Eres mi mujer. No importa cómo te trate, aunque sea con dolor, tienes que sufrir.

¿No está sufriendo lo suficiente?

Luna hace una mueca de desprecio. Está cansada del tono de Emilio. No quiere seguir luchando.

Emilio no está satisfecho.

—Debes ser obediente. ¿Sabes por qué? Ya que quieres saber sobre tu padre, te lo diré hoy.

Luna tiene ondas en los ojos. Emilio parece haber encontrado su debilidad. Le mira fijamente.

Emilio tiene una sonrisa sedienta de sangre en la comisura de los labios. Dice lentamente:

—Tu padre está ahora en un hospital privado. Casi nadie puede verle excepto Carina y yo.

Luego añade:

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