Luna va rápidamente al hospital después de vestirse. Descubre que Silvana no está en la sala. No hay nadie en su cama.
Anita al lado está acostada en los brazos de Emilio llorando.
—Me han hecho mucho daño. Fue Luna quien lo hizo. Emilio, no castigaste a Luna. Dijiste que ella es sólo tu esposa nominal. De hecho, la amas, ¿no?
Luna cree que Emilio se impacientará, pero no esperaba que sostuviera a Anita con delicadeza. Él dice:
—Ella es sólo una puta. Tú eres el único al que quiero más.
Anita no le cree. Pretende irse. Empuja a Emilio.
—En ese caso, ella casi me mata. ¿Por qué no la castigas? Ya veo. Sólo soy una amante. De acuerdo, me iré.
Entonces Emilio abraza suavemente a Anita en sus brazos. Le da unas palmaditas en la espalda y le dice:
—Anita, es mi culpa. No te enfades.
Esta acción cambia la visión que Luna tiene de Emilio.
Emilio conoce a las mujeres mejor que nadie. Sabe que en este momento, lo que Anita quiere no es la verdad sino el amor.
Luna se sorprende de que Emilio pueda hacerlo por una mujer.
Pero al mismo tiempo, Luna se sorprende. ¿Por qué?
Anita y Emilio tienen muy buena relación. ¿Por qué Emilio no se divorcia de ella?
Si Emilio se retrasa, ¿cómo va a ser Anita la joven anfitriona? Luna no lo entiende.
Cuando está en trance, toca accidentalmente el timbre de la puerta y hace ruido.
Emilio y Anita miran a la puerta al mismo tiempo. Anita se acerca a Emilio cuando ve a Luna. Parece demostrar que es más atractiva que Luna.
Emilio frunce el ceño ante Luna. Sus ojos están llenos de disgusto.
Luna quiere darse la vuelta e irse. No quiere insultarse a sí misma. Pero Emilio la detiene.
—¡Para!
Luna le da la espalda a Emilio y no dice nada.
—Silvana fue transportada a otra sala. No quiero ver a esa loca. Ella es como tú —dice Emilio con frialdad.
Anita señala a Luna y dice:
—Luna, recuerdo todo lo que me hiciste hoy.
Se toca accidentalmente la herida mientras habla. Llora de dolor.
Emilio se apresura a consolar a Anita, y Luna aprovecha para marcharse.
Emilio consuela a Anita durante un rato, y de repente se le ocurre algo. Le coge el hombro a Anita, la mira fijamente a los ojos y le dice con una sonrisa:
—De repente quiero hacerte un regalo. Debes estar sorprendido.
Anita parpadea y pregunta:
—¿Me das un regalo porque estoy herido? Eres demasiado insincero.
Emilio sonríe y dice:
—Por supuesto que no. Es un regalo, pero en realidad quiero devolvértelo. Es una sorpresa.
Emilio saca de repente una caja de madera del traje. La caja de madera está bien embalada. Aunque es negra y no tiene un lazo rojo, es como una caja con un anillo de pedida.
dice Anita sorprendida,
—¿Has olvidado la escena de nuestro primer encuentro? Se te cayó accidentalmente cuando te resististe. La guardo todo el tiempo y espero encontrarte algún día.
Anita abraza a Emilio. Su corazón late con tensión. Pero se siente feliz y halagada.
—Emilio, soy tan feliz.
Anita intenta que su voz vibre de emoción.
—Eso es bueno.
Emilio se abraza al suave cuerpo de Anita. Olfatea su pelo y frota su cabeza contra su larga cabellera.
Finalmente, Anita se pone el colgante de jade en el cuello. Se sonroja y dice:
—Gracias.
...
Pronto Luna encuentra la sala de Silvana. En ese momento Silvana está mirando el techo blanco de la parte superior del hospital. No para de dar patadas a la colcha. Parece aburrida pero con energía.
—Silvana, ¿te sientes mejor?
Luna ve la energía de Silvana y se olvida de sus preocupaciones. Aunque piense mucho, no tiene sentido.
Silvana se muestra más enérgica cuando ve a Luna. Sonríe y dice:
—Estoy bien. Me dolía, pero me siento mejor después del descanso. No te preocupes por mí.
Silvana tiene una buena constitución. La mimada Anita no puede compararse con ella.
Después de charlar un rato, Luna tiene un poco de hambre, así que baja a comprar algo para Silvana.
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