Gil admiraba la vista, pero no la que ofrecía el rascacielos en el que se encontraba, sino las curvas de una chica que llevaba puesto un vestido negro largo, aquella mujer debia saber que sus curvas atraían al ojo masculino en busca de una conquista, pero en medio de aquella cena distinguida, nadie se atrevía acercarse, solo a observarla.
—¿Quién es esa chica?—pregunto Gil a su mejor amigo Bruce Glen, él se desempeñaba como abogado en una firma prestigiosa de New York y al igual que Gil, era un mujeriego con aires de grandeza que ya había pasado por diferentes camas y hoteles.
—Mmm—medito mientras buscaba en su cabeza el nombre de la chica—me parece que se llama Samatha Dunn o Duff, la verdad no lo recuerdo.
—¿No lo recuerdas?—pregunto Gil un tanto escéptico, era una mujer increíblemente sexi, cabello castaño, delgada, alta y esa era la descripción del tipo de chica que solía frecuentar—¿O no me quieres decir? ¿La estas apartando para ti?
—No, claro que no—expreso Bruce burlándose de su amigo—sucede que esa chica ya es de alguien más.
—¿Ah, si? ¿Quién es el afortunado?—quiso saber.
—Tu amigo Steve Myers— revelo Bruce.
Gil tenía cierta reputación, no solo entre las damas, sino también entre los caballeros de la ciudad de New York, todo el que estuviese involucrado en inversiones le tenía miedo a Gilbert Goldsmith, él era un demonio que lograba cerrar negocios que parecían imposibles, pero existía alguien más que tenía la capacidad de hacerle frente, Steve Myers. Él a diferencia de Gil tenía otro tipo de reputación entre las chicas, él era más bien un caballero, en cambio, Gil podía definirse como un don juan y en los negocios, Steve era igual de ágil y astuto que Gil, solo que él no era el hijo de un empresario millonario.
—¡Vaya!—expreso Gil sonriendo con cierta malicia. Se preguntó que pasaría si la mujer de su rival comenzara a interesarse en él y que haría Steve cuando se enterara de que había logrado seducir a su chica, quizás era demasiado cruel, pero en la guerra y en los negocios, todo era válido y Gil se sentía en guerra cuando se trataba de Steve— Será mejor que vaya a presentarme.
—No piensas seducirla ¿O si?—cuestiono Bruce sorprendido por la osadía de su amigo.
—No, dije que solo me presentaría, pero si se cruza otra situación no dudaré en aprovechar la oportunidad—se burló Gil mientras se acomodaba la chaqueta de su traje negro, muy elegante y distinguido. Rodeo a su amigo y se encaminó a bajar las escaleras para llegar hasta ella.
La joven se contoneaba de aquí para allá, como si estuviera perdida o como si estuviese buscando a alguien, por lo que Gil aprovecho la presencia de un camarero que llevaba una bandeja con copas servidas de champaña, tomo dos y viendo que la chica parecía no conocer a nadie, se acercó mostrando una seductora dentadura blanca.
—¿Puedo ayudarte en algo?—expreso mostrándose un tanto tímido ante ella, aunque realmente era meramente actuación.
—¡Oh no!—dijo la joven un tanto nerviosa, miro a Gil de pies a cabeza, era muy atractivo, demasiado como para provocar que soltara un suspiro que él no noto— estoy bien, gracias.
—Pareces perdida—señalo Gil—¿Busca a alguien?
—Busco a Steve Myers—expreso la chica confiando en que alguien como Gil, quien lucia elegante y sofisticado, podria ayudarla—¿Lo conoce?
—Me parece haber escuchado algo sobre él—sonrio mientras le extendia una copa—creo que no ha llegado, pero mientras lo espera. ¿Porqué no se toma una copa conmigo?
La chica miro la copa recelosa y luego miro a Gil, no quería ser grosera con quien parecía ser tan amable por lo que la tomó.
—¿Cuál es su nombre?—indagó mostrandose un tanto tímida, no estaba acostumbrada a tener la atención de un hombre que no fuese Steve.
—Gilbert Goldsmith—revelo sacando una pequeña tarjeta de presentación. La chica la tomo y la observo con atención, en sus ojos se distingio un singular brillo, su prometido ya le habia hablado sobre un hombre con ese mismo nombre, el cuál se habia convertido en una piedra en su zapatos y por ello estaba tan obsesionado con el trabajo, para rendir de la misma forma en que él lo hacia.
—¿Goldsmith? —quiso confirmar—¿Como la compañía de inversiones?
—La misma—respondio Gil con orgullo.
—Interesante—respondio la joven atraida por conocer un poco mas sobre el rival de su prometido y ademas de eso un tanto cautivada por su belleza y cierta caballerosidad—cuenteme un poco mas sobre usted, señor Goldsmith.
Aquellas palabras le abrieron las puertas a Gil de una forma que la chica no sospechaba, pero que pronto lo sabria.
Caminaron por el salón mientras Gil resumia su trabajo y algunas aficiones suyas para llamar captar su atención y aunque en un principio la chica parecía interesada, de igual forma se notaba un tanto intranquila, por lo que Gil dedujo que debia ser por su presencia y también por la ausencia de su prometido.
—¿No le parece que su prometido la ha dejado esperando mucho tiempo? —expresó Gil para averiguar la razón del porqué ese remedo de imbécil se atrevia a dejar en una fiesta como esa a su prometida, cuando bien sabia que podia encontrar lobos en busca de chicas hermosas como ella.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Contrato de Amor