Carlos
―¡Definitivamente Chanel es mi color! ― Expresa mientras se ve un conjunto frente al espejo.
―Eso dijiste cuando te pusiste tus otros colores que se traducen en Alexander McQueen y Prada.
―Me gusta una amplia gama de colores ¿qué puedo hacer? ― Contesta coqueta mientras se acomoda la falda tableada.― Me gusta este color, es muy formal.
―Esa será parte de tu ropa del día.
―De noche tendrá que ser un vestido más formal y largo, de colores rojo, azul, negro.
―Me encanta.― Se acomoda la blusa.
Me pongo de pie y escojo un vestido largo de color rojo.― Ponte éste, quiero ver como se te ve. ― Le pido y ella lo toma y sonríe.
―Si señor.― Responde en tono divertido y se mete al cambiador del que ha estado entrando y saliendo una y otra vez.
―¿Te puedo hacer una pregunta? ― Escucho mientras tomo un poco de té que me acaban de traer.
―Dime.
―¿Cómo se supone que debo decirte? ¿Amor? ¿Rey? ¿Mi señor? ¿Carlitos? ― y con el último me hace reír.
―Hmmm… no lo había pensando ¿crees que sea indispensable? ― Pregunto y de pronto ella saca la mano y me da la blusa en el gancho tapando su cuerpo con la cortina.
―Digo, se supone que nos conocemos desde hace rato ¿no? Y si nos vamos a casar es porque estoy muy enamorada, así que algún mote debería de decirte.
―¿Se te ocurre alguno?
Ella vuelve a sacar la mano para esta vez darme la falda tableada haciendo que esquive la mirada un rato porque puedo ver parte de su cuerpo.
―No sé ¿cómo te decía tu ex?
―Hmmmmmm….
―¡Guau! Tan grande era el amor.
―Bueno, es que hay personas que expresan su amor de otra forma, no precisamente con motes… así que creo que debes sólo llamarme Carlos.
―Perfecto Car-los.― Escucho adentro como se le complica ponerse el vestido.
Bebo otro sorbo de té mientras escucho como reniega al no poder alcanzar el zipper del vestido.
―No te apures, en mi casa tendrás a alguien que te ayude a vestirte. ― Le aliento.
―Si no me preocupa que me ayuden, si no que pueda respirar en esto.― Ella sale del cambiador luciéndolo.― Supongo que tenías muchos problemas quitándolo un vestido así a tu ex cuando tenía sexo.
En eso escupo el sorbo del té sobre el suelo y Larry inmediatamente me da un pañuelo para que me limpie. Luisa al ver eso se ríe.
―Lo siento ¿excedí mis límites?― Se disculpa.
―No, simplemente que eres bastante directa, es todo.― Contesto de inmediato.― No creo que debamos de tocar esos temas personales, es mejor dejar las cosas a la imaginación.
―Y ¿Cómo anda tu imaginación Carlos? ― Dice coqueta y me cierra un ojo para después caminar en frente del espejo y verse el vestido rojo, de pliegues desiguales y un hombro descubierto que hace que luzca espectacular.
Cuando se refleja frente al espejo, sonríe y después se muerde un labi.Yo la observo por detrás y sin que yo me percate también sonrío junto con ella. No cabe duda que es otra persona diferente y, aunque a veces habla de más, podría pasar por una verdadera joven nacida en la realeza. Me acerco a ella y con cuidado le tomo el cabello y se lo subo para hacerle un pequeño moño con el cabello.
―Si te peinas así, podrás lucir tus hermosos aretes o la joyería que lleves en el momento.― Le murmuro. ―Le pido a la chica que nos atiende que se acerque con una bandeja llena de frascos de perfumes.― Escoge uno.
Luisa se voltea y toma una Coco Mademoiselle. Se lo quito de la mano y con toda delicadeza roció un poco sobre el cuello bajo su hermosa y profunda mirada que me ve atenta, ese aroma tan delicioso me llega de inmediato.― Ahora estás lista para la gran gala.―Ella se sonroja y deja de verme a través del espejo.
―¿Lo apruebas Larry? ― Pregunta.
―Aprobado señorita De Sade.― Contesta.
Ella se toma el dije que le di hace rato y se lo acomoda.―Iré a cambiarme.
―Sí, que todavía nos faltan ver otras cosas.
Luisa se mete de nuevo al cambiador, volteo y veo a Larry frente a mi que me levanta la ceja―¿Qué pasa Larry?
―Nada señor, nada.― Contesta y luego se hace para atrás para dejar que la señorita que nos atiende comience a tomar todos los conjuntos y la ropa que nos llevaremos de esta tienda.
Momentos después Luisa sale acomodándose la camiseta, amarrándose el cabello y moviendo la mano como si tuviera calor.
―Si me hubiesen dicho que con las compras hacías tanto cardio, me hubiera dedicado a esto.― Bromea.
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