Carlos
Luisa, para este día, escogió un vestido de color rojo ligeramente por debajo de la rodilla, sin mangas, con un lazo negro que le hace cintura y se peinó con un chongo bajo de lado que la hace ver muy elegante, sobre su cuello trae el escudo brillante de mi familia y su aroma es un perfume ligero que huele de una forma exquisita y que le da un toque de feminidad muy apropiado, al parecer, sabe que ponerse para verse exacto como la imagino y eso me gusta.
Después de un tiempo manejando, llegamos al aeropuerto y al entrar sobre la pista ella voltea a verme un poco preocupada..
―¿No me digas que ya vamos a ver a tu familia?― Pregunta.
―No, aún no, hay una última cosa que debemos hacer, no te preocupes, cuando llegue la hora te avisaré con tiempo.
―Vale.― Y se lleva la mano al dije y juega con él.
―Confía en mí ¿quieres? Todo lo que estoy haciendo es para que cuando lleguemos ante mi familia todo sea lo más cercano a la realidad posible, para que no haya huecos.
―Eres bastante perfeccionista ¿cierto?
―Precavido, conozco a mi gente y sé que harán hasta lo imposible para descubrir todo, así que confío que tu actuación sea perfecta para no levantar sospechas.
―Lo será, tranquilo.― Contesta sonriente.
Después de que Larry no abriera la puerta, nos bajamos el auto para subir al avión que nos está esperando ya listo para partir. Ella se queda observando por un momento las escaleras y luego sonríe.
―Esto es genial, ojalá tuviera una cámara para poder tomar una foto y que todos me creyeran.― Murmura.
―Yo lo recordaré por ti.― Contesto.― Ahora vamos que tenemos una cita.
―¿Cita? ― Pregunta curiosa mientras sube las escaleras y entra al avión privado que nos está esperando.
Le indico con la mano que se siente en uno de los asientos y ella lo hace de inmediato acomodándose el vestido. Yo lo hago en frente viéndola y su rostro es tan transparente que sé que se está muriendo de la curiosidad.
―¿Me dirás?
―Esta vez no, pero te puedo decir que iremos a Granada hay algo que debemos hacer allá, así que abróchate los cinturones y disfruta del viaje.
El avión comienza a moverse para posicionarse en la pista para así despegar y Luisa se acerca a la ventanilla para ver el recorrido.
―Jamás he viajado en avión.― Murmura.
―¿Disculpa?
―Jamás he viajado en avión, esta es mi primera vez.
Esbozo una leve sonrisa, al parecer hay muchas cosas que aún no conozco de ella y que siento que no me dará el tiempo suficiente para conocerlas. Empieza el momento del despegue, ella echa su cuerpo hacia atrás para recargarse sobre el asiento pone las manos sobre la mesa del servicio que está enfrente de nosotros como si quisiera apoyarse de algo. La tomo de las manos y ella da un pequeño salto como si se asustara.
―Tranquila, el despegue siempre es impresionante, al igual que el aterrizaje, todo depende de como lo manejes. Luisa sonríe nerviosa. ― Veme a los ojos, no pienses en nada.
―Bueno.― Responde y su mirada asustada se cruza con la mía.
De pronto, todo a mi alrededor se olvida, no siento el movimiento del avión, solo la presión de mi pecho, como mis pies se pegan al suelo y el fuerte apretón de manos de ella que no deja de mirarme como si fuera su salvación o su consuelo. Ya no sé si el avión ha despegado por completo o si seguimos en la pista, pero el tenerla así por un momento me elevó a otro plano trayendo muchos recuerdos de felicidad en mi.
Ting hace el pequeño timbre diciéndome que hemos alcanzado la altura pero ella no deja de tomarse con fuerza, haciendo que todo la felicidad que siento se transforme en dolor por el fuerte apretón de manos.
―Luisa ¿crees que puedas dejar de apretarme?― Pregunto quejándome.
―¿Eh? ― dice y luego parece que regresa a la realidad porque inmediatamente me suelta.― Lo siento, lo siento.
―No te preocupes, si es la primera vez que viajas en avión es normal.
―Sí supongo.― Contesta tomándose el dije y jugando con él, al parecer es un tic que ha desarrollado.
Nos quedamos en silencio, observo como ella ve el paisaje fascinada y me enternece, se transformó en una niña pequeña de pronto.
―Jamás has viajado.
Luisa voltea a verme y niega con la cabeza.― No, mi padre y yo no teníamos tanto dinero para viajar, además, él trabajaba en un taller mecánico por lo que era abrir si o si, si no no había comida sobre la mesa, así que no había tampoco tiempo para viajes.
―Ya veo.
La sobrecargo nos pone las bebidas que encargamos en la puerta antes de despegar y luego se aleja.
―Cuéntame sobre ti.― Le pido.
―¿Sobre mí? Creo que ya sabes bastante ¿no?
―No, sólo lo básico, pero me gustaría saber más… dime ¿cuál es tu color favorito?
―¿Además de Prada y Chanel? ―Dice coqueta tomando un sorbo.
―Además de esos.― Contesto entre pequeñas risas.
―Me gusta el blanco, se me hace muy elegante y a la vez se puede combinar con todo.
―Ya veo por qué escogiste los vestidos blancos.
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