Desde un matrimonio falso romance Capítulo 183

Mariana no sabía mucho sobre el té, así que, naturalmente, no supo qué tipo de té era. Sin embargo, este té era muy fragante, un poco amargo en la boca al principio, pero el regusto era realmente dulce, por lo que debía ser un té excelente.

Luego, dejó la taza sobre la mesa, Mariana volvió a coger la campanilla que había sobre la mesa.

Al otro lado, Leopoldo miró a Mariana, sus miradas no eran tan frías como de costumbre, sino que estaban llenos de ternura.

Probablemente ni él mismo se dio cuenta.

De repente, un estruendo metálico inusualmente fuerte sonó y las secuelas resonaron continuamente después.

Mariana se sobresaltó y la campanilla que llevaba en la mano cayó al suelo.

Se inclinó para recogerlo, pero no esperaba chocar con la mano de Leopoldo. Entonces, su mano fue tomada por la de Leopoldo.

La campanilla cayó sobre la alfombra con un ruido sordo, sin alertar a nadie.

Mariana estaba sorprendida, cuando levantó la cabeza vio los ojos de Leopoldo llenos de ternura.

Una extraña sensación se apoderó de Mariana y se quedó paralizada, olvidándose de sacar la mano de la gran palma del hombre.

—No te muevas, la subasta va a empezar.

Entonces, el hombre se enderezó y se sentó al lado de Mariana, pero todavía no soltó la mano de Mariana.

El corazón de Mariana latía fuertemente y sus manos sudaron.

Sin embargo, no se liberó su mano de la de Leopoldo.

Después de eso, ambos parecieron olvidarse de este asunto y la subasta comenzó.

—Hoy es nuestra duodécima subasta, y esta vez las colecciones están agrupadas en los folletos que tienen en sus mesas. Esta subasta sigue las reglas habituales, quien ofrezca el precio más alto, podrá lograr la colección.

El moderador muestra el primer artículo.

Era un cuenco de porcelana con una base de color amarillo y unas cuantas flores impresas en él, era bonita. Y mientras seguía girando, Mariana vio también una gallina en él que picoteaba algo.

—Esta es nuestra primera colección. Era de la Edad Media, con una larga historia, y sin embargo está bien conservada.

El moderador golpeó la madera que tenía delante, y su voz resonó en toda la sala de subastas.

—La oferta inicial: diez millones de euros.

Mariana se sintió sorprendida al escuchar estas palabras y volvió a mirar el contenedor ordinario, sin esperar que se subastara a un precio tan alto.

Leopoldo vio todas las acciones de Mariana y preguntó:

—¿Te gusta?

Mariana sacudió la cabeza a toda prisa.

Los de abajo seguían subiendo sus ofertas.

—¡Cincuenta millones de euros!

—¡Cincuenta y cinco millones de euros!

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