Desde un matrimonio falso romance Capítulo 184

Parecía estar muy tranquilo todo el tiempo, nunca se había puesto nervioso por ninguna razón.

Sin embargo, Mariana percibió algo en los ojos de Leopoldo.

Incluso, desde que esta colección había sido expuesta, Leopoldo había soltado su mano.

—¡Treinta y ocho millones de euros!

—¡Cuarenta millones de euros!

—¡Cuarenta y dos millones!

El sonido de las campanillas no dejaba de sonar y la competencia era feroz.

De repente, sonó la fría voz de Leopoldo.

—Toca el timbre.

Mariana miró a Leopoldo, frunció el ceño, cogió la campanilla de la mesa y la agitó, y al ver que Leopoldo no decía nada, habló:

—¡Cincuenta millones de euros!

«Dado que Leopoldo deseaba tanto ese vestido, ¿no es demasiado poco aumentar el precio en sólo dos millones de euros cada vez?»

Después de esta puja, la sala se quedó en silencio, y entonces alguien dijo:

—¡Cincuenta y dos millones de euros!

Girando la cabeza para mirar a Leopoldo, Mariana esperó su instrucción.

—Como tú quieres.

Leopoldo dijo sin cuidado.

—¡Sesenta millones de euros!

Este precio ya era el más alto entre todos los artículos de la subasta anterior.

Sin embargo, cuando terminó, otra persona dijo:

—¡Sesenta y dos millones de euros!

Mariana miró a Leopoldo y dijo:

—¡Setenta millones de euros!

Al oír esto, todos se sorprendieron y, por un momento, la sala fue ruidosa.

—¿Quién es esta mujer?

—Si mal no recuerdo, la persona que está en la habitación debe ser el Señor Durán, ¿gasta tanto dinero sólo para hacer feliz a esa mujer?

—Setenta millones de euros.

En ese momento, Mariana giró la cabeza para mirar al hombre que estaba a su lado, sin saber lo que estaba pensando en ese momento.

Al verlo así, Mariana sintió simpatía por él.

—¡Setenta millones de euros una vez!

Tras un breve silencio, el moderador golpeó la madera con el pequeño martillo en su mano.

—Setenta millones de euros...

Antes de que el moderador pudiera terminar su frase, alguien levantó la oferta y dijo.

—¡Setenta y dos millones de euros!

Era una competición feroz.

Mariana volvió a agitar la campanilla en su mano y dijo en voz alta:

—¡Ochenta millones!

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