Desde un matrimonio falso romance Capítulo 186

Todos los días Mariana llegaba a casa cada vez más tarde, incluso Carmen se quejaba que la compañía de Mariana era demasiado inhumana.

Sin embargo, a Mariana no le quedaba más remedio, ahora sólo era una pequeña diseñadora, así que no podía rebelarse contra sus órdenes.

Aunque se sentía molesta, Mariana seguía haciendo su trabajo a conciencia, y a veces incluso iba a su estudio para continuar su trabajo después de regresar a casa.

Este día, cuando Leopoldo regresó a la villa, ya era tarde, pero no esperaba que la luz del estudio siguiera encendida.

Frunció el ceño y se dirigió al estudio y vio a Mariana tumbada en el escritorio.

Empujó la puerta y entró.

Mariana ya estaba dormida.

Leopoldo recogió el dibujo que había sobre la mesa, sus ojos estaban llenos de aprecio, miró a la dormida Mariana, luego sólo puso el dibujo en la mesa.

Parecía haber visto otro aspecto de Mariana, profesional y diligente.

Tras permanecer un rato de pie, Leopoldo puso suavemente la manta sobre el cuerpo de Mariana.

Luego, salió del estudio.

Al día siguiente, cuando Mariana se despertó, sintió un dolor en los brazos. Justo cuando se enderezó, sintió que algo se deslizaba por su cuerpo.

Desconcertada, Mariana se agachó y vio la manta que había caído al suelo y pensó.

«Probablemente ayer Carmen entró y vio que me había dormido, así que me cubrió con la manta.»

Mariana se levantó y se estiró, luego puso en orden los dibujos de la mesa, se lavó y fue a su empresa.

El próximo lanzamiento trimestral de nuevos productos de la empresa estaba cada vez más cerca, y Nuria, encargada de este asunto, estaba muy ocupada durante este periodo de tiempo.

Sintió simpatía por Mariana, así que no le asignó ningún otro trabajo aparte de terminar los dibujos del diseño.

Mariana también estaba muy agradecida a Nuria.

Cuando llegó a la empresa, puso su bolso sobre el escritorio, Mariana sacó los documentos que había ordenado y se dirigió al despacho de Elisa.

Ya estaba acostumbraba a hacer estas cosas cada día.

Después de tocar la puerta, Mariana entró en el despacho de Elisa, colocó los documentos encima del escritorio y dio un paso atrás.

—Elisa, estos son los documentos que he ordenado, revísalos, si no tienes más asuntos, saldré.

Mariana habló con sinceridad.

Mariana se puso delante de Elisa sin ser condescendiente.

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