Desde un matrimonio falso romance Capítulo 198

Al ver la acción de Mariana, Xavier levantó la cabeza para mirar provocativamente a Leopoldo, y parecía haber llamas de triunfo en sus ojos.

Sus miradas se entrelazaron y chocaron en el aire, incluso a punto de rozar las chispas.

Uno era frío, el otro desinhibido, y los dos comenzaron a enfrentarse.

De repente, Xavier se levantó y alzó la copa de vino que tenía delante.

—Señor Durán, aún no le he dado las gracias, he oído que ahora Mari trabaja en su empresa, así que molestaré al señor Durán para que se ocupe más de ella.

Dijo, levantando el vaso alto que tenía delante.

Los ojos de Leopoldo eran oscuros, con una mirada fría en su interior, como si se tratara de un profundo abismo sin fondo.

—¿Cuidar? De hecho.

Leopoldo hizo una pausa y sonrió fríamente:

—En efecto, Mariana ha sido cuidada por mí bastante, tanto en la empresa como en la casa.

Las palabras estaban llenas de significado.

Al escuchar estas palabras, los tres presentes cambiaron su rostro de forma drástica. Diana miró incrédula al hombre que estaba a su lado, con las manos apretadas, y el dolor de las uñas clavadas en las palmas no alivió la amargura de su corazón.

Diana se mordió los labios con fuerza, mostrando lo mucho que intentaba contenerse en este momento.

Después de un largo rato, las emociones de Diana volvieron gradualmente a la normalidad y levantó la copa en sus manos.

—Leo, ya que Xavier quiere darte las gracias, ¿por qué no le sigues su deseo? No dejes que Xavier malinterprete nada.

Diana miró a Mariana, sus palabras tenían un significado diferente, implicando un significado más profundo.

Sus largos y delgados dedos frotaron el vaso alto que tenía en la mano, haciendo que se tiñera de una capa de calor.

Sin embargo, Leopoldo no respondió a las palabras de Diana.

Después de una pausa, Diana miró a Mariana y a Xavier, con una voz suave y todavía sonriente, como una máscara que nunca caería, ocultando las verdaderas emociones detrás de ella.

—Cómo es que un buen ambiente se convirtió en esto. Me gustaría brindar por Mari, gracias por diseñar un traje tan bonito, y me siento realmente honrado de que la empresa Elamorad me haya encontrado para avalarlo.

Estas palabras fueron dichas de manera muy decente, pero con un motivo oculto.

Pero no había forma de encontrar el origen de esa extraña sensación. Al final, Mariana levantó el vaso alto que tenía en la mano y chocó con Diana, hablando en voz baja:

—No es mérito mío, todo es decisión de la alta dirección de la empresa y del señor Durán, así que si la señorita Solís quiere darle las gracias, que se las dé al señor Durán.

Tras decir eso, volvió a ignorar a Diana y miró el vino que tenía en la mano, agitando el vino tinto que contenía.

A un lado, Xavier vio a Mariana actuar así, sonrió y extendió su mano, tocándola suavemente, haciendo sonar un sonido claro y nítido:

—¡Salud!

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