Desde un matrimonio falso romance Capítulo 65

—Nada. Ayer alguien me contó un chisme, pero no terminó. Anoche, no pude dormir en toda la noche pensando en este chisme. Por eso, tengo que buscarla.

Tras decir esto, Mariana soltó el brazo de Mariana y se fue.

Mirando la espalda de Ana, Mariana sacudió la cabeza con cierta impotencia. Recordando repentinamente lo ocurrido ayer, ella se sintió amargada y frunció el ceño.

Mariana estaba buscando otro trabajo en el Internet cuando la puerta de la sala de vestuario fue abierta desde fuera.

—Mariana, Anita está peleando con otra persona.

Mariana se levantó, preguntando con cierta preocupación:

—¿Qué pasa?

—Anita dijo que esa persona le presentó deliberadamente un mal trabajo, y por eso se pelearon.

Con un estremecimiento en su corazón, Mariana percibió vagamente algo, y por un momento se sintió preocupada e impotente.

Ya se había reunido bastante gente alrededor, todos mirando a los dos que habían sido separados.

El pelo de Ana estaba desordenado y su ropa estaba fruncida, y le tiraban de las manos, pero seguía intentando avanzar y golpear a la mujer.

Naturalmente, la otra mujer no era mucho mejor,

—Sólo dije que había un trabajo así, no te forcé a hacerlo. Ahora encontraste peligro y me echaste la culpa. Tuve la amabilidad de presentarte el trabajo, pero eres tan desagradecida.

La mujer que luchaba con Ana también fue apartada, y aun así, seguía regañando a Ana.

—Si fueras amable, no me habrías hablado de este trabajo desde el principio. Me dije que era un trabajo bien pagado. Si no te hubiera escuchado, no iría a decir este trabaja a Mari. Eres tan desvergonzada. ¿Por qué has hecho esto?

Al ver que Ana luchaba fuertemente, Mariana se apresuró a acercarse y dijo:

—Anita.

Al oír la voz de Mariana, Ana paró, pero en un instante, su enfado original se transformó en culpa. Quería decir algo, pero al final no dijo nada.

—Este no tiene nada que ver contigo y no he sufrido ningún daño —Mirando fijamente a Ana, Mariana la consoló.

—Mari, lo siento. Realmente no sabía que era así.

Al oír las palabras de Ana, Mariana la abrazó y le dio unas suaves palmaditas en la espalda para aliviar su agitación del momento. A Mariana le dolía el corazón por ella y al mismo tiempo se sentía conmovida,

—Está bien, no pasa nada...

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