Mateus
Me despierto de nuevo con Mirella parloteando sobre mi rutina matutina, luego veo a la enfermera y ella comienza a desinfectarme y todo es normal excepto que Mirella tiene su mirada fija en la mía ya que tengo los ojos abiertos.
Cuando termina la higiene y la fisioterapia, me dice que va a hacer un trabajo, me cuesta mover los labios y lo que sucede me sorprende hasta a mí.
— Ooouerr. —
Dejé escapar algo como un gemido.
— Dios mío, lo dijiste. Espera, llamaré al doctor. —
Ella me abraza y dejo escapar otro gemido.
— Oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo —
Se fue y volvió con el médico que ya entra celebrando.
— Veo que estamos evolucionando. Buenos días, Mateo. —
— Ooooooo. —
Susurro arrastrado y enrollado
— Mira qué maravilla, ¿me entiendes? —
— Sssss… —
— Tranquila, es excelente, lo tomaré como un sí, si es así, ¿me guiñas una vez? —
Parpadeo una vez.
— Bien, establezcamos un código para comunicarnos hasta que el logopeda te evalúe. Para sí parpadeas una vez, para no dos veces, ¿correcto? —
Parpadeo una vez.
— ¡Bueno! ¿Sabes dónde está? —
Parpadeo dos veces
— ¿Recuerdas lo que pasó? —
Parpadeo dos veces.
– ¿Recuerdas tu nombre? —
Parpadeo dos veces y lo veo jalar a Mirella y colocarla frente a mí.
— Y esta chica, ¿la recuerdas? —
Parpadeo dos veces, sus ojos pronto se llenan de lágrimas y cuestiona al médico que ya llora.
— ¿Y ahora, doctor? —
Maldita sea, me parte el corazón hacer que se preocupe, por supuesto que recuerdo todo, pero aún no es el momento de decirlo, espero que Mirella lo entienda y me perdone.
— Tranquila Mirella, ahora necesita estabilidad, recuerda que hablamos de amnesia, pero no creo que debamos preocuparnos por eso, porque los exámenes son normales. Ve a hablar con él, cuéntale buenas cosas de tu vida, tus datos personales, tu familia, vamos a tratar de activar la memoria, le pediré al logopeda que venga, ¿de acuerdo? —
Y así lo hace Mirella, todo el rato parloteándome al oído. La visita de la logopeda también fue un éxito, logré mover la lengua lentamente y me dijo que si sigue así en unos días estaré hablando y comiendo.
Mirella
La enfermera ajusta la camilla para que Mateus tenga el pecho elevado, como si estuviera sentado, lo ayudo y lo apoyo para que su cuerpo no caiga hacia adelante, hasta que la enfermera lo ajusta para que quede firme.
Ya estoy bien adaptado a la rutina de Mateus y hago todo puntualmente con la mayor dedicación, amor y alegría.
— Vamos allá... —
La enfermera lleva la cuchara a la boca de Mateus y noto que Mateus está avergonzado de que la enfermera le dé comida en la boca.
— ¿Yo puedo? —
Le pregunto a la enfermera, señalando el tazón de sopa batida.
— Si claro. —
Habla ya de pie y entregándome el bol y la cuchara, me siento, tomo la cuchara, la llevo a la boca de Mateus y hablo.
— ¡Mmm! Se ve deliciosa... —
Mateus
— Qué mentira, pero gracias por intentar animarme. —
Hablo y abro la boca, tomando la sopa que está en la cuchara, mientras agradezco al cielo que Mirella sea tan atenta y cariñosa conmigo.
Y así pasan unos días más. Ahora puedo sentarme en la silla de ruedas por un tiempo e incluso me he duchado.
Por supuesto la enfermera me puso bajo el agua, me sentó en una silla de ducha y también hizo de todo, me desnudó, me frotó, me secó y me volvió a vestir, este sigue siendo un momento muy vergonzoso para mí, al igual que los cambios de pañales, que son más frecuente ya que siento cuando lo necesito, también estoy haciendo fisioterapia para controlar e identificar cuando tengo ganas de orinar o defecar.
Mirella me hace prácticamente todo, solo que no me cambia los pañales ni me baña, al fin y al cabo somos cuñados y creo que le daría vergüenza eso...
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