Mateus
Hoy se cumplen exactamente veintiocho días de mi accidente, los médicos dicen que mi mejoría es asombrosa, ya como por vía oral, hablo, permanezco sentado un buen rato en la silla de ruedas, no muevo el cuello hacia abajo, pero Ya siento cuando me tocan, hasta me he duchado, la enfermera me mete bajo el agua en una silla de ducha y me frota.
El baño y el cambio de pañales, que ahora son más frecuentes, ya que siento que necesito cambiarlos, siguen siendo momentos que me incomodan mucho y son los únicos momentos en los que Mirella no participa, no se siente cómoda, ya que soy tu cuñado. Pero el resto es lo que ella ha hecho. Hasta que me vestí y me moví de la camilla a la silla, aprendió.
Los médicos están trabajando para que yo pueda identificar la necesidad de orinar y defecar antes de hacerlo, y ya todos me han convencido de que esto es parte del proceso, así que aunque me da vergüenza, acepto todo sin quejarme. De hecho, necesito aceptarlo, porque no puedo hacer nada sola.
— Buenas tardes, ¿cómo estamos? —
El médico entra sonriendo a Mirella ya mí.
— Bien. —
Respondemos juntas y ella ya me mira sonriendo.
— Entonces mejoremos aún, tengo noticias, Mateus puede irse a casa. —
Mirella empieza a dar brincos y a llorar de alegría y salta encima de mí abrazándome.
— Qué maravillosa noticia. —
Ella dice y yo no puedo decir nada, solo empiezo a llorar con Mirella colgada de mi cuello, que también llora de la emoción. Pronto me suelta y comienza a interrogar al médico.
— ¿Está seguro doctor? ¿Su memoria todavía no ha regresado? ¿Y tu fisioterapia? ¿El terapeuta del habla? ¿Y todos los demás médicos que lo acompañan? ¿Y la comida? —
— Tranquila Mirella, si estoy segura, no le pasa nada a su cerebro, tal vez solo necesita más estimulación y tiempo, su casa puede ayudar, seguirá con los seguimientos, asistiendo a las citas, la nutricionista ya pasó un menú apropiado para él, y sé que todo estará bien. —
— ¡Está bien! todo estará bien Lo siento, solo estoy ansiosa. —
— Vamos a firmar el comunicado. —
— Vuelvo enseguida, ¿de acuerdo? —
Me besa en la mejilla y se va con el doctor. Y me quedo ahí, feliz de estar fuera de este hospital y al mismo tiempo temeroso de lo que me espera afuera.
Mirella
Sigo al médico hasta su consultorio, me invade el miedo, tendremos que enfrentarnos a la familia de Mateus y Patrícia. No recuerda nada, y para colmo, todos se han ido, no sé cómo están ni qué pasó. ¡Dios mio! ¿Cómo voy a hacer esto? ¿Qué te voy a decir? El médico me da las recetas, me da las últimas instrucciones y el alta para que yo lo firme.
— Listo doctor y la factura de los gastos médicos y hospitalarios, ¿dónde están? —
— El seguro de salud que Mateus tiene cubierto todos los gastos, el tratamiento está todo pagado, hasta que se recupere. Fue por estas razones financieras que le pedimos esa copia de la póliza de seguro, que nos dio tan pronto como llegó aquí. Está bien Mirella, y te deseo todo lo mejor. —
— Vaya, que alivio, ya me había olvidado de eso, gracias por todo doctor. —
Vuelvo a la habitación y antes de entrar intento una vez más sin éxito hablar con nuestra familia. Pero todavía entro sonriendo. Tengo que tomarme las cosas con calma para hablar con Mateus y solo lo haré en casa, porque creo que estará Patricia, o por lo menos Miguel.
Mateus
Mirella entra a la habitación y por más que sonríe puedo ver que está nerviosa y preocupada. Pero no puedo decir nada, todavía no.
— ¿Entonces lo haremos?' —
— Sí... ¿voy a vestirme así?" —
Solo entonces se da cuenta de que todavía estoy usando mi bata de hospital.
— Claro que no, que mente mía, espera aquí un poco. —
Ella sale de la habitación de nuevo. Y ahí me quedo, tratando de calmarme, porque yo también estoy nerviosa y preocupada por lo que nos espera cuando lleguemos a casa.
Mirella
Corro a la recepción para hablar con Carina.
— ¿Qué clase de cara es esta amiga? —
pregunta mientras me acerco.
— Mateus fue liberado, pero no tiene ropa para irse, la que tenía puesta el día del accidente se le cortó durante el rescate, ¿y ahora qué hago? —
— No te preocupes, hay una tienda de ropa al lado, nada lujoso, pero creo que te irá bien. —
“Iré allí entonces. Gracias amiga. Hablamos más tarde, llámame cuando te vayas. —
Mateus
Unos veinte minutos después de salir, Mirella regresa con una bolsa en las manos, sin decir nada, llama a la enfermera que de inmediato me ayuda a vestirme, es un conjunto sencillo: pantalón de chándal, camiseta, medias blancas y un par de tenis, increíble que acertó en todo, se que me conoce bien, pero yo no sabia que hasta mis medidas y la talla de la ropa que uso, ella lo sabia, en cuanto me visten toco.
— Ahora que tengo calor, podemos irnos. —
— Entonces vamos mi gato. —
Responde sonriendo y salimos del hospital, Mirella insiste en empujar la silla de ruedas. Tan pronto como llegamos frente al hospital ella llama a un Uber con especificación para un usuario de silla de ruedas, cuando llega el Uber, el conductor la ayuda a subirme al auto y nos dirigimos a casa, no digo nada, pero sigo. preguntándose por qué nadie vino a visitarnos y no nos recogió?
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