Mientras la comida era servida, Brian miró los platos y se dio cuenta de que no era lo que María solía cocinar, por lo que pensó que no los había preparado ella misma. Al ver que este no estaba comiendo y solo se limitaba a mirar fijamente el plato, María informó: "El almuerzo de hoy lo preparó la señora Clark".
Brian levantó una ceja mientras dirigía su mirada hacia Ayla y decía: "¿Sabes cocinar?".
"Sólo unos pocos platos sencillos", respondió Ayla con sinceridad, mientras sus mejillas se tornaban coloradas, aunque estaba consciente de que él lo decía con desdén. Era evidente que ella había hecho algo innecesario.
Brian, sin embargo, esquivó su mirada y comenzó a comer lentamente, saboreando la comida. De pie junto a él, Ayla lo miraba sintiéndose incómoda. Tenía miedo de que no le gustara la comida y la regañase de nuevo.
Después de terminar de comer, Brian finalmente dejó los palillos a un lado y volteó para mirarla. "Ya que puedes cocinar, puedo asumir que no tendrás ningún problema en cocinar para tu esposo. Quiero que me prepares todas mis comidas a partir de ahora, pero cada plato debe ser diferente".
Él lo hizo a propósito. Debido a que ella le había preparado la comida de forma voluntaria, él quería ver cuánto podía mantener su actuación de chica buena.
Ayla se sorprendió un poco cuando lo vio disfrutar la comida que había preparado. Aunque ahora le había encomendado una tarea un tanto difícil, ella dejó escapar un suspiro de alivio porque al menos no estaba enojado con ella.
A la mañana siguiente, como había prometido, Brian consiguió un coche para que Ayla fuera a la universidad.
"Lyle, puedes dejarme aquí". Ayla le pidió al conductor que se detuviera una cuadra antes de su universidad.
"Señora Clark, el señor Clark me ha ordenado estrictamente que la deje en la puerta del campus". El conductor, Lyle, no la escuchó y continuó conduciendo hacia la universidad.
Ayla sabía que era inútil decir nada más después de lo que le había dicho el chofer. Ella entendía por qué Brian haría algo así, pero no le gustaba.
Acababa de empezar la universidad y no conocía a mucha gente. De hecho no quería vivir así por el resto de su vida.
"Gracias, Lyle". Cuando llegaron a la entrada del campus, Ayla bajó del auto después de agradecer al conductor.
Lyle esperó hasta que ella había cruzado la puerta. Después de asegurarse de que ya estaba dentro del a universidad, tomó su teléfono y llamó a Brian. "Señor Clark, ya ha entrado en la universidad".
"Vigílala", ordenó Brian secamente mientras estaba de pie frente a la ventana. Sus ojos estaban llenos de desconfianza y frialdad, pues todavía sospechaba, y aún no podía entender por qué Arlene estaba tan ansiosa por asistir a la universidad.
Juan apareció al rato después. "Señor Clark".
"Juan, al fin llegaste. Toma asiento". Brian le pidió que se sentara en el sofá mientras se sentaba junto a él.
Después de sentarse cómodamente, Juan miró alrededor y preguntó: "¿Dónde está ella?". Brian entendió que Juan estaba preguntando por Arlene.
"¡Vámonos! Ven conmigo a inspeccionar el avance del trabajo en las sucursales". El Grupo Clark era dueño de la industria inmobiliaria y hotelera, así como de varios lugares de entretenimiento. También tenía muchos otros negocios junto con compañías de crédito globales.
"Señor Clark, me alegra que le esté yendo bien". Juan estaba preocupado por Brian, pero al verlo tranquilo y sereno como siempre, se sintió aliviado.
Mientras tanto, Ay la se fue a su dormitorio a empacar sus cosas después de las clases. No tenía mucho equipaje, solo una maleta pequeña. Hoy había estado muy ocupada en la escuela. Después de asistir a muchas clases, fue a la biblioteca a estudiar y tomar notas. Algunas de sus amigas vinieron a hablar con ella en su dormitorio, y ella los saludó con una sonrisa.
"Escuché que llegaste en un auto de lujo esta mañana. ¿Es eso cierto?", preguntó una de sus amigas con curiosidad.
Ayla se sorprendió un poco, pues no esperaba una pregunta así. Sin embargo, no lo admitió ni lo negó.
"Es verdad. Lo vi con mis propios ojos", respondió otra amiga en lugar de ella. Ayla, ¿te has conseguido a un hombre rico? Pero claro, si eres muy hermosa. Cualquier ricachón estaría interesado en ti".
Sus amigas estaban segurísimas de que se había conseguido a un hombre adinerado sin decírselo a nadie. Ese tenía que ser el motivo por el cual no salía de su dormitorio. Sin embargo, nadie sabía la verdad de los hechos a los que se vio sometida, y quizás nunca podría recuperar su libertad por el resto de su vida.
"¡Guau! ¿Cuántos años tiene? ¿Es un anciano calvo?". Sus amigas tenían mucha curiosidad. Hicieron bromas al respecto, ansiosas por saber la verdad. Nadie podía imaginar que en verdad se había casado con un hombre apuesto, joven y millonario que jamás la amaría.
Todo el mundo sabía que Ayla no era una chica que andaba detrás de hombres ricos. Entonces, ¿cómo podrían siquiera imaginarse la verdad de lo ocurrido?
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