Capítulo 657
Antonio m
unbplero, on trovere
Después de un reto incerto, fralmente abrió sus opsy ades, extemeres sus brazos, caps músculos ja se habian enturecido hasta venta un formigues, pero el poreda rdferente a eso Se inclind igeramente hacia delarts yond b cap de coprios que estaba a ou ledo, secando un ogas yodlockeddo entre sus labios
Elsonido methico del encendedor resont ens quietud de la rootejusters azul brott de d
Mientras el aroma del tabeco se dispersaca, la voz gare de Antonio rozd el are, “Variool), este es el primer paciente Que perdo
“Antonio… Marisol sinó un nudo en su coats
El humo ascenda en una linea deliyada entre on deda, ere aldre damente antes de docensHA
Una care llamativemente guapa con una contina ambigua en los boros, pesos opo amendados seguían siendo cautivadores, aunque ahora carepien de brillo, eran tan desolados como una estalla lugar que desaparece en la oscuridad de la noche.
Ella sabia que él debía estar sintiéndose mal…
Antonio entrecerró la mirada, figandose en un punto lepano, y tras un largo silencio, continud badsaddle, “Descués de graduarme del bachillerato, me fur lejos a la Universidad de Colombia para estudiar mediora, very nice la maestray el doctorado. He estado trabajando la mediona por afios, realizando notables one crack grandes y pequeñas, tratando a mucha gente, pero nunca había perdido a un paciente hasta ahora me roofue el primero que no sobrevivió a mi operación”
“El nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte son parte de la nda humana Antonio hizo una paunay miró sus propias manos abiertas, “Quizás para muchos, los médicos están acostumbrados a la muerte, pero la dtesnos es que cuando la gente común ve a alguien a punto de moric lo primero que sienten es compasión, mientras que nuestra primera reacción es intentar salvar su vida”
Sus manos, finas como el jade, incluso sin haberlo visto nunca empuñando un bisturi, uno podía imaginato vestido con una bata quirúrgica verde, enfocado completamente en la operación
Aunque bajo la luz incierta de la luna, las líneas de la palma de su mano apenas se distinguian
Marisol mordió su labio con suavidad, sintiendo una repentina compasión por él. Frente a la muerte, nadie puede permanecer impasible, pero la diferencia es que ellos solo pueden ser espectadores, mientras que los médicos deben intervenir. La responsabilidad que lleva sobre sus hombros no le deja opción ni escapatoria
Siempre se dice que los médicos inspiran admiración y respeto, pero ¿quién sabe de las dificultades y la presión que soportan detrás de todo?
Con una sensación agridulce en la nariz, Marisol tomó con suavidad su brazo rigido, “Ya has hecho suficiente! Blen
hecho!”
“¿De verdad? Antonio gíró la cabeza hacia ella, sus pupilas se contraían como buscando una respuesta.
“S” Marisol asintió con fuerza, apretando aún más su mano, como si quisiera transferirle toda su fuerza, “Antonio, eres médico, y el deber de un médico es salvar vidas y aliviar el dolor Salvar a alguien es cumplir con tu deber, pero si no puedes, también has cumplido con tu deber, ya que hiciste todo lo que estaba a tu alcance para salvarlo. Realmente lo has hecho muy bien, eres increíble.”
Sus ojos brillaban más que la luna colgada en el cielo nocturno. Antonio la miró fijamente, le dio dos fuertes caladas al cigarrillo que ya tenía una larga ceniza, levantó una ceja y sonrió con suavidad, “No por nada eres periodista, hasta para consolar tienes tus trucos!”
“Estoy diciéndote la verdad!” Márisol insistió entre risas y lágrimas.
“Mmm” Antonio apagó la colla del cigarrillo, la lanzó y el ceño en su frente se relajó un poco. Le dijo en voz baja, “Gracias.”
Recogió un gorro quirúrgico y una mascarilla que estaban a su lado. Ya habian pasado más de una hora sentados atli
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Capitulo 657
Viendo a Marisol envuelta en su abrigo y tiritando, se levantó y la ayudó a ponerse de pie. “Ya es tarde, eres una paciente y todavía estás en observación. Si vuelves a tener fiebre, será problemático. Vamos, te llevaré de vuelta a tu
Finalmente, al llegar a la habitación, Marisol levantó la cabeza como si volviera a la vida.
Sentia como si fuera la primera vez que subia a un palanquin en su boda….
Antonio le quitó el abrigo, le sirvió un vaso de agua y después de que ella lo bebiera y se le pasara el frío de la nariz, le indicó con un movimiento de barbilla, “¿Qué haces ahi parada? ¡A la cama a dormir!”
“¡Oh!” Asintió Marisol.
Se deslizó hacia la cama con sus zapatos aún puestos y se subió a ella con dificultad. Al ver que él no se sentaba sino que parecia listo para irse después de dejar el vaso, no pudo evitar preguntarle, “Antonio, ¿te vas?”
“Si‘ Le dijo Antonio mientras bajaba la vista hacia su reloj de pulsera que había sacado de su bolsillo. “Mañana por la mañana tengo una cirugia programada, regresaré al dormitorio. ¡Tú duerme temprano!”
Marisol asintió de nuevo como antes y se metió bajo las sábanas.
Antonio estaba justo bajo la luz, y su sombra la cubría casi por completo. La persistente fragancia de tabaco se mezclaba con su aroma de hombre y se dispersaba hacia ella. Su estado de ánimo ya se había calmado, pero todavía se podia detectar un rastro de soledad en sus ojos.
En el fondo, Marisol se sentía algo culpable. Si no fuera por su accidente, él no habría tenido que regresar apresuradamente a Costa de Rosa desde su viaje. Si hubiera permanecido en Belunania, tal vez no habría realizado esa cirugia de emergencia…
Pensando en que él se iria y ella se quedaria sola…
Cuando él se dio la vuelta para irse, Marisol no pudo resistirse y tomó la manga de su camisa, deteniéndolo, y con sus pestañas temblorosas le dijo, con labios entreabiertos, “Antonio, quédate esta noche…”
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Dulce Disparo al Jefe Cachorro Enamorado