El Alpha Millonario © romance Capítulo 49

Capítulo cuarenta y ocho

Siento mi mundo desfallecer, todo se vuelve tan pesado y observo a Wade horrorizado mirando como caigo al suelo. Antes de sentir el impacto me dejo llevar por la oscuridad.

Trato de abrir los ojos, pero no puedo, escucho la voz de nana gritando de un lado para otro y pasos distintos sonando por todos lados.

—Tengo que abrirla para poder salvarla, su vida corre peligro, Alpha. El bebé está robando casi toda su energía por eso creció rápido estos últimos días —reconozco la voz del doctor.

—HAGA LO QUE TENGA QUE HACER RÁPIDO, SI ELLA MUERE USTED TAMBIÉN—amenaza el ricachón.

—¿Cómo está? —la voz de Henry me saca de mi lucha interna y procedo a escuchar.

—TODO ESTO ES TU MALDITA CULPA, IMBÉCIL—como por arte de magia la escena llega a mi mente y abro mis ojos antes de que Wade haga una locura.

Muevo mi mano y apenas formulo unas cuantas palabras—Wade, tranquilo —susurro con voz ronca y el corre hasta mí.

—¿Te acuerdas de mí? —sus ojos brillan intensos y me escudriña, asiento y él empieza a rellenar mi cara de sus besos—cómo te extrañe luna mía, pensé que te había perdido—abro la boca para contestar, pero un fuerte dolor se instala en mi vientre bajo y comienzo a ver como todo se va oscureciendo otra vez—No, no me dejes—gira hacia el doctor —QUE NO ES SU TRABAJO QUE ELLA ESTE JODIDAMENTE BIEN—el doctor se encoje en su lugar y me coloca una inyección.

—Ya voy a sacar el bebé, ella no puede estar despierta o más doloroso va a ser, no está viendo usted, Alpha, que ella está pálida, sin color y sus ojos tienen unas grandes ojeras negras, eso es sinónimo de energía gastada— me dejo caer a un profundo abismo.

Toco mi pecho desesperada, me duele. Grito tan fuerte como puedo, siento mi vientre desgarrándose y el sudor bajando por mi frente. Mis piernas arden y aprieto mis dientes para disminuir los gritos, pero es en vano.

¿Es que nadie me escucha?

Veo a mis costados y todo se torna negro, una sensación de paz y tranquilidad me arrulla y cierro mis ojos suspirando aliviada.

...

Despierto y examino mi cuerpo vestido de blanco. Junto mis cejas, ¿Qué hago yo así? Miro a mi al rededor y veo el armario del ricachón.

¿Qué hago aquí?

Alzo la mirada y sentada frente a la peinadora hay una niña rellenita con un vestido de novia tan hermoso como ella.

Su maquillaje es sutil tanto que resaltan sus ojos verdes y su peinado es suelto con ondas cayendo por sus cachetes y espalda. Suspira llena de felicidad y se levanta —Bien Irina, iris o irresistible como él te llama—se sonroja —aun que tus padres no estén hoy —mira el suelo y sonríe para ella—mamá no hubiese querido que llorara, ni mi padre tampoco, de igual forma sé que ustedes me acompañarán hasta el altar, así que voy con todo—sale de la mansión y rápidamente veo otro plano de la situación.

La visión del altar hasta la novia que está en la puerta lista para salir es impresionante, puedo sentir los rápidos latidos del afortunado y sonrío para mis adentros, la música empieza a sonar y me veo saliendo con la novia en primer plano y todas las miradas se posan en aquella chica tan sonrojada.

Llego hasta el altar con ella, el millonario se posiciona a mi lado y se la entrego al chico—Cuídala Amir, que todo lo que te enseñé no sea en vano—¿enseñe?

—No te preocupes, la cuidaré muy bien madre —¿Madre?

Madre.

...

Un llanto sordo resuena en mis oídos y escucho la voz de Wade llamándome a lo lejos—Sara. Sara despierta, Sara—mi panorama se va aclarando y a mi alrededor tengo a más de diez personas mirándome. Giro mi cabeza al suelo donde está el doctor secándose el sudor.

Hago un amago intento de sonreír y el gusto de tomar agua llega a mi boca—Tengo sed—todos quedan atónitos y mi madre abre paso entre Wade.

—Lo primero que podrías haber dicho es, te amo, Wade, o ¿Dónde está mi bebe? Pero tú siempre de anormal y dices que tienes sed—alza sus manos dramáticamente.

—Pásenle el agua a la pobre madre del bebé—junto mis cejas.

Giro mi cabeza al otro lado de la habitación y encuentro a una chica sumamente hermosa con cabello de distintos colores.

Es bonita.

De igual forma, ¿ella que hace con Amir?

—¿Quién eres? —comienzo a desconfiar y empiezo a respirar acelerada—¿Qué haces con mi hijo, por qué lo estás cargando? —trago grueso y ella se acerca a mí.

—Hola, soy Valentina. Vieja amiga de Wade, soy como una hermana más, y la que se encargo de cuidar de tu bebé mientras estabas desmayada—mi corazón poco a poco se calma al escuchar sus palabras.

—Aquí está el agua—nana llega a un costado de la cama y me da a tomar un poco, en mi paladar saboreo el delicioso sabor y doy tragos más grandes, pero ella quita el vaso rápido de mi boca—ya no más o te hará mal—me quejo y Wade se asienta a mi lado.

—Trae a mi hijo —el ricachón le hace unas señas a valentina y ella se acerca, con mucho cuidado lo deposita en los brazos de Wade y se aleja un poco. Observo a mi pequeño Wadecito y aguanto las lágrimas en mis ojos —¿Quieres cargarlo? —asiento.

Lo posiciona en mis brazos y este inmediatamente calma sus llantos. Imágenes borrosas del sueño que tuve llegan a mi mente y sonrío.

Amir.

Sus ojitos azules me enfocan y su piel blanca con pocos lunares reluce bajo la iluminación en el cuarto.

Es tan hermoso.

Sonrío para él y en su carita se forma una sonrisa.

Awwww.

Sueno mis mocos y las lágrimas ruedan, ¿no es que las emociones son antes del parto?

Su manita viaja a mi dedo y lo lleva a su pecho, siento un flash en la cara y pego un pequeño brinco en la cara. Alzo la mirada y encuentro a Elizabeth llorando en el pecho de Matías —Mira que hermosos se ven—este soba su cabeza y le dice algo al oído, ella sonríe—Ya tengo la primera foto familiar del apellido Dhall Poezyn— sonrió.

Observo a Wade que me mira con cierto destello en sus ojos. La chica de antes carraspea y todas las miradas se fijan en ella—lamento mucho interrumpir este momento tan conmovedor, pero no tengo mucho tiempo para darles esta noticia. Si es que Wade me lo permite.

—Adelante—dice tan relajado y con un leve asentimiento de cabeza.

—Hoy es mi cumpleaños, al igual que el de esta cochita —se acerca a Amir y toca sus cachetes —y los quería invitar a ustedes dos —nos señala —también a Matías y Elizabeth. La fiesta es ahora en la noche —muerde sus labios sonriendo insegura.

No quiero arruinar su alegría solo por mi culpa, pero lo tengo que decir—disculpa Valentina, pero no podemos ir, o al menos yo no — junta sus cejas extrañada y suspiro —es porque recién doy a luz, y si soy sincera estoy aguantando dolor, pero no lo hago notar porque la felicidad es mas grande —hago un intento de sonrisa que me sale más como una mueca.

—¡Oh! De eso me puedo encargar yo—junta sus cejas y me examina.

¿Acaso es bipolar como Wade?

—¿Y cómo se supone que lo piensas hacer? —mi mirada la escanea de arriba a abajo curiosa.

—¿Puedes levantar la bata y dejarme ver, ya sabes? —se acerca hacia mí.

—Está bien —mi voz suena insegura.

Ella coloca sus manos en donde más se concentra el dolor y dice unas palabras extrañas que no logro distinguir, todos en el cuarto la miramos confundidos y giro mi cabeza hacia el ricachón que no muestra ni un gramo de estar sorprendido.

—Siempre se me olvida que tienes esa especie de poderes.

¿Qué fue eso?

—Tú siempre te olvidas de todo.

Junto mis cejas, ¿cómo que siempre se olvida de todo?

Además, ¿No se supone que yo debería darle celos con Henry?

Después de todo, ¿Dónde está?

¿Celosa?]

Su voz resuena en mi cabeza sacándome de mis pensamientos y niego.

Querido, yo no soy celosa.

Sí, si. Lo que usted diga.]

Sonríe grandemente y alzo una ceja, giro la mirada a Valentina y ella parece captar mi enojo casi impredecible.

—Tranquila Sara, tengo mate. Además, él nunca me ha llamado la atención, siempre lo he visto como mi hermano, lejano, pero mi hermano—muerdo mis labios nerviosa y una ráfaga de calor pasa a mis mejillas.

Siento otro flash en mi cara —La primera foto sonrojada como madre—Elizabeth hace todo un bullicio y niego en desaprobación.

—Madre, deja de tomarme fotos que no soy fotogénica, y —siento la presencia de Henrry detrás de puerta y Wade da un pequeño gruñido de advertencia —lo siento, pero tengo que hablar con él —me levanto con Amir en mis brazos.

Antes de abrir la puerta veo a Wade y abro una comunicación con él.

Necesito hablar con los dos.

No quiero hablar con ese imbécil.]

No tienes opción.

No lo haré porqué te juro que lo mataré.]

WADE ADLEN DHALL, TE EXIJO QUE TE LEVANTES Y ME ACOMPAÑES COMO TODO EL ALPHA QUE ERES.

Su cara refleja enojo, camina hasta mí y toma mi mano—Ya volvemos—abre el cerrojo de la puerta y la cierra dando un portazo.

Miro los pasillos iluminados y decorados con cosas azules y verdes.

¿Él hizo esto?

Henrry tuvo que haber hecho algo grande.

Giro mi cabeza y encuentro a Ricky Ricón mirando al niño de manera curiosa —Amir, se llamará Amir, si tu quieres le pones el segundo nombre—sonríe.

—¿Qué tal te parece Amir Mena? —pico su nariz mientras él presiona uno de los botones de el ascensor y este rápidamente abre —Las damas primero —subo y me agarro de la barra de seguridad.

Me escanea y las puertas se cierran, cierro los ojos tan fuertes como puedo hasta que no siento nada, el elevador emite un pitido y las puertas se abren revelando sus ojos otra vez, pero con una pizca de humor.

¿Cómo ha logrado estar tan rápido en el primer piso?

Tomo su mano que yace extendida frente a mí y seguimos el camino a la puerta principal —tengo que decirte algo —alzo la mirada —yo no perdí la memoria, todo lo hice para darte celos, pero mi cuerpo reaccionaba a tu tacto tal y como decías, era una jodida tortura — suelto todo de golpe y el hace contacto con mi mirada.

Da dos pasos hacia mí y baja hasta quedar a mi altura, toma mi mejilla con una de sus manos y estampa sus labios con los míos, el sabor a whisky llega a mi paladar y le doy un último beso probando sus labios. Me atrae hacia él —Te amo—en sus ojos recorre ese típico brillo de ojos enamorado y sonrío como boba.

—Y yo a ti Ricky Ricón —palmeo su mejilla y tomo su mano.

Las puertas son abiertas y la gran multitud de personas de la manada aplauden y gritan. Veo a Henrry salir del bulto y acercarse hasta cierto punto.

—Felicidades a la nueva madre de la manada y grandes bendiciones al futuro heredero —trata de llegar a mí, pero Ricky Ricón me jala del brazo y gruñe.

—Te juro que te mato si te acercas más—aprieto su mano y le hago seña con los ojos hacia la manada que observan la escena curiosos.

Doy un paso adelante y todas las miradas recaen en mí. Carraspeo —Hola, ya la gran mayoría debe conocerme y para los que no, soy la compañera de su Alpha Wade Dhall —doy un largo suspiro y alzo la vista a ellos —Yo he sido víctima de muchos maltratos por parte de mi padre cuando era muy pequeña hasta grande, mi madre Elizabeth, la compañera del beta; decidió un día escapar y todo mi mundo fue dando un golpe de trescientos sesenta grados. Conocí a su Alpha y poco después recordé mis antiguos pasados los cuales involucran muchos sucesos —Wade aprieta mi mano y continuó —hasta ahora mi vida fue una mentira casi todo este tiempo, pero ya no será así, sentí la necesidad de contarles todo para que confíen en mí y me dejen ser su luna después de tantos arreglos y desarreglos.

La brisa sopla en mi cara hasta que escucho un grito —Que viva nuestra Luna—la gente grita y brinca de un lado a otro con felicidad. Muerdo mis labios y sonrío grandemente.

—Bien hecho —mi mamá se abalanza contra mí y me tambaleo. No note su presencia en la planta baja —ya eres toda una gran mujer—ruedo los ojos.

—Aquí sigo, aún soy la misma cascarrabias—todos reímos y Valentina sale del fondo.

—Bien, Luna del gran millonario, es hora de irnos—Elizabeth toma a Amir y ella nos toma de las manos a las dos, nos lleva a pasos apresurados dentro y dice unas palabras en un acento totalmente raro.

Mi cuerpo se siente como si lo estrellaran con una pared, cierro los ojos y tomo mi cabeza con ambas manos para sobarla, los abro y Elizabeth acaricia a Amir que se encuentra totalmente asustado.

Miro todo con curiosidad, las calles, la gente y sobre todo la inmensa casa tipo castillo en frente de mí, es gigante.

—¿Qué pasa? ¿por qué la cara?

—Pensé que Wade tenía una mansión grande, pero esto es... Una inmensidad.

—¿En serio no es el hospital de la manada? —volteo a ver a mi madre que mantiene la boca abierta.

—No, está en otro lado. Entremos —comienza a caminar en dirección a las enormes puertas.

La casa por dentro se ve pulcra e impecable, nos conduce por un pasillo y llegamos a lo que parece ser la sala —Hola madre, padre, señora Ana—se posiciona frente a ellos.

—Hija ¿ellas quiénes son? —directo al punto. Por primera vez en la existencia me avergüenza estar en un sitio. Decido retroceder un poco para aliviar la incomodidad y la tensión palpable.

Me señala —Ella es Sara, la luna de Wade—señala a mi madre—Y ella es Elizabeth, la madre de Sara y el pequeño en sus brazos es el hijo y futuro heredero de Wade —me escanean de arriba a abajo y se miran entre sí.

—Mucho gusto, yo soy Maurizio Salas, padre de Valentina y Alpha de esta manada —su gran figura imponente se hace notar y su luna procede a presentarse.

—Mucho gusto, yo soy Geraldine Eyheralde, la luna y madre de Valentina.

—El gusto es nuestro—mamá y yo contestamos a la vez.

¿Qué ella y yo no pensamos diferente?

Suspiro cansada. Todo lo que ha pasado hoy me tiene los nervios a flote en cada momento: el desmayo, mis dolores, mi hijo, esta fiesta, aclaraciones a la manada.

Jamás creí que esto de ser Alpha o Luna sería así.

Y yo que pensaba que el ricachón solo se sentaba a firmar papeles y ya.

Camino detrás de ella y subimos a una de sus gigantescas habitaciones, azota la puerta y los chicos que hay arriba de la cama caen al suelo inmediatamente, su voz llena el cuarto de carcajadas y niego sonriendo.

Me jala del brazo y me presenta con cada uno de sus primos y por último su otra mitad, le doy la mano a cada uno y guardo mi distancia.

—Bueno chicos, fuera de mi habitación, ya que falta poco para la fiesta y ustedes ni siquiera se han arreglado —empuja a sus primos fuera.

—Ya entendimos, ya—cada uno de ellos reprocha y ella rueda los ojos.

—Entonces salgan —les da un último empujón y cierra la puerta de un portazo.

Ella gira su cabeza a un lado y mira como su mate busca una oportunidad para entrar al baño.

Sonrío. Parecen niños.

—Scheider, ¿Para dónde crees que vas? —su voz suena amenazante y él se detiene en seco.

—Para ningún lado, amor.

Esto es entretenimiento de primera clase.

Parece una telenovela dónde al protagonista lo descubren con las manos en la masa.

—Si claro y yo soy un demonio—sus ojos dan un leve brillo blanco y sonríe de lado.

—De hecho, pareces un ángel, los demonios tienen un tono rojo en su destello —digo sin más y me encojo de hombros desinteresada.

Miro a Amir que aún duerme plácidamente en el hombro de mi madre después de todo el escándalo.

Giro y el rostro de valentina toma cierta diversión hacia su mate —Ya vete Scheider, antes de que mueras— toma el puente se su nariz.

—Está bien, adiós cariño—le da un beso y sale de la habitación lentamente.

Su presencia desaparece y por fin ella presta atención a nosotras—seguramente no tienen vestidos, porque no sabían de la invitación así que —gira sobre sus talones con una alegría inmensa —vamos a mi armario—toma el pomo de una puerta.

—No creo que tengas de nuestra talla, mira a Sara, parece una jirafa y mírame a mí, soy bella, pero claro está que soy mas rellena que tú —Valentina tira de la puerta y nos deja ver su gran armario repleto de ropa, zapatos y demás.

—De eso tranquilas que yo tengo todo tipo de ropa, desde las más reveladoras hasta las mas anchas y grandes. Mi closet es una tienda personal.

—Wow.

¿Por qué todos los millonarios tienen este tipo de capricho?

—¡Oh por Dios! Es el jodido paraíso —Elizabeth mueve a Amir de un lado para otro con ganas de explorar absolutamente todo.

—¿Ustedes no tienen un clóset así? —niego.

—El millonario tiene uno parecido, pero no es tan... —muerdo mis labios insegura y jugueteo con mis manos—voluminoso, de igual forma yo comparto con él y como no me gusta llamar mucho la atención está bien para mí que sea así, pero ella—señalo a mi madre —es una loca con estás cosas. Puede pasar horas en el centro comercial, incluso puede llevarse toda la mercancía de una tienda—reímos juntas.

—Bueno, ya vuelvo. Iré a buscar unos vestidos de acorde con ustedes —señala dentro y asiento, desaparece ante tanta ropa y le doy un codazo a mi madre.

—Deberías tú también tener uno así.

Ruedo los ojos —no lo necesito, de verdad.

—vamos a sentarnos que me duelen los pies—me ignora completamente y toma asiento en uno de los sillones.

—Compórtate madre, estamos en una casa ajena.

—Como si sentarse fuera malo, además estoy cargando a tu hijo, ven aquí —tomo asiento a su lado y ella me pasa a Amir—¿por qué no le dices a Wade que...

—No quiero ni una sola palabra más sobre algo así, para mí es demasiado, además es suficiente con el elevador que mando a construir adentro de la mansión solo por mí y ahora necesitamos un cuarto más grande, porque no pienso dejar a mi hijo solo, no después de que tantos lo quisieran matar y lo quieren matar.

Escucho pasos aproximándose y levanto la cabeza, veo los vestidos que trae en la mano y una serie de accesorios en otra, me levanto y la vieja con complejo de adolecente es la primera en hablar.

—Que hermosos.

—¿Cuál es el mío? —pregunto con curiosidad ante los dos al frente de mí.

—Verdad que son lindos —asiento —este es el tuyo, Elizabeth —le da uno negro con encaje y una enorme brecha en el muslo izquierdo.

Perfecto para Elizabeth y su llamativa atención.

—Es bellísimo y para acabar de mi talla —suspira—creo que me enamoré —chilla.

—Sara —llama mi atención —éste es el tuyo —con la mano libre lo tomo e inspecciono su corte.

Es azul oscuro, tiene pedrería fina, un escote pronunciado y espalda descubierta.

Esto no es para mí.

No lo es, pero es bellísimo.

—Es lindo— opto por decir, achica sus ojos divertida y coloca sus manos en forma de jarra.

—Ya que tienen sus vestidos, por favor, muevan ese trasero.

—Si señora —decimos mi madre y yo al unísono, sonrío.

Ya van dos veces que decimos algo así.

Muerdo un poco el interior de mis mejillas y Vale junta sus cejas —¿Qué pasa? —alzo un poco el hombro donde Amir bota baba —¡Oh! Ya entiendo, dame a ese pequeño hombrecito —doy un paso y ella lo toma —por cierto, el baño está en la otra puerta y una se puede vestir afuera.

Asiento segura y ella sale de su gigantesco armario con mi preciado hijo en su hombro. Camino con paso seguro hacia el baño y cierro la puerta, me quito la horrible ropa de anciana que cargo y miro mi terrible cuerpo en el espejo.

Escuálido, flaco, sin proporciones.

Realmente no sé qué el millonario ve en mí.

Quito todo pensamiento negativo de mi mente y me doy una ducha rápida, me seco y la suavidad del vestido acaricia mi piel. Me veo en el espejo, mi cabello hecho un desastre y mi cara escuálida con ojeras de a peso, por primera vez lo diré: necesito maquillaje.

Salgo del baño y mi madre gira sobre sus talones con ese hermoso vestido negro—Sara, estás hermosa—camina hasta mí y besa mi frente.

—Estoy agotada, mira mi cara y cabello hechos un desastre, no sé si hice bien en venir con tan solo unas pocas horas de haber estado sufriendo en la cama. También estoy un poco desconfiada de todos, quiero tener a Amir para mi sola, no quiero que alguien le haga daño —mi mirada se dirige al suelo reluciente.

—Con que Amir, eh—sonríe —es normal cuando eres primeriza, ya pasará, además la familia de Valentina parece ser seria, no te preocupes por él y sobre tu aspecto —me da un empujón en el hombro —¿A quién crees que tienes al frente?

Alzo una ceja —¿A una señora que se cree adolecente? —sonrío de lado y escucho la puerta abrirse levemente.

—Se ven preciosas —claro, un par de ojeras y todo mi cabello alborotado se ve precioso.

Cierra la puerta y nos deja con el gracias en la boca —Bueno, tendré que investigar por mi misma—mi madre comienza a husmear y ruedo los ojos.

Me asiento en el sillón observando todas sus ropas algo pegadas y reveladoras.

Definitivamente somos distintas.

Escucho el grito de Elizabeth y corro hasta ella—¿Qué pasa? Por qué gritaste... —mi voz se va apagando cada vez más y más a medida que veo la cantidad de accesorios y maquillaje que hay en una de las gavetas, como si oyera sus pensamientos, niego —no vas a tomar nada que no es tuyo, Elizabeth deja eso quieto porque no es tuyo —sin escucharme agarra una cartera, comienza a tirar todo tipo de cosas y me arrastra hacia los sillones.

—Cierra los ojos, te maquillaré y no quiero que te veas hasta que termine —doy un largo suspiro y cierro los ojos dejándome llevar por sus manos.

Después de media hora ella termina conmigo y se va al baño cerrando la puerta rápidamente para que no me vea en el espejo.

Me cruzo de brazos. Que infantil.

Juego con mis manos otra media hora más y sale ella totalmente radiante y esplendida con un maquillaje neutral, su cabello está amarrado en una coleta alta y tiene algunos de los accesorios de Valentina en su cuerpo.

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