Una vez que Amaya se marchó, Clara y Alejandra dejaron de mencionar lo que acababa de ocurrir. Tras un agradable almuerzo, volvieron a la oficina para seguir trabajando.
Hacia las tres de la tarde, Clara recibió de repente una llamada de Adolfo.
Al ver a que era su padre, con el que no había contactado durante mucho tiempo, las cejas de Clara se fruncieron.
El viejo no la llamaba normalmente si no tenía algo que hacer, y cada vez que lo hacía no salía nada bueno. Así que no sabía qué quería hacer esta vez.
Después de reflexionar un rato, Clara no pudo evitar suspirar y cogió el teléfono, dijo con indiferencia, -¿Qué quieres hacer?
Sin embargo, para sorpresa de Clara, la voz que salía del otro lado del teléfono no era la de Adolfo, sino la voz urgente del ama de llaves, Boris, -Señorita, ha pasado algo.-
-¿Boris?-
Clara se quedó atónito. Un par de bonitas cejas finas se arrugaron, -Merlo, ¿qué pasa?
-Algo le ha pasado al señor González, y ahora lo están salvando en el hospital-.
-¡¡¡Qué!!!-
En cuanto salieron las palabras del mayordomo, la cara de Clara cambió rápido.
Aunque en estos años debido a que Cecilia y Ofelia habían hecho que su relación con Adolfo fuera extremadamente mala, sin embargo, no importaba lo mala que fuera, al final era su padre. Por eso, cuando se enteró de que le había pasado algo a Adolfo, que siempre había estado en buena forma física, incluso la tranquila Clara no pudo evitar palidecer.
-¿Está enfermo? ¿Es serio?-
Clara apenas recuperó la cordura y preguntó con voz grave.
-No lo sé, el señor se desmayó a mediodía sin motivo. El médico no ha salido aún. Señorita, venga a ver al viejo-
El tono del mayordomo sonaba un poco pesado. Al parecer, la situación de Adolfo era, en efecto, poco optimista.
Clara respiró hondo e inmediatamente dijo, -Lo sé, iré enseguida.
Tras colgar el teléfono, Clara pidió permiso a Telma y se dirigió al hospital sin demora.
En ese momento, en la entrada de la sala de emergencia del Hospital de la Ciudad Paz, tres figuras esperaban allí.
Una de ellas era, naturalmente, Boris que acababa de llamar a Clara.
Boris caminaba inquieto por allí, con su vieja cara llena de preocupación.
Y las otras dos eran Ofelia y Cecilia.
Más tarde, la madre e hija estaban sentadas en la silla del pasillo con expresiones diferentes.
La expresión de Cecilia era indiferente. Se podía ver una pizca de suficiencia oculta bajo sus ojos.
Sin embargo, cuando vio que Boris seguía caminando de un lado a otro, la impaciencia surgió en su rostro, -Boris, ¿puedes dejar de caminar por ahí, me haces mareada?
-Lo siento, señorita Cecilia, yo...sólo estoy preocupado por el señor-
Boris se detuvo y dijo con un rostro algo temeroso.
Cecilia dijo fríamente, -¿De qué hay que preocuparse? ¿El médico ya está dando los primeros auxilios, es útil preocuparse?-
-Señorita Cecilia, ¿cómo puede decir eso? Aún no se sabe que está vivo o muerto el señor, ¿acaso no está preocupada en absoluto?-
Boris se apresuró a saludarle y le dijo respetuosamente, -Señorita Clara, ¿está usted aquí?
-Sí.-
Clara asintió. Echó una mirada a Ofelia y Cecilia a su lado, ni siquiera quería saludarlas, y preguntó directamente, -¿Dónde está mi padre?
-El señor aún no ha salido -respondió con sinceridad Boris.
Clara frunció el ceño, -¿Cuánto tiempo se queda?
-Una hora - dijo Boris mientras miraba preocupado a la sala de operaciones.
-Cómo está la situación, cuéntame-.
Ayudando a Boris a sentarse en una silla al lado, Clara dijo con voz suave.
A ese viejo mayordomo Clara siempre le trataba con respeto. Boris llevaba muchos años en la familia González y se podía decir que la había visto crecer.
En la familia González, hizo todo lo posible. Además de no tener hijos, fue extremadamente bueno con Clara.
Durante el tiempo que Clara estuvo fuera de casa, Boris la había mencionado con Adolfo muchas veces, esperando que Adolfo llamara a Clara a casa lo antes posible.
Para Clara, Boris casi podría ser como su familiar.
Boris asintió con la cabeza, organizó sus pensamientos, luego comenzó a narrar, -Señor Adplfo todavía estaba bien cuando trabajaba en la empresa esta mañana. Pero por la tarde, de repente volvió a casa. Al parecer, quería tomar algunos documentos importantes. No le pregunté en ese momento. Pero para mi sorpresa, no mucho después de entrar en el estudio, tuvo de repente una convulsión y cayó inconsciente en el suelo. Por suerte, la señora lo encontró a tiempo y llevó al señor inconsciente al hospital para reanimarlo-
Al escuchar esta simple narración del Boris, Clara frunció el ceño y miró inconscientemente en esa dirección de Ofelia.
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