Al bajar las escaleras, Vasco se quedaba con Clara en el vestíbulo del edificio esperando a Antonio.
Clara estaba un poco avergonzada y se apresuraba a decir, -Señor Vasco, en realidad puedo esperarlo yo solo.-
Vasco la miraba, -Estoy preocupado.-
Está bien, Clara no tenía nada que decir.
Lo veía en el cartel ayer con expresión indiferente, aunque sonreía, se sentía difícil acercarse.
Lo mismo ocurría en la conferencia de prensa. Frente a los actores del mismo equipo, era cortés pero alienado, y no se acercaba demasiado a nadie.
Pero hoy le daba otro sentimiento.
Era fría su apariencia pero era apasionado su corazón, también era una persona muy suave y simpática.
Clara bajaba la cabeza como si hubiera descubierto un gran secreto, y las comisuras de sus labios se levantaban incontrolablemente.
De hecho, lo que no sabía era que ella era especial, por eso, Vasco la trataría con dulzura.
...
Antonio entraba en la Comunidad Impluvio, de un vistazo, veía a Clara parada no muy lejos, y... al lado de un hombre.
Él fruncía el ceño, Clara bajaba la cabeza, y el hombre la miraba de cerca, con ternura claramente visible en su cara.
No se acercaba, solo se quedaba parado y la llamaba, -Clara.-
Clara de repente escuchaba que alguien la llamaba y su voz le resultaba familiar. Rápidamente levantaba la cabeza para seguir la voz, y cuando veía la figura familiar, se sentía muy alegre.
-Antonio.-
Ella corría hacia él felizmente.
Ella se había ido, como una hermosa mariposa volando.
Vasco la veía abrazar al hombre, apretando sus manos en silencio, la insatisfacción aparecía en el rostro hermoso y una tristeza se revelaba en sus ojos.
Antonio abrazaba a Clara con fuerza, sintiendo su temperatura, su aliento, y el corazón intranquilo por miedo a perderla lentamente se calmaba.
La abrazaba con tanta fuerza y la lastimaba, pero ella no luchaba, simplemente se apoyaba tranquilamente en su pecho, escuchando los latidos de su corazón.
Después de un buen rato, decía en voz baja, -Lo siento, Antonio, te hice preocuparte por mí.-
Antonio la soltaba y la miraba de arriba abajo, -¿Estás bien?-
Clara sonreía y asentía con la cabeza, -Sí.-
Luego, se volvía para mirar a Vasco, la sonrisa se profundizaba un poco, -Antonio, él me ha salvado.-
Antonio seguía su mirada, la vista se encontraba con la del hombre inesperadamente.
Los dos hombres se miraban mutuamente y se competían en secreto.
Clara no conocía la competencia entre ellos, e introducía la identidad de Vasco en el costado, -Antonio, se llama Vasco Robledo, es el actor más popular en la industria del entretenimiento.-
La competencia entre los hombres terminaba con la corteza respuesta de Vasco, Antonio arqueaba las cejas, llevaba a Clara y caminaba hacia Vasco.
-Gracias por salvar a mi esposa.- Antonio le agradecía cortésmente.
Al escuchar la palabra "esposa", Vasco fruncía el ceño y miraba a Clara con sospecha.
Ella sonreía tímidamente, -Bueno, él es mi esposo, Antonio Díaz.-
El rostro de Vasco cambiaba de repente, no era que no conociera a Antonio, el presidente del Grupo Nevada. Pero él no sabía que ya estaba casado y su esposa resultaba ser... Clara.
-¿Estás incómodo? Señor Vasco.-
Clara notaba que la cara de Vasco se ponía pálida repentinamente y lo miraba preocupada.
-Estoy bien.- Vasco sonreía a regañadientes.
-Pero...- Clara no creía que él estuviera bien, y quería decir más, pero Antonio la detenía.
En este momento, una voz profunda sonaba en sus oídos.
-Clara.-
Ella giraba la cabeza, de repente, sus ojos se oscurecían y sus labios estaban cubiertos por los de él.
Un beso rudo y castigador.
Clara estaba como lenteja de agua, aturdida por la repentina ráfaga de viento y lluvia, solo podía abrazar su cuello y respondía tímidamente.
El ambiente en el coche se volvía cada vez más cálido, y su mano le acariciaba lentamente la espalda, a través de su cintura sensible, se deslizaba por debajo de la camisa y le acariciaba la cintura.
Clara sentía que el lugar que él había tocado estaba en llamas, y tenía tanto calor que su conciencia se volvía confundida gradualmente, luego hacía un sonido insoportable.
Justo cuando estaba a punto de perder el control, sonaba una voz intempestiva.
Glu, glu.
Los dos quedaban atónitos al mismo tiempo, y luego se daba cuenta de que el estómago de Clara estaba llamando.
-Je.- Antonio no podía evitar reír levemente.
Y al oírlo sonreír, Clara levantaba las manos tímidamente hacia su pecho y lo apartaba.
-Tengo hambre.- Ella murmuraba.
Antonio le frotaba el pelo con cariño, -Vámonos a casa y te prepararé una comida riquísima.-
Clara sonreía dulcemente, -Quiero comer camarones en salsa de tomate, espinacas salteadas, pescado estofado y una sopa de tomate y huevo.-
-Está bien, cocinaré todo lo que quieras.- Antonio la miraba con los ojos llenos de mima.
Con tal episodio, la tristeza que cubría el corazón de Clara se disipaba.
Antonio no estaba enojado, seguía siendo tan simpático.
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