-¡Rascaron con tanta fuerza!-
-Si lo supiera antes, no las dejaría salirse sin ponerles castigo.-
-¿Si te queda una cicatriz, cómo podemos quitarla?-
-¿Te duele mucho?-
Clara dijo, mientras que se la desinfectó la herida.
Alejandra miró hacia arriba, recordó todas sus preocupaciones en su mente.
-Si las encuentra otra vez a las zorras, vete rápidamente. ¿Recuerdas?-
Clara bajó su mirada para ver los ojos de Alejandra, y añadió, -Nos salimos no significa que las tememos, sino que no queremos pelear con ellas. ¿Lo entiendes?-
-Sí, lo entiendo.-Alejandra asintió con la cabeza y rio, -Clara, te pareces mucho a mi mamá, cuando dices sin cesar.-
-¿Sí? Pues, llámame “mamá”.- Clara bromeó con ella.
Pero Alejandra dijo, de repente, -Mamá.-
-Estoy bromeando contigo.- Clara le dio un vistazo-No estoy tan vieja que tener una hija de tanta edad.
Alejandra se murmuró de forma insatisfecha-Te has aprovechado de mis palabras, pero las detestas.
Clara no controló a reír, -No, no lo detesto nada, sino que me alegro de esto.-
Después de aplicárselo la medicine, miró su cara detalladamente-Espero que no te quede una cicatriz.
-No te preocupes, con tan pequeña herida, es imposible que me quede una cicatriz. - Clara mostró su preocupación sobre la herida de Alejandra, pero Alejandra no la preocupó nada.
Viendo que estaba mirando su herida preocupadamente, Alejandra cogió su mano, y la consoló amorosamente, -Hala. Mi piel no es tan débil que puede dejar cicatrices fácilmente.-
Luego, la llevó a ir a fuera, -Vamos a regresar a trabajar. Cuando terminemos, te invitaré a cenar.-
Cenó e hizo compras con Alejandra. Cuando regresó a su casa, ya era las diez por la noche.
Al abrir la puerta, vio la oscuridad y la tranquilidad.
Era tan tarde que los criados ya regresaron a sus habitaciones a descansar.
Cerró la puerta tranquilamente, tras ponerse las pantuflas, subió la escalera silenciosamente.
Al pasar el estudio, vio que dentro de él todavía había luz. Se detuvo, empujó la puerta, y vio que Antonio estaba sentando detrás de la mesa negra, y bajando su cabeza, parecía que estaba viendo algo.
Él peinó su cabello hacia atrás, mostrando toda su frente redondeada. La luz cayó en su cuerpo. Su cabello negro estaba brillante. Parecía que era muy joven y activo.
Era posible que no hubiera oído ningún ruido, seguía bajando la cabeza, sin darse cuenta de que apareció una persona más en la habitación.
Hizo un rodeo silenciosamente para llegar detrás de él. Cubrió los ojos de él con sus manos.
Sintió que él se había asustado. Levantó sus comisuras. Preguntó con una voz aguda, -¿Adivina quién soy yo?
-Clara.-Antonio tomó sus manos sonriendo, y levantó su mirada parar verlos ojos cristalinos de ella.
-¿Por qué regresas tan tarde?- preguntó.
-Alejandra quiso hacer compras y le acompañé, así que regreso tan tarde.-
Clara retiró sus manos y las puso detrás de ella. Vino a su lado para ver los documentos entendidos en la mesa.
-No es nada extraño que no das cuenta de que he entrado, estás viendo este documento.-
El formulario de ganancias financieras de Grupo Nevada.
-Sí, es el documento de las actividades de la empresa en el último trimestre.- abrazó la cintura de ella, dejándola apoyó en su pecho.
Clara gritó en voz baja, cayó en sus piernas. Sus manos estaban un poco arriba de su cintura, con un movimiento, pudo tocar su pecho.
Era mejor que antes.
Se le fue un suspiro de alivio, se quitó toda su ropa y entró en el baño.
Se duchó satisfechamente, alcanzó a la ropa en la percha, pero no alcanzó nada.
Jo...¡Olvidó llevar su pijama al baño!
¿Qué tendría que hacer? No pudo salir desnuda. Aunque él había visto todo su cuerpo, pero...¡Era demasiado vergonzoso!
Movió su cabeza fuertemente, no quiso salir desnuda.
Miró a su alrededor, a ver si encontraría alguna cosa para cubrirse.
Antes, en el baño había la bata de baño, pero aquel día, muy interesante, no había nada.
Sin más remedios, tuvo que coger la camisa que había quitado, y se la puso. Pero esto solo cubría su culo.
Y siguiente, abrió la puerta del baño, y asomó su cabeza. Al ver que él no había regresado al dormitorio.
Se le fue un suspiro de alivio, y salió rápidamente.
Mientras que iba a ir al vestuario para mudar de ropa, la puerta se abrió.
Clara giró su cabeza hacia a la puerta, y vio que una silueta esbelta entró.
Él se había puesto el pijama, pero su cabello no se secó con secador. Sus cinco sentidos guapos parecían un poco perezosos y atractivos, en vez de ser tan severo como siempre.
A Clara le asombró su belleza, olvidando que solo llevada una camisa fina.
La luz de la habitación era oscura, solo una lámpara de pared iluminó con luz amarila.
Al Antonio abrió la puerta, no conjeturó que iba a ver una escena como así. Por eso, sus ojos se oscurecieron.
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