El Amor De Antonio romance Capítulo 190

De pie, de espaldas a la luz, acababa de darse ducha, y el agua que goteaba de su pelo mojado emborronaba su camisa hasta hacerla translúcida, de modo que el contorno redondeado de sus pechos podía verse tenuemente con un encanto mortal.

Las piernas largas, delgadas y bien proporcionadas bajo la camisa blanca desprendían un brillo seductor.

Su mirada era excesivamente caliente, con desnudos deseo.

Clara le entró el pánico en el corazón y se apresuró a explicar, -Me olvidé de coger el pijama, cambiarme ahora. -

Acababa de terminar de hablar cuando se dio la vuelta y estaba a punto de dirigirse a los vestuarios.

Pero él fue aún más rápido que ella, sólo llegar a su lado en unos grandes pasos, y con un largo brazo, la envolvió poderosamente en sus brazos.

Ella gimió, y entonces su beso...

Una habitación con encanto.

La noche no había hecho más que empezar.

...

Una noche de indulgencia había dejado a Clara tan cansada que durmió hasta el mediodía.

En cuanto se despertó y vio la hora, sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa.

-¡Madre mía!- - ¡Había faltado al trabajo! -

Sin poder pensar mucho en ello, se apresuró a levantarse, pero nada más salir de la cama, sintió de repente las piernas doloridas y débiles, y estuvo a punto de caer de nuevo en la cama.

La imagen de la pasión del anoche pasó por su mente, su rostro no pudo evitar calentarse, maldijo en voz baja, - ¡Ese hombre no conoce la templanza! -

El hombre del que ella hablaba estaba sentado en la sala de conferencias en ese momento y estaba extraordinariamente diferente hoy también se rió.

Todos los presentes tenían una pregunta en el corazón

-¿Está el presidente enfermo?-

Sólo José sabía lo que le pasaba a su jefe.

Además, sólo había una persona que podía hacer que jefe se desquiciara tanto.

Era la esposa del presidente.

Clara González.

La esposa del presidente, a la que José pensaba, se dirigía en estos momentos a la empresa con miseria.

Cuando apareció en el departamento, Alejandra exclamó sorprendida, -Clara, ¿No te habías tomado una licencia? -

-¿Qué?- Clara se quedó paralizada un momento y luego se dio cuenta de que Antonio había tomado licencia para ella.

Para no explicar la verdad, continuó diciendo, -Tenía algunas cosas que hacer, así que vine a ocuparme de algunas cosas. -

Cuando Alejandra escuchó lo que había dicho y frunció el ceño, -En realidad, no deberías haber venido-.

- ¿Por qué? -

Clara puso su bolso sobre la mesa y encendió su ordenador, luego giró la cabeza para mirarla con desconfianza.

-Cecilia acaba de llegar. -

Fue una respuesta totalmente inesperada.

Clara levantó las cejas y preguntó: - ¿Dónde está? -

-Acaba de ir a ver al presidente y debería seguir allí. - Alejandra rozó los labios -He oído que se trata de la rescisión del contrato. -

-Debe haber sido un gran lío. - Con el tipo de personalidad arrogante de Cecilia, definitivamente no se rendiría.

Clara reflexionó un momento y decidió que sería mejor ir al despacho del presidente en caso de que los demás no pudieran enfrentarse a esa mujer.

-Alejandra, arreglaré algunas cosas y volveré pronto. -

Con eso, se dio la vuelta y se fue sin esperar la reacción de Alejandra.

Pero ahora ella inesperadamente fuera de tal cosa ¿Realmente demasiado difícil de caminar su propio camino?

El agente estaba angustiado e impotente. Si no consiguió convencer al señor Guillén de que no cancelara su contrato, tendría que buscar una nueva empresa con la que firmar.

Pero, - ¿Qué empresa estaría dispuesta a fichar a Cecilia? -

Guillén miró a su agente, que se quedó sin palabras, y a Cecilia que guardó silencio, y se levantó, - No tiene sentido seguir hablando, así que por favor vuelve. -

Su actitud ya había quedado bastante clara, un mayor enredo sólo sería más perjudicial para ellos.

Entonces, el agente se volvió para tirar de Cecilia, -Cecilia, pensaremos en otra forma. -

Pero ella lo esquivó, el agente frunció el ceño y sólo quiso preguntar qué pasaba.

De repente dio un paso adelante y golpeó las manos sobre la mesa, mirando a Guillén con indignación y resentimiento, -Señor Guillén, es obvio que mi bebé se ha ido por culpa de Clara, y es obvio que ella también tiene la culpa, y sin embargo me haces cargar con toda la culpa.

-¿De verdad eres tan injusto?-

Al final de su frase, su voz no pudo evitar elevarse y arrancarse, un poco histérica.

-Cecilia, para-. El agente vio que todo el rostro de Guillén se ensombrecía y se apresuró a tirar de Cecilia.

-Vete- Cecilia se sacudió la mano, mirando a Guillén con burla en los ojos, sonriendo débilmente, -Además, Clara y tú con una relación nada sencilla, sólo me pregunto si alguna vez has pensado en el hecho de que ella tiene otros hombres y más de uno cuando te acostabas con Clara. -

Los ojos de Guillén se volvieron repentinamente fríos, su expresión era sombría y terrible, y el aire frío y feroz emanaba de todo el cuerpo, lo que hizo que la presión del aire en la oficina bajara unos cuantos grados.

Al ver esto, el agente se asustó y se apresuró a tirar de Cecilia de nuevo - Cecilia, para, ¿Vale? -.

Su tono era suplicante.

Pero Cecilia no la escuchó en absoluto, se enfrentó a Guillén sombrío y peligroso, y entonces habló con sarcasmo y sin miedo, - ¿Qué? - Una persona que ha hecho algo tiene miedo de que los demás hablen de ella. - - ¿Seguirías apreciando a una persona así? -

-Ella, Clara, es una mujer de libertinaje, y sólo los hombres , se dejarán seducir por ella. -

¡Cecilia, no seas tan indisciplinada!

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