El Amor De Antonio romance Capítulo 216

Clara se quedó atónita ante el consentimiento de Ofelia, luego sonrió con sarcasmo.

-¿Necesito tu consentimiento para enviar a mi padre al País M? Por favor, no te asignes tanta importancia.-

-Clara, ¿cómo puedes...?-

-Por favor, sal, quiero estar a solas con mi padre.- La interrumpió Clara sin piedad.

Después de hablar, le dio la espalda sin siquiera mirarla.

Ofelia no había pensado quedarse mucho tiempo desde el principio, así que le dio a Clara una mirada cruel antes de irse apresuradamente.

Tenía que regresar y contarle a Cecilia que Adolfo iba a ser enviado al País M, así estarían preparadas para lo que sucediera después.

Después de que Ofelia se fue, Clara tomó la mano cálida de su padre y dijo en voz baja, -Papá, haré que los que te lastimaron reciban el castigo que se merecen, y también protegeré al Grupo González. Cuando te mejores, te devolveré el Grupo González.-

Habiendo dicho eso, se quedó mirando el rostro pálido de su padre con los ojos cerrados, entonces no pudo evitar sentirse triste, bajó la cabeza y murmuró, -Papá, tienes que recuperarte.-

La habitación estaba en silencio, solo el monitor emitía un pitido. Ella estaba sentada en silencio en el borde de la cama, sosteniendo la mano de su padre con fuerza, y detrás de ella, la brisa entró juguetonamente para mover las cortinas con alegría.

Se podía perdonar a la gente que cometía un error por primera vez.

¿Pero y por segunda vez?

Mientras Alejandra estaba durmiendo aturdidamente, el despertador sonó a la hora establecida para todos los días. Entonces agarró la colcha y se cubrió la cabeza en un intento de bloquear el molesto ruido del despertador.

Pero los resultados no fueron buenos, porque el despertador seguía sonando.

Así que solo pudo darse por vencida y salir de la colcha. Cuando se sentó y estaba a punto de apagar el despertador.

De repente, sintió un escalofrío en el pecho y rápidamente miró hacia abajo, “¡Joder! ¡¿No llevo nada puesto?!”.

Inmediatamente después, vislumbró el caos que había en el suelo por el rabillo de sus ojos. Su ropa estaba esparcida por todo el lugar, y… también había ropa de hombre, además... de unos calzoncillos slip que no quería ni echarle ojo de encima.

Un mal presentimiento estalló en su mente y de inmediato se le hizo un caos en la cabeza. Con su rígido cuello lentamente volvió la cabeza, y un rostro atractivo y familiar saltó a la vista.

Le dio un sobresalto, ¡Guillen!

¡Era él de nuevo!

Ella lo miró embobada, y el recuerdo de la noche anterior regresó lentamente a su mente.

Después de salir de la casa de Clara, se fue a su casa. Tan pronto como llegó a casa, recibió una llamada con el número de Guillen. No obstante, la persona que cogió la llamada dijo que era un camarero de un bar, y la llamó porque el cliente estaba borracho y le pidió que llamase a ese número para que le recogieran.

-Lo siento, te has equivocado de número.- Colgó el teléfono sin decir nada más.

Antes de que dejara el teléfono, volvió a sonar y era Guillen otra vez.

Ella respondió, -He dicho que no lo conozco, así que no me llames más.-

-Alejandra...- Una voz baja familiar vino del teléfono, enseguida apretó la mano que sostenía el teléfono y se mordió el labio sin producir ningún sonido.

-Alejandra, ¿por qué... me tratas como a un extraño? Realmente... realmente me gustas.-

Tal vez estaba borracho, por eso no pudo hablar fluidamente.

-Guillen, tú...-

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