Cuando Antonio recibió la llamada de Clara, estaba discutiendo asuntos con José.
Tan pronto como vio el nombre de llamada en la pantalla del teléfono, su expresión fría y tensa se suavizó instantáneamente.
José arqueó las cejas con calma y pensó que debería ser Clara quien llamó.
El presidente, como un iceberg, solo se derretiría en agua frente a su esposa.
Antonio tomó el teléfono y no respondió la llamada hasta que llegó a la ventana del piso al techo.
-Antonio, ¿te vas a casa?-
Tan pronto como lo recogió, la voz de Clara se escuchó.
Antonio curvó los labios, -¿Qué pasa? ¿Me extrañas?-
-Sí, te extraño. Quiero que cenes conmigo-
Clara dijo eso en el otro lado del teléfono y no podía ver que los ojos de Antonio estaban tan tiernos como el agua por un momento debido a sus palabras, desbordados con una corriente de luz.
Miró el cielo oscuro fuera de la ventana, con una luz suave brillando bajo sus ojos, y dijo en voz baja, -Bueno, volveré más tarde.-
-Entonces te esperaré.-
Cuando su voz terminó, la llamada también se cortó.
Antonio colgó el teléfono, sonrió levemente. Luego volvió la cabeza y le dijo a José, quien todavía estaba sentado en el sofá, -Sal del trabajo. Hablaremos mañana.-
José arqueó ligeramente las cejas y le parecía que ya no podía continuar el trabajo.
Antonio apagó la computadora, recogió el abrigo que colgaba del respaldo de la silla y salió de la oficina detrás de José.
Tan pronto como Clara puso la mesa y los palillos, escuchó la voz de Albina fuera del restaurante.
-Antonio, finalmente regresó. Clara lo ha estado esperando durante mucho tiempo.-
Al escuchar las palabras de Albina, Clara creía que sus palabras eran tan exageradas.
De hecho, no esperó mucho, solo habían pasado más de 20 minutos desde que llamó a Antonio.
Antonio le entregó el abrigo a Albina, -¿Dónde está Clara?-
-Está en el comedor y esperando que regreses para cenar. Adelante.-
Antonio caminó hacia el comedor, y tan pronto como entró, vio a Clara que estaba sonriendo.
Una cálida luz amarilla cayó sobre su cabeza. Su cabello oscuro brillaba con un halo poco profundo, su delicada carita estaba llena de sonrisas y sus pupilas eran extremadamente claras y brillantes.
-Ya vuelves.- En el tranquilo comedor, sonó su suave voz.
Antonio curvó lentamente las comisuras de los labios, y las pupilas negras como tinta oscura se desbordaron con un rayo de luz.
Clara sonrió y lo llevó a la mesa del comedor para que se sentara, -Debes tener hambre. Albinaha preparado mucha comida deliciosa.-
Ella lo ayudó con un plato de sopa, -Bebe más sopa de pescado para la salud.-
Al mirar la sopa que ella lo ayudó, los ojos de Antonio se movieron levemente y una corriente cálida fluyó a través de su corazón. La respondió un ¨sí¨ ligeramente, luego tomó la cuchara de sopa y tomó un sorbo de la sopa.
-Muy bien.-Se volvió para mirarla, sonriendo gentilmente.
-¿De verdad?-En su cara estalló al instante una sonrisa más brillante. Sus cejas también estaban sonrientes como una luna media, -Entonces toma más. Hay mucha.-
Sintiéndose emocionado, de repente Antonio extendió la mano y apretó la parte posterior de su cabeza, antes de que Clara pudiera reaccionar, le besó los labios.
Fue un beso muy suave.
Él dijo, -Clara estoy muy feliz.-
Fue ella quien le devolvió la sensación y la calidez de familia.
Ella sonrió suavemente, sus ojos brillaban intensamente, -Gracias a ti, también estoy muy feliz.-
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