Al fin, no compró Clara el vestido sexy.
Incluso si quisiera comprarlo, Antonio no estaría de acuerdo.
¿Cómo podía permitir que ella se llevara un vestido tan seductor en público? Su belleza solo podía pertenecer a él.
Mientras salían del estudio, Lydia se acercó a Clara y le susurró al oído, -Clarita, cuídate después de regresar a casa.-
Se le llenaba de dudas toda la cara, Clara no entendió a qué se referían esa frase.
No comprendió el significado de las palabras de Lydia hasta el momento en que llegaron a casa.
Ella y Antonio entraron a la habitación una tras otra.
- Antonio, quiero...-
Antes de que pudieran salir de la boca las dos palabras "ducharme", se empuñó la muñeca y solo sintió un fuerte vértigo. Y cuando reaccionó, ya estaba presionada contra la puerta.
La figura de Antonio apretó estrechamente a Clara, sin dejar ningún espacio en lo más mínimo.
Ella sintió que el cálido deseo sexual de Antonio se iba aumentando. Y las mejillas blancas se ruborizaban un poco. Aunque antes ya habían hecho el amor muchas veces, ahora todavía se sentía tímida.
-Todavía no me baño.- ella murmuró, levantó la mano contra su pecho tratando de empujarlo poco lejos.
Se le bajaron los ojos, que ella no se atrevía a mirarlo.
Los ojos negros entrecerrados, le pellizcó Antonio la barbilla, la levantó para encontrarse con sus pupilas claras, y se le curvaron los labio lentamente,- No me importa.-
A continuación, besó sus labios rojos. Invadió el ápice caliente de la lengua hacia su boca, que se revolvía desenfrenadamente entre los labios. El sabor pertenecido a él de repente se extendió por todos su sentidos y conciencias.
-Hmm...- sonó como así, que no sabía cuánto fatalmente seductor era este sonido para un hombre.
Su beso se venía cada vez más caliente y desenfrenado, y la mano iba arriba de manera lenta a lo largo de las curvas de la cintura, que finalmente llegó a su espalda y le quitó del vestido.
El vestido se resbaló y se dispersó alrededor de su pie, como una flor en plena floración.
El viento travieso entró a hurtadillas por la ventana, agitó las cortinas bailando. La luz de la lámpara de pared se reflejó en la pared, que reflejaba a una pareja entrlazada en la cama.
Toda la habitación se llenaba un ambiente encantador y suave.
Después de una larga ausencia, Vasco volvió a estar de pie en la tierra de la Ciudad Paz.
-Vasco, ¿quieres pasar por el Canal Ordinario o el VIP?- la representante de Vasco, Silvia Chavez lo siguió detrás servilmente.
Él hizo una pausa de caminar, - ¿Afuera están seguidores?
- Sí, hay tantos hoy.- Silvia sabía que no le gustaba que sus seguidores se organizaran de forma espontánea para recogerlo en el aeropuerto, así que él preguntó más que de costumbre.
-¡ Por el VIP!- sin dudarlo ni un minuto, Vasco echó una respuesta.
Llegó directamente desde el Canal VIP al estacionamiento subterráneo, donde se quedaba el coche de niñera, que se ofrece lo diario que necesitan las estrellas, como una niñera y así se denomina.
Justo cuando Vasco se dirigía hacia el coche, unas chicas corrieron de algún lugar. El guardaespaldas reaccionó muy rápidamente y impidió a las chicas quien iban a correr hacia Vasco.
-Vasco, somos tus seguidores. ¿ Podrías tomar una foto con nosotras?-
-Vasco, ¿ podrías darme un autógrafo?
-Vasco, en serio me gustas mucho. Quiero pedir una foto contigo, ¿ vale?-
Todas las expresiones de Vasco se cubrieron por las gafas de sol, que nadie podía saber su estado de ánimo.
Pero Silvia, quien ya trabajaba con él durante largo tiempo, conocía tanto su genio, pues rechazó directamente a esas seguidores.
-Lo siento, tenemos prisa. Y Vasco no tiene tiempo para darles autógrafo.- Mientras decía así, ella guiñó a los guardaespaldas.
¡ Palabras inúltiles! Claro que ella sabía que hoy era sábado. Pero...
- No es necesario que vayas a dominar toda la situación en conjunto en la velada por la noche?-
Clara se acercó y se sentó a su lado. Se asomó a mirar el periódico que estaba leyendo Antonio y luego frunció el entrecejo. La página de finanzas y economía, era lo que no podía entender en absoluto.
-José me ayudará.- Antonio respondió tranquilamente. Las vistas seguían cayéndose en el periódico, como un poco desatento.
-Pero tú eres el jefe.- Como jefe, parecía que era un poco irracional que no fuera a presidir la situación general.
-Iré por la noche.- Antonio movió la cabeza, vio una desaprobación en su cara, sonrió involuntariamente, -No me gusta aparecer en público.-
-De todos modos, ningún medio tiene agallas para publicar los fotos sobre ti en las noticias. Eso no equivale a aparecer en público.- Clara movió hacia atrás y se apoyó contra el sofá en una posición cómoda.
Antonio sonrió, terminó de hablar sobre este tema, sino que cambió el hilo de discurso y preguntó, -A qué hora es para salir hoy?-
-Posiblemente a las cuatro o cinco por la tarde.- era el tiempo que ayer hizo una cita con algunos periodistas de su grupo.
-Te llevaré al lugar de reunión.- Antonio cerró el periódico y lo puso sobre la mesa.
Clara asintió con la cabeza, -Vale. Más tarde iremos juntos.-
Antonio miró a su hermoso rostro con la cabeza inclinada cuyos ojos ondularon tantas ternas. De pronto dijo, -Mi amor, ¿ quieres publicar nuestra relación?-
Clara se suspendió, -¿ Quieres hacerlo?-
- Depende de ti.- finalmente Antonio puso el derecho de decisión sobre este asunto en las manos de Clara.
-¡No me importa!-
De hecho, no le importaba si fuera a publicarla o no. De todos modos, eran ellos dos quien vivían juntos, y eso no tenía nada que ver con que los demás.
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