El Amor De Antonio romance Capítulo 321

Alejandra le pidió ayuda a Guillen para poder volver a visitar a sus padres.

Pero no esperaba encontrarse con Gael.

En ese momento, bajo la guía de los guardias de la prisión, ella caminó hacia la sala de visitas y él justo se acercó.

Al verlo de nuevo, su primera reacción fue detenerse y, mirarle acercar lentamente.

-Xabier.-

Susurró mientras pasaba junto a él.

Sus pies se detuvieron un poco, pero no se pararon del todo, sino que continuaron avanzando.

Ella miró hacia atrás a su figura erguida que él estaba dejando, su mirada estaba muy triste.

Obviamente era Xabier, ¿por qué no la reconocía?

Pero…

Ella miró hacia la sala de visitas, él no estaría aquí para visitar a sus padres, ¿verdad?

Pensando en esto, aceleró apresuradamente y caminó hacia la sala de visitas.

La primera frase que dijo Fabian Guzmán cuando la vio fue,

-Xabier acaba de visitarme.-

Lo que se hizo realidad su duda, pero no podía aceptarlo.

Ella se rio en voz baja.

-Papá, ¿vino a verte?-

Cuando Fabian escuchó esto, pensaba que ella no lo creía y rápidamente agregó,

-Sí, se acaba de ir.-

Entonces Fabian se dio cuenta de que algo iba mal.

-Acaba de salir, deberíais haber encontrado.-

Se habían encontrado. Pero él la ignoró, no era absoluto el Xabier que la amaba antes.

Ella respiró hondo.

-Papá, no le vi, se habrá ido por el otro lado.-

-Qué pena.-

Fabian lo lamentó un poco.

-Os llevabais muy bien, sería genial si pudierais reencontrar.-

-Papá, ya lo veré.-

Alejandra no quería hablar más con su padre sobre Xabier, así que cambió del tema.

-Papá, ¿cómo estás últimamente?-

Durante los tiempos restantes de la visita, habló con Fabian sobre el caso de corrupción de la familia Martí y no habló nada sobre Xabier.

Después de que se terminó el breve tiempo de visita, Alejandra salió de la sala de visitas y salió de la prisión.

Cuando vio una figura familiar de pie junto a un coche estacionado al costado de la carretera, se detuvo, entrecerró los ojos ligeramente y miró.

Era Xabier.

No se atrevió a pensar que él estaba esperando por ella, así que se giró y caminó hacia su coche.

Justo cuando abrió la puerta, una mano se acercó desde atrás y lo puso en la puerta del coche, y la puerta se cerró nuevamente.

Un aliento familiar vino de atrás, la espalda de Alejandra se puso rígida y sus ojos se posaron en la mano contra la puerta del coche.

Las palmas eran largas y había una pequeña cicatriz entre los dedos.

Ella frunció los labios. Era una cicatriz cortada por un cuchillo. La cicatriz fue cortada por su cuchillo.

-Alejandra.-

Al oír esta voz familiar, su corazón no pudo evitar que le doliera, y las lágrimas casi estallaron de sus ojos.

Cerró los ojos, respiró hondo y luego se dio la vuelta.

Había una mirada ligeramente fría en el rostro familiar, con una sonrisa de desprecio en las comisuras de los labios.

-Sr. Gael, no creo que nos conocemos tanto como para poder llamar directamente el nombre del otro.-

Gael la miró y una pequeña sonrisa apareció lentamente en sus ojos, ella seguía siendo tan aguda como antes.

Gael retiró su mano, la insertó en el bolsillo de su pantalón y dio un ligero clic.

-Gael no está familiarizado contigo, pero Xabier deberías conocer.-

Alejandra frunció el ceño, ¿no se negaba de ser Xabier? ¿Por qué tomó la iniciativa de mencionar a Xabier? ¿Qué querrá decir?

Al ver sus dudas, levantó las cejas.

-Alejandra, ¿me creerás si digo que tengo dificultades?-

Alejandra le miró fijamente.

-Entonces, ¿cuáles son tus dificultades?-

Gael se sonrió con disculpa.

-Lo siento, Alejandra, no puedo decírtelo.-

Alejandra se sorprendió por un momento, y luego se rio levemente, ridiculizando entre sus cejas.

-Si no puedes decirme cuál es el problema, entonces ¿cómo puedo confiar en ti?-

-Te lo diré más tarde.-

-¿Más tarde? ¿Me puedes especificar cuando?-

Gael guardó silencio.

Alejandra se rio fríamente.

-Olvídelo, Sr. Gael, ya que no admites que eres Xabier, entonces no lo admitirías, para no dar esperanza a la gente y luego quitarla otra vez.-

Ella le miró con frialdad, luego se dio la vuelta y abrió la puerta del coche. De repente, sus muñecas se tensaron y su cuerpo se volvió, fue arrastrada entre sus brazos.

El aliento familiar que llegó a su nariz llenó sus ojos de nostalgia.

-Xabier, que tengas un buen viaje.-

Ese año, él iba a ser soldado y ella fue a la estación para despedirle.

Tenía los ojos enrojecidos por el llanto y no podía soportar dejarlo.

Él tampoco quería dejarle, la cogió en sus brazos con fuerza y le susurró al oído,

-Alejandra, espérame que regrese y nos casaremos cuando regrese.-

Ella se lo prometió.

Pero un año después, recibió su carta de despedida.

Solo había una frase corta en la carta.

“Lo siento Alejandra, hemos terminado.”

Sin razón, sin explicación, terminó unilateralmente esta relación.

¿Por qué hizo esto?

Pensando en esto, su corazón estaba lleno de renuencia y resentimiento, levantó la mano hacia su pecho y le empujó con fuerza.

-Sr. Gael, no deberías abrazarme.-

Ella le miró con frialdad y su expresión estaba terriblemente tranquila.

Aunque no lo podía creer, Gael tenía que aceptar que la niña que siempre le llamaba Xabier dulcemente se había cambiado.

-Alejandra.-

Llamó suavemente.

Alejandra apretó los labios, volvió la cara y dijo con indiferencia,

-Sr. Gael, si no hay nada más que decir, me tengo que ir.-

Después de hablar, se subió al coche y lo puso en marcha.

Gael vio cómo su coche se alejaba con su mirada complicada.

No quería admitir que era Xabier, pero ahora, solo le quedaba este camino por recorrer.

Alejandra, que se resistió mucho a no llorar frente a Gael, no pudo controlar sus lágrimas tan pronto como subió al coche.

Años después, cuando volvía a verle, le salvó, pero se negó a reconocerla.

Si no quería reconocerla, ¿por qué vino a decirle ahora que estaba en problemas?

¿Problemas? ¿Qué tipo de problemas tuvo para negar que era Xabier?

Te lo diré más tarde.

¿Más tarde? Alejandra no pudo evitar reír. Levantó la mano y se secó las lágrimas. Más tarde, cómo pudo decirle algo tan trivial.

Cuanto más pensaba en ello, más se enfadaba, pisó el acelerador y el coche salió rápidamente.

En el cruce, dio una vuelta y condujo en dirección a la prisión.

Gael se quedó parado y miró la dirección donde salió Alejandra. Le costó mucho tiempo para retirar la mirada, girar y caminar hacia su coche.

De repente escuchó un sonido de neumáticos que rozaban el suelo.

Se dio la vuelta y fue Alejandra quien se volvió con el coche.

Abrió la puerta, salió del coche y caminó agresivamente hacia él.

Él la observó en silencio acercándose.

Alejandra se acercó a él y se detuvo, entrecerró los ojos y preguntó con dificultad,

-Sr. Gael, ¿por qué rompiste conmigo en ese momento?-

Gael se sorprendió por un momento, luego frunció los labios y respondió como si nada, -Me enamoré de otra persona.-

-¿De otros?-

Alejandra frunció el ceño gracioso,

-¿De quién te enamoras si en el ejército son todos hombre? ¿Te gustan los hombres?-

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