El Amor De Antonio romance Capítulo 334

Al día siguiente, Clara durmió hasta casi el mediodía antes de levantarse.

Estaba bajando las escaleras cuando oyendo una risa plateada que venía de abajo.

Ella frunció el ceño. Siguió el sonido de las risas hasta la puerta de la cocina.

En la cocina, Albina y Nina estaban charlando. Parecía una conversación agradable.

Nina la vio y dejó inmediatamente lo que ella y Albina estaban hablando. Volviéndose a sonreír y le gritó -Cuñada.-

Cuando oyó que le llamaba, Albina giró la cabeza. Cuando la vio, una sonrisa cariñosa apareció en su rostro. -Señora Clara. Te has levantado. ¿Tienes hambre?-

Clara se acercó a ella. Sacudió suavemente la cabeza. -No tengo hambre.-

Entonces, sus ojos se posaban en ravioles colocadas ordenadamente en el mostrador. Sus cejas se levantaban. -¿ravioles para comer?-

-Sí.- Albina asintió. Sonrió y dijo -Nina quería hacer ravioles para el señor Antonio. Así que las hizo para todos.-

Clara asintió y le dijo a Nina con una leve sonrisa. -Nina, eres una invitada. Lamento obligarte a hacer esto. Lo siento mucho.-

Nina sacudió la cabeza. -No, a Antonio le encantan mis ravioles de gambas. Así que estoy feliz de hacerlas.-

¿Favorito? Clara levantó ligeramente las cejas. Sonrió y no dijo nada más.

Se dio la vuelta y salió de la cocina. Una brillante sonrisa apareció por su bonito rostro.

Se acercó a él. -Antonio.-

Antonio se detuvo frente a ella. Unos ojos suaves la observaron y parecía que sonreían. Preguntó -¿Todavía estás cansada?-

Clara recordó la encantadora noche. Sus orejas se calentaban. Un leve rubor recorrió sus pálidas mejillas.

Ella le miró tímidamente. -¿No mencionar eso, vale?-

Antonio sonrió y le frotó la cabeza. Sus ojos eran cariñosos.

Nina salió de la cocina. Todavía tenía una sonrisa en la cara. Pero cuando vio que Antonio y Clara se miraban, la sonrisa se desvaneció.

Un destello de tristeza brilló bajo sus ojos. Nina se acercó lentamente a él.

-Antonio, cuñada.- Llamó en voz baja.

Al oírlo, Antonio y Clara giraron la cabeza al mismo tiempo. Antonio no mostró mucha expresión cuando vio que era ella. La miraba con el ceño ligeramente fruncido. No tenía la misma delicadeza que cuando se enfrentaba a Clara.

Clara sonrió y preguntó -¿Están hechas ravioles?-

-Sí, he terminado.- Nina sonrió y luego sus ojos se dirigieron al apuesto rostro de Antonio. Había un cariño indetectable escondido en el fondo de sus ojos.

Sonrió felizmente. -Antonio, hice tus ravioles de gambas favoritas.-

En sus ojos había una pizca de expectación.

-¿Si?- Antonio levantó ligeramente las cejas. Dijo en un tono indiferente. -Deja eso a Albina. No tienes que hacerlo tú misma.-

La sonrisa de Nina se congeló por un momento. Pero recuperó rápidamente. Ella ocultó la gran pérdida en sus ojos. Hinchaba su boquita e hizo un mohín de enfado. -Antonio, eso no es muy amable, ¿verdad? No todo el mundo puede dejar que le haga ravioles.-

Era tan linda cuando estaba enojada. Clara no pudo evitar reírse, explicando lo que había dicho Antonio.

-Nina, lo que quería decir Antonio era no tenías que hacerlo tú misma. Es que tienes esta idea es suficiente.-

-Lo que quieres decir es... ¿Antonio quiere decir que no puede molestarme en hacer todo este trabajo?- Nina la miró expectante.

-...Más o menos.- Clara sonó un poco dubitativa.

No lo decía en serio. Pero ahora Nina lo había malinterpretado completamente. Pensó que si tenía que dar explicaciones, Nina podría molestarse aún más.

Un largo suspiro se escapó de Clara mientras miraba el rostro de Nina, que de repente su carita se volvió vívida y animada.

Olvídalo. No había necesidad de hacerle saber la verdad.

Giró la cabeza. Se encontró con los profundos ojos de Antonio.

Parecía estar diciéndole que no debía decir eso.

Pero... Se había llegado a esto. Ya esta.

Ella le devolvió una mirada de impotencia.

A la hora de comer.

-Antonio, tienes que comer más.-

Nina entregó diligentemente a Antonio raviolesdel plato y las dejó en el pequeño plato que tenía delante de Antonio.

Clara levantó las cejas, pero miraba a Antonio sonriendo.

Antonio también levantó los ojos para mirarla.

Inmediatamente mostró una mirada de lástima. Con sus palillos, señaló las pocas raviolesque quedaban en su plato.

Antonio no se movió y levantó las cejas. Luego le dio a Clara ravioles que Nina le había dado naturalmente.

Nina se dio cuenta de su acción. Detuvo el movimiento de su mano y miraba hacia Clara. Al mismo tiempo, también vio que ravioles que le había dado a Antonio estaban en el plato de Clara. Una pizca de disgusto apareció bajo sus ojos.

Estas eran ravioles de gambas que le había costado hacer por mucho tiempo a Antonio. Ahora la mitad fue compartida por Clara. Sentía como si su corazón también se hubiera partido por la mitad.

Fue muy desagradable en su corazón.

Nina se mordía el labio. Preguntó a Clara fingiendo ser descuidada. ¿También te gustan ravioles de gambas?-

Clara la miró. Sonrío débilmente. -Me gustan.-

Después de responder, cogió ravioles y se lo metió en la boca. Entonces se le iluminaron los ojos. Con una mirada de sorpresa, le dijo a Nina. -Nina. Está deliciosa. No esperaba que fueras tan buena.-

Nina se enfadó cuando vio que realmente se había comido ravioles. Pero mantuvo una sonrisa en su rostro. -Por supuesto que es buena. Aprendí del chef en casa porque a Antonio le encanta.-

¿A Antonio le encanta y por eso aprendió del chef especialmente.? Clara levantó las cejas. No tenía un motivo oculto con tanto cuidado, ¿verdad?

Clara sonrío con un tono significado más profundo. -Entonces eres realmente buena con Antonio.-

Nina tenía una sonrisa tímida. -Sí. Lo que más me gusta es Antonio de todos los chicos que conozco.-

-¿Te gusta más? - Clara levantó las cejas. Le preguntó medio en broma, medio en serio. -¿Es el gusto que quieres casarte con él?-

Antonio sonrío cuando ella preguntó esto. Realmente se preocupaba por la existencia de Nina.

Nina estaba sorprendida cuando escuchó sus palabras. Sacudió la cabeza en prisa. -Cuñada. No. No siento nada por Antonio románticamente.-

Clara no pudo evitar reírse al ver que su cara cambiaba. -No tienes que estar tan nerviosa. Estoy bromeando.-

¿Bromeando? La tensión de Nina se relajó por un momento. Se rió suavemente y miró a Clara con impotencia. -Cuñada, no puedes hacer bromas así en el futuro.-

Estaba muy nerviosa.

Clara sonrío. -No más bromas como esa.-

Nina sonrió de mala gana. Luego agachaba la cabeza y suspiró de alivio en secreto. Pensó que le habían leído la mente.

Clara miró a Nina pensativa. Había algo de claridad en su corazón.

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