El Amor De Antonio romance Capítulo 362

El enfrentamiento entre el padre y el hijo, no dieron en el uno al otro. El ambiente fue tenso durante un tiempo.

Finalmente, Antonio salió con Clara de la familia Díaz sin pensarlo ni un segundo, dando a Cutberto una actitud muy firme.

Aunque sabía que terminaría así, Cutberto todavía estaba enojado por la actitud arrogante de Antonio.

-Nora, ¿qué actitud es esa? Tan grosero y poco razonable, ignorando totalmente a su padre. ¿Cómo puedo confiarle y dejarle la familia Díaz?-

Cuando escuchó que iba a dejar todo en la familia Díaz a Antonio, un destello de oscuridad pasó rápidamente por los ojos de Nora. Pero se ocultó rápidamente. Extendió la mano y acarició suavemente el pecho de Cutberto que estaba enfadado, -Tiene sus propias ideas. Cuanto más lo presionas, más se resiste. Podemos convencerlo.-

-¿Cómo?- el tono de Cutberto siguió siendo muy agresivo.

Nora pensó por un momento, entonces ella dijo, -Puedo hablar con Clara.-

Cutberto la miró en silencio durante mucho tiempo y finalmente asintió. -Nora, dejaré que te preocupes por eso.-

Nora sonrió, -No tenemos que ser tan educados. Además, Antonio como si fuera mi propio hijo. Y espero que encuentre una buena esposa.-

Cutberto escuchó esto y los ojos se iluminaron de emoción. También había una ligera sonrisa en su rostro serio y frío. Tomó su mano entre las suyas y dijo en un raro tono suave. -La actitud de Antonio es muy difícil para ti. Gracias por tu consideración.-

En aquel entonces, estaba tan encantado con su gentileza. Así que la llevó a casa a pesar de todo. Pero a costa de un divorcio de la madre de Antonio. Y también la pérdida del amor de sus dos hijos.

Pero después de todos estos años. Su gentileza y consideración no han disminuido ni un poquito. Y ha dado mucho a la familia. Así que no se arrepintió de su impulsividad de entonces.

Nora seguía sonriendo cálidamente, -No culpes a Antonio. Después de todo fue mi culpa, tú y su madre fuerais los que se divorciaron...-

Después de hablar, Nora suspiró. Había más dolor en su expresión, -Si no fuera por mí, al menos ahora tendría una familia feliz. No sería tan frío.-

-No digas eso. No es tu culpa. Todo es culpa suya.- el enfado de Cutberto volvió a surgir cuando pensó en el trato que Antonio daba a Nora, -Ese hombre ingrato. Si sigue actuando como un capullo, todo lo de la familia Díaz se lo dejo a Cristian y Arturo.-

Los ojos de Nora brillaron de alegría. Pero fingió que no le importaba y dijo, -Cutberto, no seas impulsivo. Antonio es el verdadero heredero de la familia Díaz. Ni siquiera lo pienses.-

Cutberto no pudo evitar reírse de su pánico, -Sólo lo digo. No hablo en serio.-

Entonces suspiró con fuerza. Bajó la cabeza y no dijo nada más.

Y con la cabeza bajaba no se dio cuenta del odio que apareció en los ojos de Nora. Miró al hombre con el que se había acostado durante más de veinte años. Aunque en su corazón sabía que él era bueno con ella, la idea de que se lo dejara todo a Antonio de la familia Díaz le hizo olvidar lo bueno que era con ella.

Su hijo trabajaba diligentemente por la familia Díaz. Pero al final sólo era una herramienta para Antonio.

¿Cómo podría dejarlo pasar?

Mientras Cutberto estaba vivo y el testamento no se ha hecho, Cristian y Arturo todavía tenían una oportunidad.

El Maybach negro salía de la zona de la villa la familia Díaz. Se dirigía hacia la ciudad. En el coche era silencioso. Clara observaba tranquilamente el paisaje de la carretera.

Y los ojos de Antonio se centraban en la carretera. Su expresión era indiferente. Pero sus labios estaban fuertemente fruncidos, revelando que no estaba de buen humor.

Clara giró la cabeza después de mucho tiempo. La mirada preocupada se posó en el rostro de Antonio.

-Antonio ...- Llamó en voz baja.

-¿Qué?-

-¿Estás bien?-

Antonio giró la cabeza de lado hacia ella con una ligera sonrisa. -Estoy bien. No te preocupes.-

¿Estaba seguro? Clara no lo creía realmente. Ella frunció los labiosy preguntó otra vez. -¿Está bien que nos vayamos así?-

Pensando en lo que había dicho su padre, Clara estaba un poco preocupada. Tenía mucho miedo de que su padre le hiciera algo a Aquiles. ¿No sería la relación de Aquiles y Lydia tan inaceptable como la de ella?

Ya había una lección de ella. No quería que su mejor amiga pasara por lo mismo que ella.

-Si estás preocupada por Aquiles, no tienes por qué estarla. Mientras yo esté por aquí. Mi padre no se atreverá a hacerle nada a Aquiles.-

Parecía muy decidido.

Clara se sintió un poco ridícula. ¿Quién es él? Es Antonio. Aunque no tenía el poder del dios, la capacidad de proteger a sus queridos y amigos sigue siendo más que suficiente.

Clara sonrió con dulzura. -Hmm. Entonces no me preocuparé. Confío en ti.-

-Gracias por tu confianza.- Antonio giró la cabeza y le sonrió.

Clara sonrió y luego giraba la cabeza para mirar de nuevo por la ventana. Con curiosidad, preguntó. -¿Entonces vamos a volver directamente a Ciudad Paz?-

-Raramente visitamos a la capital. Te llevaré a dar un paseo.- Antonio giró el volante. El coche se deslizó rápidamente al salir de la curva, dirigido a la dirección desconocida de Clara.

Había mucho que ver en la capital. Pero era a finales de otoño, lo más popular para ver era el arce.

El coche se dirigía a las montañas. Desde la distancia, Clara podía ver las hojas rojas de la montaña. Bajo el cielo azul, fue especialmente llamativo y hermoso.

El coche se detuvo en la entrada del parque. En cuanto el coche estuvo aparcado, Clara no pudo esperar a abrir la puerta y salir. Era difícil ocultar su alegría al ver las hojas rojas.

-Vamos. Te mostraré el lugar.- Antonio se acercó a ella, cogiendo su mano y caminando al parque.

No era un día de fiesta tampoco era la temporada alta de turismo. Así que el parque no estaba demasiado lleno de turistas.

Caminaron lentamente por la carretera con arces a ambos lados. Las hojas rojas arrancadas de las ramas por el viento se tambaleaban y flotaban hacia abajo. Clara alargó la mano y cogió una hoja mientras el viento desprendía las hojas rojas de las ramas. Como si hubiera adquirido un tesoro, sosteniéndolo hacia el cielo y sonriendo con especial alegría.

Antonio la miró en silencio. Sus ojos estaban llenos de ternura. Viendo su sonrisa como la inocencia de una niña, pensó algo y sacó su teléfono. Encendió la cámara y le sacó una foto.

-¡Click!-

Al oír la cámara, Clara giró la cabeza. Se encontró con sus ojos llenos de ternura. La sonrisa se profundizó. Sus cejas como una luna creciente curvada. -Me has hecho una foto.-

Antonio sonrió. -Hermosa vista y una mujer guapa. Estoy impresionado.-

Clara se quedó helada y se echó a reír. -¿Estás demostrando tu amor?-

Antonio levantó una ceja. -Si tú crees que sí.-

Entonces levantó la mano y la abrazó entre sus brazos. Siguieron adelante.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Amor De Antonio