El Amor De Antonio romance Capítulo 368

-Lydia.- Alina le llamó en voz baja.

Lydia se rió. -Así que todavía sabes llamarme.-

Podía oír la burla en su voz. La carita de Alina se puso blanca. Volvió a bajar la cabeza. -Lo siento, Lydia.-

-No hace falta que te disculpes. No te acerques más a Aquiles.-

Para Lydia no le importaba que Alina hubiera enviado esa foto. Lo que importa era que se acercó a Aquiles con intenciones impuras.

Para un enemigo potencial. Hay que ser desarraigados cuando apenas están apareciendo sin piedad.

Y así. Se adelantó y tomó el brazo de Aquiles con afecto. Su voz era suave pero con un toque de advertencia. -Soy la novia de Aquiles. Estoy segura de que sabes lo que quiero decir.-

Alina juntó las manos con la cabeza inclinada, -Lo entiendo.-

-Entonces no te pediré que entres y te sientes.-

Ante esas palabras, Alina se retiró inmediatamente hacia la puerta. El siguiente segundo la puerta se cerró con fuerza delante de ella.

Alina levantó la vista, mirando fijamente la puerta cerrada con una mirada de odio. Había resentimiento y cinismo en sus ojos.

¿Quiere que se aleje de Aquiles?

¿Por qué debería escucharla? Sólo era la novia de Aquiles. No era su esposa. Le estaba pidiendo demasiado.

Aquiles era un hombre tan bueno. ¿Cómo pudo dejarlo tan fácilmente?

Alina entrecerró los ojos con un brillo de determinación.

Aquiles. Definitivamente no le dejará.

En cuanto se cerró la puerta, Lydia soltó inmediatamente la mano de Aquiles y caminaba hacia la sala de estar.

Aquiles sabía que estaba enfadada. Con impotencia, sonrió y luego la siguió.

Lydia se sentó en el sofá. Envolvió sus brazos alrededor de su pecho. Una mirada severa se dirigió a Aquiles que la siguió. Se rió con sarcasmo. -Parece que tú y Alina estáis muy unidos. ¿Te llamó tan íntimamente ?-

Aquiles sólo la miró profundamente. Una ligera sonrisa se dibujó en su atractivo rostro.

Lydia se molestó cuando él sólo sonrió y no dijo nada. -¿Crees que es divertido?-

-No.- Aquiles negó con la cabeza. La sonrisa en su rostro se profundizó un poco. -Sólo creo que es lindo cuando estás celosa.-

Lydia se quedó helada un momento, sin esperar que dijera algo así. Pero reaccionó rápidamente. Levantó la barbilla y dijo con orgullo. -No me digas esas cosas. Estoy muy enfadada.-

Aquiles se rió. Luego se sentó a su lado. La abrazó por los hombros, susurrado. -No tengo nada que ver con Alina. Pero sólo por el bien de los vecinos. La cuidé un poco.-

-Por supuesto que sé que no tienes nada que ver con ella.- Lydia inclinó la cabeza. Le dirigió una mirada de desagrado. -Si tienes algo con ella. Nunca te dejaré vivo.-

-Sí. Nada de eso ocurrirá.- Aquiles acarició suavemente su cabello.

-Alejar de ella a partir de ahora.-

-Vale.-

-No vuelvas a sonreírle.-

-Vale.-

Dijera lo que dijera, Aquiles le había dicho que sí. Así que tal vez ese era el poder del amor.

Clara había pensado que la gente de la familia Díaz viniera a ella. Pero no pensó que sería tan pronto.

Al día siguiente de su regreso a Ciudad Paz, Nora se puso en contacto con ella.

Clara se quedó un poco aturdida. No esperaba que tuviera su número. Pero entonces pensó que la familia Díaz ya la había investigado. ¿Cómo es posible que no tenga su información de contacto?

La voz tranquila y fría de Nora se oyó en cuanto la colgó. -Señorita Clara. Soy la madre de Antonio.-

Clara levantó las cejas ante su presentación. Luego preguntó amablemente. -Señora. ¿Puedo ayudarle?-

-Señorita Clara, ¿tiene un momento? Me gustaría hablar contigo.-

-¿Hablar? Me temo que eso no es conveniente.-

Una estaba en Ciudad Paz, la otra en la capital. ¿Cómo podían hablar?

-Estoy en Ciudad Paz.-

Clara -...-

Pensaba que podría escapar. Pero ahora parecía que no había manera.

Tomémoslo como viene.

Clara y Nora acordaron una hora y un lugar. Fue a pedirle permiso a Telma y luego se dirigió al lugar que había acordado.

Clara vio a Nora sentada junto a la ventana cuando entró en la cafetería.

Se acercó a ella. Llamó amablemente. -Señora.-

Nora, que sorbía elegantemente su café, escuchó la voz. Sus ojos se levantaban. Ligeramente se rió. -Ya viene.-

Clara se sentó frente a ella.

Pedió una taza de café, esperando a que la camarera se fuera. Luego miró a Nora formalmente. Una sonrisa educada y distante en su rostro. -Señora, sólo dime lo que quieres.-

Nora levantó las cejas. -¿Eres tan impaciente?-

-No. No quiero quitarte el tiempo, señora.-

-Desde que vine a Ciudad Paz a verte. No me molesta perder el tiempo.- Nora le sonrió luego tomó un sorbo de café y dijo lentamente. -He venido a verte esta vez. Quería hablarte de Antonio.-

Clara no se sorprendió. -Sé que estás aquí por Antonio. ¿Y cuánto piensas pagarme para que deje a Antonio?-

Nora no pudo evitar reírse ligeramente de sus palabras. -¿Crees que estoy aquí para separaros a ti y a Antonio?-

-¿No lo harías?- Preguntó Clara en lugar de responder.

-No.-

La respuesta de Nora consternó a Clara. -Señora. ¿Me estás tomando el pelo?-

No estaba aquí para que ella y Antonio se separaran, ¿sino para apoyarlos?

Nora sonrió. -No te estoy tomando el pelo. El padre de Antonio me pidió que te hiciera un cheque en blanco. Te permite rellenar el importe. Su padre pagará lo que quieras para alejarte de Antonio.-

¿Es la única manera de las familias ricas?

Clara resopló y gruñó. -¿Y si digo que quiero a toda la familia Díaz?-

Nora se quedó helada entonces se rió. -No eres tan codiciosa.-

Clara levantó una ceja. -Entonces te equivocas. Soy así de codiciosa. No se puede rellenar mucho un cheque. Pero Antonio tiene un valor ilimitado. Así que. Estoy mejor con él.-

-¿Estás realmente con Antonio por su historia familiar?- Nora frunció el ceño. La miraba con cierta incertidumbre.

Clara sonrió. -¿Qué más piensas?-

La cara de Nora se hundió ligeramente. La mirada de sus ojos también era un poco más alarmada. -Si digo que os apoyaré a ti y a Antonio juntos, pero tienes que hacer que Antonio renuncie a su herencia a la familia Díaz. ¿Lo harías?-

-Renunciar a su herencia a la familia Díaz.- Enseguida Clara lo entendió. ¿Era por eso que vino a verla?

Para apoyarla. Conseguir que Antonio renuncie al derecho a heredar la familia Díaz. Era un buen plan.

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