El Amor De Antonio romance Capítulo 369

-Siempre que digas que sí. Puedes estar con Antonio. Nadie te va a separar. Ni siquiera el padre de Antonio. Y Aquiles no será controlado por su padre. No es un mal trato, ¿verdad?-

Añadió Nora y luego miró a Clara con una mirada confiada.

Parecía segura que Clara aceptara este trato. Clara movió los labios. -Lo siento. Señora. Me temo que no puedo prometerte eso.-

Nora se quedó helada, entonces, preguntó bruscamente. -¿Por qué? ¿Quieres separarte de Antonio? ¿Quieres ver al padre de Antonio ir tras Aquiles?-

Clara se rió suavemente. -Señora. No te preocupes. No me separaré de Antonio. Y Antonio no dejará que le pase nada a Aquiles.-

Nora miró a la chica que sonreía levemente frente a ella. La confianza la hizo sentir un poco de pánico. Respiró profundamente y preguntó una vez más. -¿Segura que no quieres?-

Si no hiciera lo que se le dijo, entonces tendría que encontrar otra manera.

-No. Sólo soy la esposa de Antonio. No tengo derecho a interferir en lo que hace con la familia Díaz. Tampoco quiero hacerlo. Así que no tienes que empezar conmigo.-

Nora lo entendió. Así que la chica lo había visto todo.

Se rió, -Realmente te subestimé.Clara.-

Clara no dijo nada.

-En ese caso no tenemos nada más que decir.-

Nora se levantó y se fue, dejando a Clara sola.

Tomando un sorbo del café que había sobre la mesa, Clara entornó los ojos con satisfacción. Este café era bastante bueno.

Por la noche, durante la cena con Antonio, Clara mencionó que Nora había hablado con ella. Antonio frunció el ceño. -Por qué no me lo dijiste?-

Clara se quedó helada. -Ahora te lo digo, ¿no?-

Antonio dejó los palillos en la mano y la miró de buena manera. -Quiero decir que antes de que fueras a verla. ¿Por qué no me lo dijiste?-

Oh. Así que eso era lo que quería decir.

-Pensé que no se atrevería a hacerme pasar un mal rato. Por eso no te lo dije.-

Antonio reflexionó un momento entonces preguntó. -¿Ha dicho algo?-

-Bueno...- Clara pensó un rato antes de hablar, -Dice que apoya que estemos juntos. Pero sólo si renuncias a todo lo relacionado con la familia Díaz.-

Antonio levantó ligeramente las cejas. Sus labios se curvaron en una mueca, -Piensa demasiado.-

Clara movió sus labios, -Lo ha pensado muy bien. Pero también piensa en mí con demasiada facilidad.-

Clara levantó una ceja. -Antes de venir. Debe haber estado muy segura de que aceptaría su oferta. Pero no pensó que diría que no.-

Antonio se rió, -Así que pareces realmente lista.-

-Eso es.- Clara inclinó la barbilla hacia arriba con un rostro orgulloso, -Cómo si no fuera a ser digna de un hombre tan extraordinario.-

Antonio se echó a reír.

Clara se rió con él. Entonces se le ocurrió algo, -¿Qué hará tu padre a Aquiles?-

Lo mismo que aquel día en la familia Díaz. Su padre había amenazado a Antonio con Aquiles, y hoy Nora la ha amenazado con Aquiles. De repente sintió que Aquiles estaba en la cuerda floja. Tuvo que ser sacrificado.

-¿Qué harían?- Antonio resopló, -Además de entrometerse en el matrimonio de Aquiles. Qué otra cosa podría haber hecho.-

El ceño de Clara se arrugó ligeramente. -Lydia no debería estar en la misma situación que yo, ¿verdad?-

-No. Estoy aquí.- Antonio le dedicó una sonrisa tranquilizadora y siguió hablando, -Le prometí a Aquiles que no dejaría que el viejo lo tocara.-

Ella lo sabía. También creía que Antonio era capaz de hacerlo. Pero... no creía que su padre y esa Nora fueran personas fáciles de tratar.

La capital. La familia Díaz.

Arturo, que acababa de regresar a casa de un viaje de negocios, se enteró por el ama de llaves de que Antonio había vuelto ayer con su mujer.

Antonio llevaba mucho tiempo sin volver a la familia Díaz. Y esta vez había traído a su mujer con él. Esto fue una completa provocación a la autoridad de su padre.

¿Pero cuándo se casó Antonio?

Recordó la noche de la cena benéfica de Ciudad Paz. La mujer que había venido a ver a Antonio. La mujer que no podía quitarse de la cabeza.

Le preguntó al mayordomo cómo era la mujer de Antonio. Confirmó que la mujer que vio ese día era la esposa de Antonio.

Así que se casaron.

Pensó que la mujer de bello rostro era ya la esposa de Antonio. Estaba un poco celoso de Antonio, celoso de que tuviera una mujer tan hermosa.

-Arturo.-

Justo cuando estaba perdido en sus propios pensamientos, una voz sonó en sus oídos.

Se apresuró a girar la cabeza para mirar. Su padre, Cutberto, bajaba las escaleras lentamente. Su expresión seguía siendo tan seria y fría como siempre.

-Papá.- se acercó y ayudó a Cutberto a subir al sofá del salón y se sentó.

Después de sentarse Cutberto preguntó, -¿Cómo va todo?-

-Han aceptado firmar con nosotros.- contestó Arturo con sinceridad.

-Eso es bueno.- El rostro serio de Cutberto mostró por fin una sonrisa de satisfacción. Extendió la mano y acarició el hombro de Arturo, -Un trabajo duro.-

Arturo negó con la cabeza, -No. Eso es lo que debería hacer.-

Este segundo hijo ha sido un favorito y una delicia para Cutberto desde que era un niño. Era humilde. Sabía cómo ocultar su agudeza, incluso cuando sabía que todo en la familia Díaz sería luego de Antonio. No mostró su descontento. Hizo todo lo posible para proteger la carrera de su hermano.

Sólo eso fue suficiente para que Arturo le gustara.

Arturo reflexionó un momento. Luego abrió la boca y preguntó. -Papá. Me enteré por el mayordomo. ¿El hermano y la cuñada volvieron ayer?-

Cutberto le respondió, -Esa asquerosa se casó conmigo sin decir nada. Sólo está tratando de meterse en mi camino.-

-Papá...- Deliberó Arturo. Entonces habló con cuidado y preguntó. -¿No te gusta mi cuñada?-

-No le llames “cuñada”. No la veo como la nuera de la familia Díaz.- Cutberto le lanzó una mirada desagradable.

-Lo sé. Papá.- El padre se puso de mal humor al mencionar a Antonio. Así que Arturo cambió su tono. -Papá. ¿Dónde está mi madre?-

-Se ha ido a Ciudad Paz.-

-¿Ciudad Paz?- Arturo se sorprendió, -¿Qué hace en Ciudad Paz?-

-Para ver a la mujer.-

-¿Por qué?- Arturo no entendió por qué su madre iba a verla. ¿Podría ser...?

Una luz brilló rápidamente en los ojos de Arturo. Preguntó bruscamente. -Papá. No le estarás pidiendo a mi madre que separe a mi hermano mayor, ¿verdad?-

Siempre había querido a su madre. Si el hermano se enterara de esto, se temía que no terminara de nuevo.

-No realmente. Sólo para saber qué hace esa mujer con tu hermano.-

Así que eso era todo.

Arturo respiró aliviado. Luego dijo, -Papá. He...conocido a la mujer...Es una buena relación con el hermano mayor. Me temo que es difícil que se separen.-

-¿Difícil?- se burló Cutberto, -No hay nada en este mundo que el dinero no pueda hacer.-

Arturo frunció los labios y no dijo nada más.

El pensamiento de papá seguía siendo demasiado simple. Los sentimientos no siempre se resolvía con dinero.

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