Antonio acariciaba levemente su cabello suave, y sonó una voz cavernosa y amorosa, -Clarita, no lo pienses tanto. Toda va a solucionarse.-
-¿Vas a ayudarme?- lo miró Clara con la cabeza inclinada, resplandeciendo una expectación en sus ojos brillantes.
Se le enarcaron un poco las cejas. Ya era muy obvio que iba a ayudarla, pero la dejó a propósito tener en suspenso, -¿Adivinas si voy a hacerlo o no?-
Sonrió Clara, -No lo haré.-
Sabía que él seguro la ayudaría, así que no le había falta adivinarlo.
Antonio manoseó su cabeza sonriendo, -Espera mis buenas noticias.-
- Bueno.- asintió con la cabeza obedientemente.
- ¡Hermano Antonio! ¡Cuñada! Vengan a comer.-
En ese momento, se escuchó una voz abrupta. De inmediato Clara se sentó rectamente y miró hacia donde salió el sonido, vio que Aquiles asomaba la cabeza por el comedor mirando hacia aquí.
- Ahorita.- Clara respondió en voz alta y luego cogió a Antonio dirigiéndose juntos al comedor.
- Hermano, padre me pidió que regresara a casa.-
A mitad del período en que estaban comiendo, Aquiles de repente dijo así.
Se le detuvo la mano que sostenía la comida, Clara alzó los ojos y miró hacia él con asombro.
“No sea así. ¿ En serio la familia Díaz emprenderá imponer sanciones a Aquiles?” pensaba así Clara.
- Dile, que no vas a regresar.- Antonio se mantenía sereno, sin sorpresa en lo más mínimo al escucharlo.
Conocía tanto a su padre. Ya que lo había dicho todo, tarde o temprano, él tomaría la acción.
Pero padre también se olvidó de que él, Antonio, su hermano mayor, quien no era tal pusilánime que podía dominar fácilmente, apoyaba detrás de Aquiles.
-Eso es lo que le dije.- Aquiles pensaba un rato con el ceño fruncido, y luego dijo- Hermano, antes de regresar a tú y la cuñada, ¿ si había pasado algo problema? Si no, ¿ por qué padre me pidió que volviera a casa sin que saliera algo mal?-
Al escucharlo, Clara y Antonio se miraron y apretaron los labios fuertemente. Aquella vez después de regresar de casa, ellos dos no les contaron los detalles de la situación a Lydia y Aquiles, sino que simplemente les dijeron que la familia no estaba acuerdo de su matrimonio.
Lo que ellos dos querían decir era que no esperaban causar problemas innecesarios a Lydia y Aquiles y intentaron protegerlos a lo posible. Pero ahora preguntó Aquiles sobre esto, no sabía qué tener que decir por un momento.
- ¿Eh? ¿Por qué no hablan nada?- los miró Aquiles con sospecha.
Clara levantó las cejas, luego puso un camarón en su tazón y le dijo sonriendo, -Mira, es el plato favorito tuyo. ¡ Provecho!-
Aquiles echó una mirada hacia ella quien con una leve sonrisa y luego bajando la cabeza hacia el camarón en su tazón. Tras una reflexión, levantó la cabeza mirándolos de nuevo y dijo con certeza, -Seguro que me ocultáis algo.-
Clara giró la cabeza mirando a Antonio con impotencia. Pero él dejó los palillos lentamente y alzó los ojos hacia Aquiles, -¿Qué piensas que te estamos ocultando?-
Aquiles estaba ceñudo, -Ya que regresaban a casa, padre debía decir algo más de no aceptar vuestro matrimonio. Algo como las palabras de amenazaros.-
Ciertamente era uno de la Familia Díaz, que conocía tanto a su padre.
Enarcó las cejas Clara, pensaba que no había necesidad de ocultárselo y si Aquiles sabía, a lo menos podría proteger a sí mismo.
Entonces, ella dijo, -Aquiles, lo que dijiste es correcto. Tu padre amenazó a Antonio, pero... lo amenazó contigo.-
-¿Conmigo?- se le levantaron las cejas con sorpresa, -¿por qué?-
-¿Porque tú eres el hermano menor de Antonio.-
Se sintió increíble y lanzó una risa con desdén,- No solo soy el hermano menor de Antonio, también soy el hijo de él. Me aprovechó a amenazar a su otro hijo, ¡en serio es un padre buenísimo!-
Al escuchar sus comentarios irónicos, se le curvaron los labios a Clara,- Él quería dominar a Antonio mediante ti. Es la primera vez que encuentro con tal padre.-
Las naranjas luces proyectadas por el comedor creó una atmósfera de felicidad. Ellos tres comieron en silencio y nadie iba a hablar más.
Pero en sus corazones, estaban seguros de que a continuación faltaba un combate duro para superar.
Todo lo desconocido los hizo sentirse un poco incómodos en su mente.
Después de que Guillen les envió a Alejandra y sus padre a casa, regresó directamente a la casa de la Familia Colón.
Al subir al segundo piso, vio que Sandra salió de la habitación del Sr. Eliazar y se detuvieron los pasos. Se le metieron las manos en los bolsillos del pantalón, mirándola en silencio.
Sandra charlaba con Sr. Eliazar durante mucho tiempo y no partió de la habitación hasta que él se cansaba y estaba durmiente.
Tan pronto como salió del cuarto, se encontró con Guillen recién llegado a casa.
Se sorpredió, luego dio una sonrisa brillante y dijo en voz suave- Hermano Guillen, has vuelto.-
Guillen también le respondió una risa,- Sí.
En seguida, se dirigió y se detuvo frente a ella, echó una ojeada a la habitación de Eliazar y luego preguntó- ¿Ya está durmiente el abuelo?-
Sandra contestó que sí,- Acaba de estar dormido. Si quieres entrar al cuarto y verlo, no importará nada.-
Pensaba que Guillen iba a ver al Sr. Eliazar, así que se fue detrás a un lado.
- Puesto que está dormido, no voy a verlo.- dijo Guillen y luego sus vistas se posaron en ella,- Sandra, ¿ estás libre ahora? ¿ Podemos hablar un rato?-
-¿Qué?- abrió los ojos desmesuradamente, de manera atónita.
¿No se equivocó del oído? ¿Guillen quería hablar con ella?
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