Hacía un poco frío en la Ciudad Paz en que ya anocheció y llegó el invierno primario.
Sandra siguió detrás de Guillen y llegó a la terraza del tercer piso.
Por llevarse poca ropa, el cambio de la temperatura desde el interior cálido al exterior la hizo de repente estornudar.
Guillen escuchó el sonido, con la cabeza vuelta vio que se le acurrucó el cuello, que se veía hacer mucho frío.
Y luego vio que se llevaba poca, de inmediato Guillen se quitó del traje, se la acercó y lo puso a ella.
La halagó su inesperada gentileza, lo miró mediante las gafas un par de ojos brillantes donde surgía una luz de agua.
Estaba conmovida.
Al ver eso, Guillen tenía miedo de que ella lo entendiera mal y se apresuró a explicar- Me temo que el abuelo volverá a preocuparse por ti si estás resfriándote.-
Sus palabras fueron como un plantón de agua fría vertiéndose sobre su corazón, que al instante se enfrió. Se le movió las comisuras de labios de manera violenta, -¿Es así?
Resultó que no se comportaba tierno con ella ni se la preocupaba. La trató así solo porque tenía temor de que el abuelo estuviera inquieto.
¡Cuánto más directo sería dejarla coger el resfriado!
A pesar de pensar así, sus manos siguieron engarrafando el traje en el que permanecían su temperatura y, su olor claro.
De esta manera, como si Guillen la abrazara en este momento.
¿ Cómo podía quitarse de este traje?
¿ Qué le importaba que lo que hizo él ni fuera el gesto tierno ni la atención a ella?
A Sandra no le importaba.
Guillen se fue, reclinó las manos en la barandilla y con la cebeza alzada miró hacia el firmamento negro como la tinta. Ya siendo el invierno, hacía tanto frío que las estrellas se escondieron.
Cerró los labios suavemente, y su mirada era profunda.
Sandra se dirigió a su lado lentamente, mirando hacia el frente.
La villa de la Familia Colón se ubicaba en medio de una montaña. Mirando desde aquí, se podían ver las luces centellantes en la próspera ciudad y también se podía imaginar lo animado que sería la ciudad en ese entonces.
El silencio se difundió entre los dos, y no había nada más en los oídos que el silbido del viento.
Tras un largo rato, Sandra era el primero en romper el silencio,- Hermano, ¿ de qué quieres charlar conmigo?-
Se quedó en silencio por un rato, y luego abrió los labios lentamente, -¿Lo que dijiste hoy es palabra sincera?-
Resultó que quería preguntar eso.
Se sintió un poco deprimida en su corazón. Pensaba que ella ya había regresado tantos días y era la primera vez que Guillen quería hablar con ella. Sin embargo, nunca esperaba que el tema de conversación seguía en torno al compromiso entre ellos.
Respiró profundamente, -Clara que sí.-
-¿Cuál es la actitud de abuelo para ese caso?- Antes de salir Guillen hoy, Sandra le dijo que iba a persuadir al abuelo. Ahora solo quería saber qué tipo de resultado sería.
¿Abuelo iba a oponérselo o apoyarlo?
- Hermano Guillen, conocía mucho el carácter de abuelo. ¿ Cuál actitud piensas que tendrá?- Sandra estaba de costado y tenía la vista clavada en su cara lateral hermosa.
Entonces, tras un rato de pensar y luego dijo- Así... aprovecha el tiempo para invitarme a comer.-
¿Solo es así?- levantó las cejas con asombro Guillen.
Sandra dio una risa ligera,- Pues invítame a comer con mucha frecuencia. Solo nosotros dos, no se permiten venir otros.-
Guillen consintió en ella con la cabeza sin ninguna duda,- Vale, todo depende de ti.-
Se volvió más brillante su sonrisa. Siempre que la aprobara, así que en el futuro ellos podrían quedarse solo, y poco a poco él iba a encontrar que era una chica buena.
-Hermano Guillen, puesto que no me quieres, yo tampoco te quiero. Pues no puedes solo hacer a ti mismo ser feliz, también me presentarás a un novio.-
Se le alzaron las cejas de manera chusca hacia Guillen con un breve movimiento de la cabeza.
- No hay problema.- accedió en seguida,- Dime el que quieras.-
- Hmm...- Sandra pensaba seriamente y luego dijo sonriendo- El que es tan notable como el hermano Guillen.-
-¿Tan notable como yo?- alzó las cejas Guillen con un poco de sorpresa y luego dijo en un tono arrepentido, -Es casi imposible. Porque ya soy tan notable que nadie puede alcanzar.-
Se escapó el sonido de risa, -Hermano, sigues sintiendo narcisismo como antes.-
-Pero es la verdad. Un hombre tan destacado malgastará la palabra noble si no siente narcisismo.-
Al escuchar sus palabras con tal actitud lógica, Sandra sonrió más felizmente.
Se sintió que el distanciamiento entre ellos dos desaparecía de pronto, como si se volviera a la niñez: Guillen seguía siendo el hermano mayor que la cuidaba con cariño y ella, la hermana menor que lo admiraba en secreto.
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