Cuando los médicos y enfermeras llevaron la medicina y entraron a la consulta con la cabeza baja, tenían miedo de mirar al hombre.
Cuando la enfermera lo acercó con la medicina de inyección, su mano estaba temblando. Le daba miedo tocar al hombre.
Senda Pérez estaba resistiéndose con todo el cuerpo al ver que la enfermera venía con la inyección.
No le gustaban la inyección ni las mujeres.
La enfermera estaba temblando y no sabía qué hacer.
Le daba tanto miedo Senda Pérez y no podía quedar quieta. “¡Cómo es posible que lo acerque!” ella pensando.
Decían que a Senda no le gustaba las mujeres. Parecía que era la verdad.
Pero si no lo acercó, ¿cómo le puso la inyección?
-Señor Pérez…-
-No la asustes. Solo quiere ponerte la inyección.-
Mauren López tocó la mano de Senda y descubrió que el hombre escondió sus manos debajo de la colcha con los puños cerrados. Qué gracioso.
“¿Senda era como un niño que tenía miedo tomar inyección y escondió las manos?” ella pensando.
Mauren casi no podía aguantar la risa y cogió su mano otra vez. Pero Senda no quería darle la mano.
-¿Vas a tomar la inyección o no?- Mauren se puso seria de propósito.
Senda se quedaba callado y no contestó.
Mauren lo echó una mirada y le dijo,
-Tengo mucho trabajo. Si no quieres poner la inyección, me voy.-
Se levantó y quería irse.
Acabó de dar el primer paso. Senda cogió su muñeca.
-No te vayas.- Senda no estaba contento con la cara mala.
-¿Entonces tomas la inyección o no?- En real Mauren no quería salir y solo quería asustarlo.
Senda siempre les asustaba a otros y los médicos se asustaron mucho por él.
Además Hedi González se huyó por él. ¿Todavía no conocía que su cara era terrible?
Senda vio la inyección en la mano de la enfermera y no podía aguantar un espasmo muscular de la cara.
Mauren se daba cuenta de que de verdad Senda tenía miedo de poner la inyección.
Antes pensaba que solo no le gustaba tomar la inyección pero no sabía que de verdad tenía miedo.
Existía algo que le daba miedo a Senda. Qué precioso.
Cuando vio que se resistía y intentaba aguantarlo, Mauren se sentía suave.
-Tomar la inyección es muy rápido. Es como un mosquito que te pica.’
Mauren tomó la mano de Senda que estaba en su muñeca y la puso encima de la colcha. Mientras le relajó los dedos cerrados.
-No te vas a doler. Después de tomar esta inyección, si el médico dice que no hay problema, no hace falta tomar más inyección.-
Senda miró al médico.
-Creo que Señor Pérez no necesita tomar más inyección después de esta vez, ya que es muy fuerte.- El médico le dijo y se preocupó que sus palabras lo pusieran infeliz.
-Ya sabes que soy fuerte. ¿Por qué tengo que tomar la inyección?- Senda se puso enfadado.
-Pues…- El médico miró a Mauren.
-Solo una vez. No seas un niño.- Mauren puso la mano de Senda al lado de la cama y miró a la enfermera, -Pon la inyección, por favor.-
La enfermera todavía tenía miedo y vino lentamente a la cama con la inyección.
A Senda no le gustaba que ella lo acercara. Especialmente ella ya entró a su zona cómoda.
Incluso Mauren se daba cuenta de que Senda estaba resistiéndose que la enfermera lo acercara.
“¿Solo no quería tomar la inyección o no quería que la enfermera lo tocara? ¿O los dos?”, Mauren pensando.
Por fin la enfermera estaba al lado de la cama y quería esterilizar la mano de Senda.
Todavía no había tocado su mano y solo manchó la mano con el algodón. Senda se puso enojado con el puño cerrado y gritó, -¡Vete!-
Por fin lo inyectó.
El hombre se puso nervioso y Mauren le habló en voz baja, -Tranquila. Ya acabamos muy pronto.-
Los médicos se preocupaban por Mauren que Senda no podía controlarse y le hacía daño. Pero no habían pensando que Senda estaba tan tranquilo con Mauren.
Si Mauren se puso seria, Senda dejó de mover y quedar quieto.
El médico no podía creerlo, y la enfermera se sentía muy envidiosa.
También quería tener un mascota tan mono como Senda.
En real este hombre era un león, pero si alguien le tocaba el pelo, se convertía en un perrito.
¡Qué divertido! ¡Qué envidiable!
¡Qué pena que ella no fuera la mujer de Senda!
Creía que a lo mejor en todo el mundo solo Señora Pérez podía controlar a Senda Pérez.
…
Depués de poner la inyección, Senda no quería quedar en el hospital.
No sabía si se sentía inseguro en el hospital. Le parecía que los médicos le pidieron tomar medicina o poner inyección en cualquier momento. Al sacar la inyección, dijo a Mauren que quería volver a casa.
Mauren lo acordó y llamó a Hedi para encender el coche.
No había nada que recoger. Solo necesitarían subir al coche y volver.
Antes de irse, Mauren pidió más medicina a los médicos.
Acabaron de subir al coche. Senda puso su cabeza al hombro de Mauren y cerró los ojos. Parecía que iba a dormir.
Ya que Senda tenía muchas cosas en el Pabellón de Río. Entonces ahora estaban del camino hacia allí.
Justo apagó el coche, vino una voz dulce, -¡Senda, dicen que estás herido!.-
No llegó la persona sino la voz primero y se notaba que la mujer acabó de llorar.
-¿Cómo estás? ¿Es grave la herida?-
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El corazón de Señor Peréz