El corazón de Señor Peréz romance Capítulo 172

Pero Senda no se enojó.

En vez de enojarse salió una sonrisa sincera en su cara.

La sonrisa fue tan maravillosa. Parecía que el viento se puso más suave y el sol poniente más bonito.

Parecía que su sonrisa fue mágica y le hacía el mundo más estupendo.

El cielo estaba más azul y las flores estaban más bonitas. El tiempo malo se convirtió en un día solado.

Senda sonrió y fue una sonrisa verdadero.

Ya no fue una sonrisa falsa que fuera más fea que llorar. Fue la sonrisa más maravilloso en todo el mundo.

Mauren levantó la cabeza y no podía dejar de mirarlo.

Aún no quería reconocer que Senda era súper guapo cuando sonrió.

-¿Ahora está bien?- Senda dejó de sonreír y la abrazó con más fuerza.

Mauren todavía estaba en las nubes y Leide le recordó, -Mauren, que limpies la saliva.-

Mauren se asustó y limpió la boca con la mano.

¿Estaba seca?

¡No había nada! ¿Dónde había saliva?

-Jajaja...- Oyó la risa de Senda.

Leide ya rió a carcajadas y los empleados domésticos también. Los guarderías también rieron en voz baja.

Incluso Victor empezó a reír.

Bita que estaba afuera no sabía por qué estaban riendo.

Quedó afuera y intentó mirar adentro pero el patio era muy grande. Solo podía oír la risa y no vio nada.

La cara de Mauren se puso roja y quería buscarse un hueco para esconder.

Senda tocó su hombro para que no le diera tanta vergüenza y hizo un gesto para parar a otros.

Los otros intentaron dejar de sonreír. Si no, Mauren se daba más vergüenza.

-¿No habéis cenado después de salir del hospital, verdad? Tomas, ¿ya has preparado la cena? Victor y yo cenamos en el Pabellón de Río hoy.-

-La cena ya está preparada. Señores, podemos servirles ahora.-

Victor asintió con la cabeza y él mismo rodeó la silla de ruedas de Leide al comedor.

Ellos estaban cenado con felicidad y Bita se quedó afuera.

Bita esperó un poco pero nadie la invitó a entrar.

No podía esperar más y volvió a la casa de Leide.

A las ocho de la noche, Leide llegó a casa acompañada de Candela y 2 guarderías.

Estaban charlando y sonriendo. Parecía que estaban muy feliz.

Bita se sentaba en el salón con la cara larga y estaba enfadada.

-¿Bita?- Leide le daba sorpresa verla.

Pensaba que ella volvía a su casa.

-¿Qué? ¿Te da sorpresa verme en tu casa?-

Bita miró a Leide y dijo, -¿No me quieres ver?-

-¿Qué pasa? Solo pienso que has vuelto a tu casa.- Leide se lo respondió con sonrisa.

-¿Vuelvo a mi casa? ¿Quieres expulsarme? ¿Quieres echarme fuera ahora?- Bita se puso furiosa de repente.

-Claro que no.- Leide no entendió por qué se enfadó tanto.

-No sabía que antes había vivido en el Pabellón de Río. Cuando no estabas aquí, pensaba que vivías en tu casa.-

Nadie le contó que Bita vivía en el Pabellón de Río estos días. Estaba soltera. No estaba bueno vivir en la casa de otros.

Antes le parecía muy buena Bita que todos los días venía a visitarle desde su casa.

Pero ya sabía que ella vivía en el Pabellón de Río cuando estuvo allí.

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