El corazón de Señor Peréz romance Capítulo 212

-No.- Liz dijo, -Para los chiquitos puros, hacerlo también podrían perder algo.-

Roberto sonrió una vez más. Esta noche parecía que a él le gustaba reír.

Fue completamente diferente de su estado normal, que siempre estaba inerte y apático.

Liz se le acercó un poco, y dijo, -Pero, Llara es tan guapa, por lo demás, tuvo una relación tan íntima contigo en aquel entonces. ¿Pudiste estar tan indiferente que apartarla?-

Roberto no dijo nada. Tomó de nuevo la botella de cerveza y bebió unas bocas.

Mauren dio a hurtadillas una coz a Liz. Liz se encogió de hombros y cesó de preguntarle.

Las acciones hoy de Roberto fueron suficientemente despiadadas. Por eso, todos los amores o todas las emociones anteriores fueron humo ahora.

Ya había hecho tan despiadado asunto. Rechazarla, de verdad, fue una nimiedad.

-La vi más de una vez andar con otro hombre. Hasta la última vez, no pude tolerarlo más y nos rompimos.-

Fue tan joven, tan inocente. Trató a la primera chica amada con un encaprichamiento particular.

No obstante, Llara le agotó el encaprichamiento enteramente después de ponerlo triste una vez y otra.

-Esta vez que ella me encontró, no es para más que ganar esta competición. No perdía cuidado hasta que vio con sus propios ojos que le envié a Mauren un mensaje de que saldría del grupo.-

Efectivamente, supo que Llara todavía trataría de él sin sinceridad después de terminar esta competición.

El carácter de la gente, con frecuencia, ya determinó y nunca cambió desde nacer.

Ella sí, nunca lo cambió. Si hubiera puesto cambiarlo, no le habría seducido en ese momento.

Roberto siempre creía que le importaban mucho aquellos asuntos, de modo que ese año entero vivía áridamente como un muerto, sin espíritu.

Sin embargo, después de pasar eso, se le observó sorpresivamente que se le olvidaron tales asuntos y no le importaron nada.

Meramente, se quedó en su autoconsciencia y no se libró de la sombra de que le dejó Llara.

-A partir de entonces, fui realmente libre.- Roberto dijo sonriendo.

-Perfecto, dejemos olvidados los asuntos pasados por completo.-

Mauren levantó la botella de cerveza diciendo, con los ojos brillantes.

-¡Vamos a brindar por libertad! ¡Todos nosotros viviremos con libertad y capricho.-

En el compartimiento hubo luces de múltiples colores y llenaba humos.

Con una copa en la mano, Senda saboreó lentamente el vino tinto precioso que se reservó haccía mucho tiempo.

De tal manera que no fue ansiosa ni lenta excesivamente, mantuvo tranquilo y elegante. Fue imposible imaginar que en realidad estuviera tan furioso ahora.

Erasto Velázquez echó un vistazo a las botellas vacías sobre la mesa, y se acercó a Angelo espontáneamente.

-¿Angelo , qué te pasó? Parece que Senda te ve con mucho disgusto y rabia.-

-¿Sí? Creo que no tiene diferencia alguna de sus vistazos normales.- Angelo sonrío levemente, no importándole nada.

Rocío también echó un vistazo a Angelo, luego movió sus largos dedos y los ocho dados jugados entre sus dedos regresaron ordenadamente a la taza de dados.

Rocío le dijo con descontento, -He visto una transmisión en vivo hoy. ¿Tú y Senda compiten por una misma mujer?-

-¿Tú y Senda compiten por una misma mujer?- Erasto se sorprendió y se emocionó de inmediato, -¿Cuál es el resultado final?-

Sin embargo, ahora Angelo estaba sonriendo con orgullo y hermano mayor solo bebía vino callado y triste. El resultado parecía claro y obvio.

-¿Cuál es de mujer que tenga tan mal gusto? Es increíble que te haya elegido en lugar de optar por Senda.-

Erasto volvió su cabeza atrás mirando a Rocío, y dijo, -¿Cuál es la transmisión en vivo? Déjame verla.-

-¿Soy tan malo?- Angelo le dio un puntapié a Erasto, tomó la botella de vino tinto, anduvo cerca de Senda, y se lo vertió personalmente a su copa.

-No eres malo. Si hubiera sido mujer, habría tenido que elegirte, de verdad. -

Erasto le contestó a Angelo. Todo fue de su corazón absolutamente.

Esas palabras le dejaron al hombre que siempre bebía el vino callado y triste levantar sus ojos levemente. Sus vistas fueron tan frías y terribles que se cayeron en Erasto.

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