El corazón de Señor Peréz romance Capítulo 218

Hedi condujo el coche hasta su destino y se alejó a toda prisa.

Después de un largo rato, la puerta del coche se abrió. Senda salió del coche de forma precipitada.

Su rostro estaba tranquilo, su respiración era regular y estaba pulcramente vestido como un verdadero caballero.

En contraposición a la chica que salió detrás de él. La ropa de la chica estaba puesta, pero un poco desordenada.

Y el pelo largo de la chica también estaba un poco desordenado, pero su pelo era suave y liso, y la chica se pasó los dedos por el pelo y le quedó mucho mejor.

Pero las mejillas de la chica estaban muy rojas y respiraba con dificultad, y había una emoción fascinante en los ojos de la chica.

Podría ser que la chica estuviera borracha, o podría ser que los dos acabaran de entablar una interacción muy intensa.

-¿Por qué me miras? ¿No debería castigarte por hacerme perder la cara delante de tanta gente?-

Los movimientos de Senda parecían llenos de energía en comparación.

Mauren lo miró con dureza, ¡no creía que ese hombre pudiera ser tan descarado!

Sin embargo, no podía condenar en voz alta lo que Senda acababa de hacer con ella.

Después de todo, eran nominalmente una pareja prometida.

Mauren volvió a alisar su ropa y entró en el salón de la casa sin mirar atrás.

Pero lo que no esperaba era ver a alguien sentada en el sofá justo al entrar en la casa, era Luisa Díaz.

Al ver regresar a Mauren, Luisa se levantó inmediatamente, pero en lugar de mirarla a ella, Luisa miró a Senda, que caminaba detrás de ella.

-Senda, ¿has vuelto? - Su voz era un poco ronca, con un toque de ansiedad.

-Sí. - Senda asintió y se acercó con Mauren, -Tía Luisa. -

-Senda, tienes que perdonar a Llara, aún es joven y no sabe nada todavía. -

Luisa acababa de decir unas palabras y estaba a punto de llorar.

Cuando se enteró de que Llara había tenido un accidente, Luisa no había tenido tiempo de visitarla. Pero le habían dicho que la mano de Llara estaba lisiada, y temía que la carrera de Llara como pintora para el resto de su vida había quedado completamente destrozada.

Luisa iba a visitar a Llara en el hospital más tarde, pero ahora, primero, tenía que hablar con Senda.

-Senda, si Llara te hizo algo malo, te pediré disculpas por ella, ¿de acuerdo? -

-No me vengaré de ella. - Senda se aclaró primero, -A menos, claro, que busque los problemas voluntariamente. -

- ¡No lo hará, realmente no lo hará! - Luisa sacudió inmediatamente la cabeza.

-En ese caso, puedes volver, y te prometo que no me molestaré con ella. -

El asunto estaba, a todos los efectos, terminado.

Senda se acercó al sofá y se sentó, mientras Luisa permanecía de pie en su sitio observándole, sin irse, pero sin hablar tampoco.

-Tía Luisa, ¿necesitas algo más? - Senda estaba un poco confundida.

La expresión de Senda no era diferente a la habitual, había arruinado la vida de Llara. Un asunto tan importante, pero era como si no le importara.

A Luisa le temblaban los dedos de rabia mientras miraba a Senda, el hombre con el que no tenía tan mala relación, sentado en el sofá.

Estaba agitada, enfadada, agraviada, pero todavía un poco alterada.

Pero siempre contenía su ira, hablando con calma incluso cuando ya estaba tan enfadada.

-Senda, Llara sólo tiene veintidós años, en realidad aún es una niña. -

Veintidós años, la edad justa para estar en la universidad, y era tan joven que era inevitable que cometiera algunos errores.

Pero incluso si Llara hubiera cometido un error, ¿no sería bueno que estuviera dispuesta a corregirlo a tiempo?

Senda miró a Luisa con frialdad. Realmente no quería entrar en conflicto con esa madrastra que llevaba muchos años casada con su padre.

Pero no le gustaba dar explicaciones a la gente, así que optó por callar cuando no estaba de acuerdo con los comentarios de Luisa Díaz.

Pero la tía Luisa no solía discutir con la gente, pero quizás hoy estaba demasiado molesta.

Louisa se acercó a Senda, conteniendo su ira, aunque sus dedos temblaban de rabia.

-Senda, quiero que me prometas que nadie volverá a hacer daño a Llara así. -

-Tía Luisa-, dijo Mauren, acercándose a Senda y mirando a Luisa.

- ¿Soy una niña a tus ojos? - Preguntó.

Luisa no quería mirar a Mauren en este momento, pero Mauren estaba junto a Senda y no podía ignorarlo.

-No entiendo qué quiso decir la Sra. Mauren con lo que dijo. - El rostro de Luisa era inexpresivo.

-Si alguien me ha hecho daño, la tía Luisa debería poder decirle lo mismo a la persona que me hizo daño, Mauren es todavía una niña y espero que pueda perdonarla. -

Luisa miró a Mauren, realmente no quería pelear hoy, sólo quería que Senda le hiciera una promesa.

Llara era su sobrina más querida, y cuando a Llara le pasaba algo, su madre y su padre se volvían locos.

Ahora toda la familia Ojeda estaba de luto, enfadada y triste a la vez, pero completamente impotente ante la presencia de Senda.

¿Cómo podría estar interesada en una chica que no pertenecía a la familia Pérez?

-Señorita Mauren, sé que está agraviada, pero nuestra Llara es lo suficientemente infeliz, y espero que tenga la amabilidad de no hacernos pasar un mal rato por ello. -

-Tía Luisa, sólo estoy tratando de razonar contigo. -

Mauren no tenía intención de provocarla, y eso Luisa lo pudo comprobar. Por eso, aunque Luisa Díaz estaba muy enfadada, tuvo la decencia de no explotar.

No era frecuente ver a una mujer con esos modales.

-En su momento, fue esta niña del que hablas quien consiguió que más de treinta matones mafiosos nos dieran una paliza. -

Mauren tenía una mala expresión, no intentaba ser sarcástico con Luisa, sino porque estaba enfadado.

Luisa Díaz, sin embargo, no quiso hacerle caso, miró a Senda, - ¡Senda, tía Luisa sólo quiero una promesa tuya! -

Sin embargo, Mauren agravó repentinamente su voz y toda la sala se hizo eco de sus palabras.

- ¡Llara Ojeda ordenó a esos hombres, dijo que desperdiciaría la mano de mi compañera, dijo que me lisiaría! ¿A quién acudo para que me prometa? -

Mauren casi gritó las palabras.

-La chica de los Ojeda cometió un error y tú la llamas niña, ¿quién de los inocentes somos mayores que ella? ¿Acaso no somos niños? -

-Llara ha estado utilizando a su ex-novio, hizo que su ex-novio le hiciera dibujos y pusiera su nombre en ellos, ¡y ahora está tratando de dejarlo lisiado! -

- ¡Estás llena de mierda! - Luisa Díaz finalmente no pudo reprimir su ira y la miró fijamente, con la rabia ardiendo bajo los ojos de Luisa.

- ¿Qué te pasa ahora? ¿Estás herida o lisiada en alguna parte? ¿Qué te ha perjudicado? -

Pero a su sobrina, Llara, se le estropeó la mano.

-No estoy herida, y eso es porque supe tomar precauciones y hacer que alguien se apresurara a ayudarme. -

-Pero tu señorita Llara aún no se detuvo y agarró un palo de madera e intentó lisiar a mi compañero, y si no hubiera llegado Senda, ahora sería yo la lesionada. -

-Tú…-

-Senda fue herida, tía Luisa, por tu buena sobrina Llara. ¿Crees que Senda es un hombre y no importa que le den una paliza? -

-Yo…- Luisa Díaz miró a Senda, pero ésta ni siquiera mostró signos de estar herido.

Finalmente, Luisa miró a Mauren, con sus buenos modales completamente quemados por la ira.

- ¡Esta no es tu casa, no te toca hablar aquí! ¡Soy la Madame de la familia Pérez, y te ordeno que te vayas! Sal y vuelve a tu casa propia. -

Mauren finalmente se dio cuenta de que ya no servía de nada razonar con Luisa.

De repente, Mauren sacó su teléfono y marcó un número determinado, -Investiga las reglas tácitas anteriores de Llara Ojeda y cuelga todo en Internet, siempre que haya pruebas que lo demuestren.-

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