Después de que Candela se fue, Angelo volvió a Mauren, -¿Qué dijo?-
-No dijo nada, la despidieron y ahora no sabía por completo lo que pasó a la familia Pérez.-
-¿No han dicho nada más?- Angelo se sorprendió un poco, porque esto no se parecía en nada al carácter de Mauren.
-También le pregunté sobre lo que había pasado antes, pero Candela no lleva mucho tiempo cuidando de Madame Leide, hay otras doncellas que estaban a cargo, así que hay muchas cosas que Candela desconoce por completo.-
Angelo seguía sospechando un poco, porque como era costumbre de Mauren, debía pedir algo antes de dejar ir a Candela.
Sin embargo, como Mauren no quería hablar de ello, Angelo no siguió adelante.
Este asunto, como lo que él mismo dijo, era cosa del pasado.
Mientras Mauren pudiera vivir feliz en el futuro, todo valía la pena.
Los dos caminaron hasta la parte inferior de la colina, y antes de que pudieran entrar en el aparcamiento, vieron a unas cuantas personas caminando hacia ellos.
Senda llevaba un traje negro y Bita iba vestida muy ilusionada como de siempre.
Hedi caminó detrás de ellos y se sorprendió al ver a Mauren y Angelo.
-Madam… Mauren, ¿cómo estás estos días?- Hedi no pudo evitar preguntar.
-Estoy bien, gracias por tu preocupación.- Mauren le sonrió.
Después de lo sucedido, era sorprendente que aún pudiera enfrentarse a estas pocas personas con calma, incluso la propia Mauren se sentía más tranquila que antes.
Al menos no hacía las cosas impulsivamente y ya no se emocionaba con facilidad.
Miró a Senda y le preguntó suavemente, -Senda, ¿cómo te va estos días?-
-Estoy bastante bien.- Senda no puso mucha cara, así que nadie podía saber lo que estaba pensando.
-Senda, ¿puedo hablar contigo a solas?-
Mauren había estado hoy demasiado tiempo de pie en el exterior y las dos piernas le temblaban ligeramente por el cansancio.
Como no se había recuperado completamente de sus funciones físicas, el médico le recomendó que permaneciera en el hospital tres días más antes de salir.
Pero Mauren insistió en salir del hospital porque no quería quedarse en el hospital.
Si no fuera por eso, todavía estaría en el hospital hasta ahora.
Antes de que Senda pudiera decir nada, Bita, que estaba a su lado, ya se estaba enfadando, -Mauren, ¿no le haces suficiente daño?-
Mauren la ignoró y se limitó a mirar a Senda.
La mirada silenciosa de Senda también la miraba.
Tras medio segundo, Senda dijo con indiferencia, -Tengo cosas que hacer.-
-Sólo dame cinco minutos… no, tres minutos.-
-La próxima vez, recuerda pedir una cita con Hedi.- Senda se marchó sin mirar atrás.
Hedi no supo qué decir, pero sólo pudo dedicarle a Mauren una sonrisa incómoda, -Senda está muy ocupado hoy, tiene que volver corriendo a la oficina para ocuparse de las cosas en cuanto haya presentado sus respetos a Madame Leide.-
-Señorita Mauren, comprobaré el horario de Senda por usted, la próxima vez…-
-No es necesario.- Mauren sacudió la cabeza, finalmente no pudo sostenerse, así que se tomó del brazo de Angelo.
Mauren no podía mantenerse en pie ni un poco, y sin algo que la sostuviera, se derrumbaría definitivamente.
Angelo había visto que su cuerpo estaba al límite y la tomó en sus brazos.
-¿Por qué no te llevo yo? Todavía está lejos del aparcamiento.- La voz de Angelo era más suave que el viento que la rodeaba.
Mauren dudó un momento y asintió.
No tenía fuerzas para seguir caminando. Si seguía caminando, corría el riesgo de desmayarse.
Angelo la recogió enseguida y se dirigió al aparcamiento.
Bita cogió las flores de la mano de Hedi y las colocó delante de la lápida de Madame Leide, llorando, -Abuela, ¿estás bien en el cielo?-
-Abuela, no tienes que preocuparte por mí, Senda es muy buena conmigo. Lo sé, te prometió que cuidaría de mí en el futuro, y lo hará.-
-Abuela, no te preocupes, tanto Senda como yo tendremos una buena vida…-
Hedi se hizo a un lado porque no quería oír los gritos de Bita.
¿Fueron esas palabras para Madame Leide o fueron un recuerdo para que Senda la tratara bien?
De todos modos, ahora mismo, Hedi odiaba todo lo relacionado con Bita.
Mientras Bita seguía llorando y hablando con Madame Leide, Senda se mantuvo erguida como un hombre de madera frente a la lápida.
Miró la efigie de Madame Leide en la lápida y se quedó mirando la sonrisa de la foto. Los labios de Senda, como la costa del continente antártico, eran rectos y fríos.
Bita lloró durante mucho tiempo, y finalmente miró a Senda y susurró, -Anoche soñé con la abuela.-
Senda seguía sin decir nada, y Bita se secaba las lágrimas, y parecía un poco indecisa y tímida.
-Abuela… me preguntó cuando iba a dar a la familia Pérez… un nieto…-
-Senda, hay una llamada por allí.-
Antes de que Bita pudiera terminar sus palabras, Hedi colgó inmediatamente la llamada y se acercó a Senda.
Senda le devolvió la mirada y Hedi dijo, -Dicen por ahí que la ruta está arreglada y que podemos salir en tres días.-
-Bien.- Senda asintió y, con una profunda inclinación ante la lápida de Madame Leide, se dio la vuelta y se dirigió al fondo de la colina.
Bita se iba a poner furiosa, acababa de estar tan cerca que sus palabras podrían haber sido completas.
La culpa era de ese maldito Hedi que había venido a arruinar sus planes.
Bita decidió que, tendría que deshacerse de ese bastardo Hedi, fuera tarde o temprano.
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