Mauren le llamó diciendo que quería verle, por lo que Angelo apareció muy pronto.
No necesitaba preguntarle por qué, ni la culparía por encontrarle en un momento inapropiado.
Después de que Mauren se subió al coche, vio claramente que su teléfono móvil sonaba varias veces.
Finalmente, Angelo no tuvo más remedio que apagarlo de una vez y la llevó a disfrutar de la brisa marina en la carretera junto al mar.
-¿No me vas a preguntar por qué quiero verte?- Mauren se había tranquilizado.
La gélida brisa del mar apaciguó paulatinamente su estado de ánimo irritable.
-¿Para qué te pregunto, si es que soy tan guapo y encantador, acaso no es normal que me eches de menos?-
Angelo apartó la cabeza y la miró.
Esta muchacha todavía estaba un poco deprimida, y de repente dijo, -¿Quieres ir a la playa a comer barbacoa?-
El clima a principios del invierno no era particularmente álgido, pero sí un poco frío.
Con este tipo de clima, debería ser bastante agradable comer barbacoa en la playa.
Mauren no tenía apetito en absoluto, pero ella aún asintió con la cabeza.
Angelo hizo un cambio de sentido y dentro de poco se detuvo en una playa cercana.
Allí había muchos puestos de barbacoa, aunque el ambiente no era muy bueno, pero afortunadamente era un día laboral, por lo que no estaban abarrotados de mucha gente, y además eran muy tranquilos.
-¿Estás ocupado hoy?- Mauren miró el bolsillo de sus pantalones.
Desde que había apagado el móvil, ella no volvió a escuchar el timbre, pero antes de hacerlo, le había entrado muchas llamadas.
-El día laboral.- Entonces, no fue necesario preguntarle si estaba ocupado o no.
-¿Es algo importante? Te han entrado muchas llamadas hace rato.-
-Urge que me vaya a una reunión.-
-¿Un gran proyecto?-
-Sí.- Parecía que a Angelo no le importaba en absoluto, y hizo gestos con la mano al dueño de la tienda de barbacoa que estaba lejos.
El dueño se le acercó y le agregó decenas de de brochetas de mariscos y también le trajo unas bebidas.
Angelo le preguntó, -Llévate estas bebidas, no las necesitamos. ¿Hay agua tibia? Tráemela un poco.-
-Está bien.- El dueño volvió inmediatamente, y más tarde vino con la tetera.
-Déjala aquí, te llamaré si queremos pedir algo más.- Después de que se fue, Angelo sirvió un vaso de agua tibia para Mauren.
Su voz era como el viento suave en la orilla del mar, -No te has recuperado del todo, por lo que no bebas bebidas frías en estos días.-
Mauren se sorprendió mirándolo, un poco perdida.
-¿Qué te pasa? Bebe un poco primero.- Angelo frunció el ceño cuando vio que solamente lo estaba mirando aturdida. -Es realmente raro hoy. Si quieres hablarme de algo, dímelo.-
-¿Me harías daño?-, Le preguntó de repente.
Angelo no respondió a esta pregunta de inmediato.
Sólo después de observarla durante al menos tres segundos, puso el vaso de agua entre sus manos, -Bébelo y hablamos de eso.-
Mauren bajó la cabeza y se bebió media taza de agua tibia de una vez.
Cuando lo miró de nuevo, Angelo se estaba concentrando en las brochetas de mariscos a la parrilla.
-Si tengo que respondértelo, espero que lo sientas con el corazón. No importa lo que diga, lo importante es si puedes creérmelo.-
Esbozó una tristeza en sus ojos, pero se desvaneció muy rápidamente, frente a ella, esto no era obvia.
Pero esta desolación aún fue pillada por Mauren.
¿Ella lo lastimó?
Si al revés él viniera a hacerle esta pregunta, ¿ella resultaría lastimada de la misma manera?
Los dos se llevaban unos meses, de hecho, ¿qué tipo de persona era? ¿De verdad ella no lo tenía claro?
Era comprensible poder mentirle uno o dos días, ¿pero era capaz de mentirle durante un mes y dos meses?
¿Por qué debería dudar de él? Este tipo de sospecha no le sentó bien a cualquiera.
-Lo siento.- Ella bajó la cabeza y miró los mariscos en la parrilla.
Angelo la miró fijamente, aunque no sabía lo que ella estaba pensando en ese momento, al menos se dio cuenta de que esta frase "lo siento" la dijo con sinceridad.
Él sonrió, -Ya que te has disculpado conmigo, olvidémoslo sin importar lo que hayas pensado antes, alégrate un poco.-
Ella se puso de pie abruptamente, y Mauren le agarró del brazo robusto, -¡Venga! ¡Vamos! ¡Más tarde que nunca, vamos!-
-Pero, no ha traído la comida que hemos pedido ...-
-¿Todavía tienes ganas de comer? ¡No has terminado tu trabajo! ¡Termínalo rápido y vuelve a comer!-
Pensó para sí en ese instante "¡Miles de millones! ¡Madre mía! ¡Sería el colmo¡"
-¿De verdad ya no quieres comer?- Angelo todavía andaba sin prisa y no parecía ansioso en absoluto.
-¡No, no! ¡Date prisa! ¡ponte serio por favor! ¡Estoy tan preocupada que quiero llorar delante tuyo!-
Mauren tiró de su brazo con fuerza para levantarlo, pero desafortunadamente era demasiado alto, por lo que estaba completamente fuera de su alcance.
Los hermosos labios delgados de Angelo se curvaron y finalmente sacó su cartera, dejó algunos billetes y se puso de pie con ella.
-¡Date prisa!-
Bajo el cielo azul y las nubes blancas, una muchacha le cogía la mano del hombre corriendo ansiosamente hacia el lugar de estacionamiento.
El hombre fue arrastrado por ella, pero con una sonrisa en los labios de principio a fin.
Sus ojos se posaban en ella, tan suaves y tan cálidos.
... Cuando llegaron al vestíbulo del edificio principal de Grupo Atenas, el director general de la otra empresa estaba saliendo de allí.
Un grupo de personas lo siguió con cautela.
El director general estaba tan cabreado que todos los subordinados que se encontraban detrás suyo estaban asustados y callados que ni siquiera se atrevieron a chistar.
Diego lo persiguió, mientras se limpiaba el sudor sigilosamente y decía, -Discúlpeme, gerente Pliego, todo fue mi culpa. No le dije claramente al señor Angelo la hora de la reunión. ¿Podemos quedar otro día? Gerente Pliego...-
-El tiempo de vuestro señor Angelo es precioso, ¿pero el mío es una menudencia?-
El Gerente Pliego estaba tan enojado que quería darle una patada, dijo con frialdad, -¡Vuestro Grupo Atenas es el que incumple el contrato, por lo que no volveremos a tener ninguna oportunidad de cooperar en el futuro!-
-Gerente Pliego, gerente Pliego...- Diego sudaba profusamente por la ansia.
-Gerente Pliego.- Detrás de la puerta giratoria de vidrio del vestíbulo entró una figura esbelta.
Todavía le cogía a una muchacha pequeña de la mano, y sus hermosos labios delgados estaban ligeramente doblados, surgía una sonrisa que hacía que cualquiera se sintiera como sosegado.
-Hoy, mi ... novia está enferma, la he acompañado al hospital, así que me retrasé un poco. ¡Discúlpeme!-
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