El corazón de Señor Peréz romance Capítulo 40

-El dinero ha llegado.-

Un hombre vestido de negro con una media en la cabeza, tomaba el móvil emocionado alardeando.

-Juan, ¿cómo le hacemos?- el dinero ya ha llegado, todos están contentos, estoy impaciente por volver y disfrútalo.

-La misión ha terminado, claro que volveremos-.

Juan Jasso, miró aquella chica a lo lejos, de repente entrecerró los ojos.

-Aunque esta chica tiene una cara colorida, pero su pequeño cuerpo está muy bien.-

Los otros dos compañeros se miraron el uno al otro, después voltearon a ver a su alrededor miraron la playa de arena negra, en el corazón había una pequeña bestia, la cual empezó a moverse esperando su oportinidad.

Era una noche sin luz de luna ni viento, no se podía ver claramente quienes eran, aunque este no era su objetivo de esta noche, pero no podían dejar pasar esta buena oportunidad.

-Juan, ese….-

-En cualquier caso hoy dejare la Ciudad del Norte, así que…-

Juan sonrió, guardó el teléfono, y repentinamente caminó rápidamente hacia Liz Gutiérrez que estaba sentado en el suelo.

Liz estaba temblando de miedo, difícilmente y de manera secreta se había liberado de las ataduras de sus manos, pero repentinamente vio algunas personas acercarse hacia él.

¿Qué querrán hacer? ¿por qué vienen hacia mí de manera tan aterradora?

Juan iba por delante, rápidamente se puso enfrente de Liz y se colocó en cuclillas.

-Chiquilla, tus amigos no tienen idea de cuándo podrán llegar aquí, será una larga noche, ¿realmente solitario no?-

-De lo contrario, te acompañaran a jugar.-

Él río, y extendió su brazo para agarrar el cuerpo de Liz.

-¡Malvado! Liz agarró un puñado de arena, y se lo arrojó contra la cara de Juan.

-A….- Juan no se había dado cuenta que ella se había liberado, la arena había entrado en los ojos, a lo que este gritó.

-¡Juan!

- Juan, ¡que te pasas!

Aquellos dos hombres que habían estado caminado lentamente se acercaron rápidamente, Liz se levantó, e inmediatamente corrió a toda velocidad hacia la isla.

-Maldita chica salvaje, ¡rápido vayan tras ella!¡voy a matarla!

Juan aún estaba gimiendo, sus dos hombres lo habían dejado, habían ido inmediatamente a perseguir a Liz.

Liz corrió hasta quedarse sin aliento, pero ella no sabía hacia donde correr.

Por todos lados solo había bosque a su alrededor, solo se veía oscuridad, ella solo podía apretar los dientes, caminó hacia el lugar más oscuro…

Mauren repentinamente se tocó el pecho justo de lado de su corazón, inexplicablemente le dolía un poco su corazón.

-¿Qué sucede?- Senda miró fijamente su rostro pálido.

-No lo sé. Solo de repente sentí un dolor- ella jadeó dos veces.

No lo sé parece un mal presentimiento, ¿por qué me dolería de repente el corazón?

¿Sera por el asunto de Liz?

Senda puso su mano sobre el corazón de Mauren, quería sentirlo.

Pero su mano solo tocó su ropa, pensó en algo, y se detuvo.

Mauren levantó la cabeza, y en ese momento cruzó miradas con él.

Cuando sus ojos se cruzaron, ella inmediatamente se sonrojó y dio un paso hacia atrás.

Senda también colocó su mano detrás, y se rápidamente se sentó al borde de la lancha, y sin ninguna expresión en el rostro dijo -solo estoy preocupado que te desmayes-

¿Acaso el significado de estas palabras era, que no quería aprovechase de ti?

Mauren se sonrojó, y asintió con la cabeza, en ese momento, ella podía percibir que Senda no tenía malas intenciones.

Después de todo, este no era el momento adecuado, Heidi González estaba con ellos.

La brisa del mar zumbaba, Senda se colocó en contra de viento dejando que este le ondeara el pelo, en ese momento Senda parecía más guapo de lo habitual.

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