El empresario del corazon roto romance Capítulo 75

[Isabel]

Debo admitir que el tiempo en el yate ha sido magnifico. Quentin se ha encargado de consentirme en muchos niveles y ni siquiera he empezado la luna de miel. Aún así, con todos los lujos me alegra mucho llegar a Messina, Sicilia y sobre todo recorrer el hermoso lugar. No cabe duda que Quentin ha cambiado mi vida en todos los sentidos posibles y no lo digo sólo por el dinero o los regalos, la ropa nueva y los lugares tan maravillosos que me ha enseñado. Si no porque me ha demostrado que los buenos hombres existen y que a pesar de todo lo que uno puede pasar siempre se puede volver a creer en el amor y tener una segunda oportunidad.

El yate se queda mar adentro, juntos a unos cuantos kilómetros de distancia del lugar donde Quentin y yo nos hospedaremos. Ambos hacemos una maleta pequeña para los dos, ya que se supone que nuestra estancia será corta y nos dirigimos a la cubierta donde un bote nos espera.

―Con cuidado corazón. ― Me dice él mientras me toma de la mano y me ayuda a bajar las escaleras del yate para subirnos.

Lo hago lento y antes de llegar al último escalón él me toma de la cintura y alzándome un poco me sube sin antes darme un beso sobre los labios.

―Muchas gracias señor. ― Le respondo y él sonríe.

―Espero que te guste el hotel donde nos quedaremos, pasaremos aquí unos días y después partiremos para irnos a otro lado.

―Me parece perfecto, aunque si te soy sincero el paseo en yate en sí, ya es una luna de miel ideal.

―Pues si gustas lo podemos cambiarlo, regresar al yate y les pido que hagan un recorrido de semanas y nos quedaos tú y yo haciendo el amor.

Sonrío.

El bote avanza y en unos minutos comenzamos a ver a lo lejos el lugar donde pasaremos nuestra primera noche en tierra.

―¿Cómo se llama el hotel? ― Pregunto mientras vengo sentada a su lado.

―Les Sables Noirs & Spa.― Dice en ese perfecto francés que tanto me gusta.―Unos días aquí nos caerán de maravilla.

―Donde sea contigo me cae de maravilla.― Contesto y le doy un beso sobre los labios.

Unos momentos después bajamos en el práctico muelle exclusivo del hotel para bajarnos en seguida y caminar hacia la recepción del hotel donde una persona del staff nos recibe en seguida

―Signori, Valois, vi stavamo aspettando (Señores Valois, los estábamos esperando) seguimi per mostrarti la stanza (Síganme para mostrarles la habitación)

―Grazie.― Contesta Quentin y de la mano caminamos hacia allá.

Como era de esperarse, la habitación que mi esposo ha reservado para nosotros va más allá de lo que yo hubiese pedido o imaginado, ya que es una suite con una gran terraza cuya vista da al mar y al monte Etna. Tenemos terraza privada con tumbonas y un jacuzzi. Dentro de la habitación tenemos una sala con ventanales que dejan que la luz entre, un enorme dormitorio matrimonial, un baño con ducha al ras del suelo, bañera y una cama King Size

―Prácticamente esta habitación es para no salir ¿cierto? ― Murmuro.

―Si así lo deseas se puede lograr, tenemos todo aquí.

―Lo sé, pero a mi me gustaría ver Messina, me emociona el hecho de poder recorrer los lugares y probar la comida y vino.

―Entonces lo haremos.― Me asegura. Quentin voltea a ver al botones y le da un billete.― Grazie. Vorrei che non ci disturbasse per il resto del soggiorno (Gracias, me gustaría que no nos molestaran por el resto de la estadía) ― Pide en un perfecto italiano.

―Buon Soggiorno.― Contesta y luego sale por la puerta.

Me acerco a él y lo abrazo para después acariciar su rostro―¿Acaso hay algún idioma que no puedas hablar?

―También sé un poco de chino, pero admito que soy muy malo, por eso tengo a Vivianne, ella lo habla a la perfección y es la que me sirve de intérprete en variadas ocaciones.

―¿Vivianne habla chino?

―Así es, es excelente asistente, si puedo confesarte algo se la robé a otro, le ofrecía mejor sueldo y prestaciones… ahora es mi amiga. Me quedo en silencio mientras observo sus hermosos ojos―¿Tú no te preguntas por qué no escogí a Vivianne? ― Me pregunta.

―No…,¿tendría que preguntármelo?

―¡Jamás! ― Y me besa sobre los labios. ― Sólo lo digo porque siempre piensan que es lo más obvio.

―No, nunca me pasó por la cabeza, ahora sí.― Respondo entre bromas.

Ambos nos reímos.

―¿Y ahora qué haces Señora Osher?

―Mmmmm… me gustaría Un gelato al cioccolato― Respondo.

―¡Uy! ¿También italiano? Creo que esta noche tendrás que mostrarme tus avances ¿Qué te parece en el jacuzzi?

―¡Uy! Parece que te has vuelto fanático de tener sexo bajo el agua ¿eh?

―No, yo podría hacerte el amor donde tú quisieras.

Quentin comienza a bajar su manos por mi blusa y a desabrochar uno a uno mis botones.― Amor.― Murmuro.

―Puedo hacértelo sobre la cama, este sofá, la alfombra.―Ve mi sostén de encaje.― Cuando lo compramos antes del viaje no pensé que se vería tan bonito en ti.

Me sonrojo.―Me encantaría volver a hacer amor Señor Valois, pero muero por caminar por el lugar ¿crees que podamos dejar esto para otra noche?

―Vale, pero lo tendré en cuenta.― Contesta y me da un beso sobre los labios.

Ambos nos cambiamos de ropa a una más cómoda y cuando estamos listos salimos del hotel para sumergirnos en el hermoso Messina que con sus monumentos históricos nos da la bienvenida. Lo primero que hicieron fue comprar un helado de chocolate, tal y como Isabel deseaba, ya que el sol estaba en verdad fuerte y eso les refrescaría. Después, de la mano, recorrieron la hermosa ciudad que les ofrecía unos paisajes en verdad esplendorosos, no sólo por las estatuas y el hermoso mar jónico que yacía por todos lados, si no por el volcán que adornaba la vista a lo lejos.

―Siempre me he preguntado porque no tienes una casa en Italia.― Le preguntó mientras caminamos al restaurante de pizza y pasta que nos recomendaron los locatarios.

―Pues, no había la necesidad. Italia no es un país que visite tanto para quedarme, Nueva York tiene sentido porque suelo ir a hacer muchos negocios allá y justo en América está una de mis tantas sedes, París por mi familia, porque es la casa de mis padres y Madrid, porque ahí vivimos ¿A caso quieres que adquiera otro lugar para los dos?

―No, claro que no… con tres casas es suficiente.― Bromeo.― Sólo que creo queItalia es más para ti, por lo romántico que eres, te imaginaba en tu vespa recorriendo las calles de Italia con una camiseta Veneciana.

―Creo que ves muchas películas mi amor.― Me contesta y me da un beso sobre la nariz.― Un día pensé en comprar una casa en Montecarlo, ir a los casinos tipo James Bond y apostar.― Comenta divertido.

―¿Crees que pueda ser tu chica Bond? Debo confesar que es una de mis fantasías entrar a un casino y decir… todo al ocho negro.― Y al decir eso hago una voz sexy que lo hace reír.

―Podemos hacerlo… es más, al regresar lo haremos, podemos ir a un Casino y puedes decir esa frase.

―Sólo no mucho dinero porque soy pésima apostando.

Quentin sonríe, me envuelve con sus brazos y besa mi cuello que hoy especialmente huele a una mezcla tipo lima- limón refrescante.― Yo también tengo una fantasía ¿sabes?

―¿De verdad? ¿Cómo qué?

―Me gustaría hacer tu sueño realidad.

―¿De qué hablas? Ya haz hecho todos mis sueños realidad.

―No, hablo del restaurante.― Murmura.

―Amor, lo de restaurante ha quedado atrás, ya te dije que con el negocio de amistoso menú todo está bien.

―Lo sé y continuarás con ese negocio, pero esas recetas son excelentes Isabel, y es una lástima que se mantengan escondidas. Estuve pensando que podría hablar con Pablo del Moral para ver si nos puede ayudar en ese rubro.

―¿Con Pablo del Moral? Él se dedica a los hoteles.

―Sí, pero puede que nos ayude con el restaurante, sólo déjame probar por ese lado, mi última y única carta y si no funciona dejamos esto de lado ¿te parece?

Suspiro.― Vale, me parece, pero si no se puede dejamos esto por la paz y me dedico a mi negocio, que ya va viento en popa, según los números… bueno, eso dice mi patrocinador y co- propietario.

Él sonríe―¿Ah si? Y¿ese co-propietario cómo es?

Comienzo a reírme porque sé que quiere que vuelva a hablar de él.― Bueno, pues es guapo, muy alto, pelo castaño y barba. Los rumores dicen que es excelente besando y que hace el amor de una manera tan tántrica que te deja sin aliento.

―¿En verdad? No sabía qué era así y ¿cómo se llama?

―Henry Cavill.― Pronuncio y su rostro es épico.

―¿El brujo ese? ¿El de la serie? ¡No! ― Y sin que yo lo piense me carga entre sus brazos―¿Crees que Henry Cavill pueda cargarte así?

―Es Superman amor… yo creo que sí.

―No creo que él sepa el truco tántrico que estoy dispuesto a demostrar en este instante.― Me responde.

―¿Qué? ¡Aquí! ¡En medio de la calle!― Pregunto entre risas.

―No, pero ¿qué te parece si pedimos la comida para llevar y nos regresamos a nuestra hermosa habitación y te lo demuestro?

― Y ¿Cuál será mi papel? ¿La damisela en apuros? ― Y le cierro un ojo.

―No, serás la villana, ese villana sexy que trabaja para ma mafia italiana y que el agente secreto Quentin Valois debe entrevistar.

―¡Me encanta! No sabía que te gustaba el role play ― Bromeo.

―Ya te dije que hay cosas que aún no conoces de mi Isabel Osher, aunque si te soy sincero, tú me haces ser definitivamente otra persona, una que quiere vivir cosas nuevas y experimentar otras más… ¿entonces qué dices? ¿De regreso a la habitación?

―Lo que usted diga agente Valois, estoy lista para mi interrogatorio.― Respondo.

―¡Perfecto! Entonces… hagámoslo.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El empresario del corazon roto