-Date la vuelta. Pon las manos en la ventanilla y levanta el culo hacia mí —su voz era baja, tranquila y a la vez tan autoritaria. «Supongo que mi castigo ha comenzado oficialmente». No podía entender por qué, pero sentía que tenía todo el derecho a castigarme por tontear con Ezequiel a sus espaldas. Me retracté y acaté su orden.
—¡Ahhh! ¡No! Eduardo! —grité y jadeé contra la ventana de cristal empañándola mientras Eduardo embestía su sólido bastón en mi agujero desde atrás de una sola vez.
Mi dolorido cono se estiró para acomodar su entrada. La cabeza de su polla abrió mis labios secretos y se abrió paso rápido hacia el interior mientras acariciaba el interior de las paredes de mi cono. Golpeó mi vientre de una sola vez y gemí mientras el dolor se transformaba rápido en éxtasis. Su polla estaba caliente y podía sentir su forma mientras apretaba los músculos de mi cono a su alrededor. «Supongo que hacerlo sin condón es de verdad diferente y más excitante».
-Cállate... Sabrina... -gruñó detrás de mis orejas mientras introducía dos dedos en mi boca para evitar que gritara. Chupé con avidez sus dedos mientras me follaban la boca justo cuando su polla se introducía entre mis piernas.
Los sonidos húmedos resonaban con fuerza en el reducido espacio del coche mientras mis jugos de amor salían a chorros de mi cono cada vez que Eduardo sacaba su polla de mi cono antes de volver a clavarla dentro, más fuerte y profunda que la vez anterior. Mi miel goteaba de mi agujero en chorros que corrían por el interior y la parte posterior de mis muslos.
-Voy a... mmmm... -gemí mientras chupaba sus dedos con más fuerza sintiendo que mi clímax se acercaba y mi cono tenía espasmos incontrolables apretando su gorda vara.
Entonces, mi cuerpo se debilitó y ya no pude sostenerme... mi orgasmo hizo mella en mi cuerpo. Eduardo levantó mis caderas con sus dos manos y continuó follando mi agujero... aún más fuerte que antes. Entonces me mordió el hombro con fuerza, hundiendo sus dientes en mi suave piel desnuda.
-No es esto... —murmuró para sí mismo mientras observaba la marca de los dientes que acababa de dejar en mi piel.
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