-¡Más fuerte... más rápido! Ohhhh... ¡¡Ezequiel!! -Balanceé mi culo contra él más rápido, mis pechos se balanceaban de un lado a otro mientras balanceaba mi cuerpo.
Como le había suplicado, Ezequiel me folló más fuerte y rápido enterrando su polla hasta el fondo mientras sus pelotas golpeaban la apertura de mi agujero con cada bombeo. Su deslizamiento de una mano en el frente y pellizcó mi clítoris duro como una roca haciéndome apretar la pared de mi cono más fuerte alrededor de su polla como yo pulsaba. Estaba cerca. Acarició mi clítoris con fuerza con sus expertos dedos y en una docena de empujones, llegué al clímax una vez más echando la cabeza hacia atrás y gritando su nombre.
-¿Estás bien ahí abajo? -Oí una voz ronca y tranquilizadora junto con una mano suave que me acariciaba el pelo.
—Bienvenido de nuevo Ezequiel... —respondí soñadoramente mientras intentaba desesperadamente calmarme de mi orgasmo. «Mi Ezequiel normal ha vuelto... por fin». Pensé que mi cuerpo se rompería antes de que él volviera.
—¿Te ha hecho pasar un mal rato otra vez? Pareces bastante magullada y rota —dijo mientras me besaba con suavidad y su lengua tanteaba mi boca abierta para probarme. Era un cambio tan grande comparado con este otro yo.
-¿Eh... así que ya usó este juguete contigo? Eso me jode, lo pedí para ti... mira que hasta es de tu color favorito, ¿sabes? -dijo con una cara de depresión muy mona mientras agarraba el juguete sexual usado.
-Oye... ahora me toca a mí, ¿no? A juzgar por el estado de este condón, aún no me he corrido -me preguntó mientras me agarraba las caderas y se las acercaba a la cara mientras me ponía a cuatro patas.
Aunque el Ezequiel normal es más dulce que el Oscuro Ezequiel, seguía siendo Ezequiel y, desde que lo conocía, ni una sola vez había sido capaz de excitarse con un sexo sencillo.
—Déjame lubricar esto adecuadamente para que no te haga daño... usando tus propios jugos, por supuesto -dijo Ezequiel con su voz dulce y suave, pero sádica, mientras deslizaba poco a poco el vibrador dentro de mi cono. Gemí un poco ante la sensación del juguete entrando poco a poco en mí. Luego, con una paciencia burlona, Ezequiel sacó poco a poco el vibrador de mi agujero... por completo.
-Ya está... lubricado -sonrió dulce Ezequiel con alegría mientras me mostraba el ahora resbaladizo juguete sexual cubierto de mi semen.
-¡No! Ezequiel... por favor... -Le supliqué que parara cuando me di cuenta de lo que iba a hacer.
Después de encender el interruptor del vibrador, utilizó su dedo para abrir mi culo y frotó la punta del juguete en la apertura. Ya había practicado sexo anal con Ezequiel antes, pero... mi cuerpo se estremeció al recordarlo. Ignorando mis súplicas, empezó a atornillar el juguete en mi ano. «Duele tanto...» Me mordí los labios mientras las lágrimas me escocían los ojos. Hice lo posible por relajar mi cuerpo para que el dolor disminuyera. Pronto, con un último empujón, estuvo enterrado hasta la empuñadura en mi segundo agujero y vibrando con fuerza, podía sentir la vibración en las paredes de mi cono también. Satisfecho con su logro, se acercó y se sentó en el borde de la cama.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El fin del deseo