El Gran Mariscal romance Capítulo 8

Por supuesto, no sólo Dafne estaba asombrada, sino también Ana y Paola, los hombres ahora hechos un ovillo, estaban paralizados en el suelo gimiendo.

Pero el débil y larguirucho pelele, Román se mantenía erguido ileso.

En este momento, los tres compartían las mismas dudas.

«¿Este pelele puede luchar?».

«¿Por qué se contuvo durante los últimos cinco años si puede luchar tan bien?».

«¿Es el mismo Román Zárate que conozco desde hace cinco años?».

Paola era la que más temblaba.

Ella había maltratado a Román muchas veces en el pasado y él nunca había tomado represalias.

Paola siempre había creído que la razón por la que no lo hacía era porque no podía vencerla.

Pero ahora parecía que no era eso. Simplemente era reacio a golpearla porque una sola bofetada suya habría sido letal.

Un ligero sentimiento de arrepentimiento revoloteó en su corazón. Soportó cinco años de humillación por amor. ¿Qué tan profundo era su amor?

«Lástima que lo perdí con mis actos».

Román sacó una daga, lanzándola delante de los hombres.

—¿Quién golpeó a mi suegra y con qué mano lo hizo? Córtala tú mismo. No será sólo una mano si me obligas a hacerlo.

Ana levantó la cabeza, con lágrimas en los ojos, no recordaba cuánto tiempo hacía que alguien la protegía así.

Ni siquiera su familiar más cercano, su marido Daniel, le había mostrado nunca tal dominio.

Pero ahora, el inútil «yerno» al que más despreciaba iba a cortar la mano de alguien sólo porque la habían abofeteado.

Sería una mentira decir que no se sintió conmovida.

Ante la intención asesina de Román, los diez hombres lanzaron una mirada de auxilio a Paola con el terror corriendo por sus venas.

Paola respiró profundamente, tratando de sofocar los latidos de su corazón.

—¿Y qué si puedes luchar, Román? ¿Puedes luchar contra la ley? —dijo y continuó— Te advierto que esta fábrica le debe dinero a mi empresa. O nos pagas hasta el último centavo o te espera una sentencia de prisión.

Ante la mención de la ley, Dafne y Ana volvieron a caer en la desesperación, por muy buena que fuera su capacidad de combate, era inútil si no tenía autoridad.

No sólo Dafne acabaría en la cárcel, sino que Román tampoco podría evitar ese destino.

Sólo entonces Román cambió su atención de los hombres a Paola, de forma casual le arrojó un maletín que contenía cinco millones de anticipo.

—Puedo devolverte el dinero, pero me temo que no te atreverás a tomarlo. De hecho, nos rogarás que te proporcionemos suministros.

Paola no pudo evitar reírse a carcajadas.

—Pfft, qué broma. ¿Yo, rogándoles que nos abastezcan? A menos que todas las fábricas de acero de Ciudad Roble hayan cerrado, ¡puedes seguir soñando! ¿Estás seguro de que lo que hay en este maletín es dinero y no ladrillos? Ni siquiera pudiste venir con una dote de trescientos mil. Ni de broma, puedes devolvernos siquiera un millón.

Dafne y Ana miraron a Román con cara de preocupación

«¿Qué está haciendo este tipo? ¿Haciendo el ridículo a propósito?».

«¿Pedirle a alguien que nos ruegue por suministros? ¿Es una especie de broma?».

«Ni siquiera puede permitirse trescientos mil. Entonces, ¿cómo podría conseguir un millón para los bienes?».

Justo entonces, el teléfono de Paola sonó.

Era una llamada del jefe de proyecto de Construcciones Larios.

—Dorian, ¿qué pasa? —Paola contestó.

—No estoy seguro de lo que está pasando con la familia Borbolla. Acaban de enviarnos una carta del abogado —dijo Dorian exasperado—. La familia Borbolla quiere que terminemos el proyecto hoy mismo o se enfrentará a nosotros en los tribunales. Necesito una gran cantidad de acero urgentemente así que date prisa y compra un lote. Luego envíanoslo.

—No hay problema —respondió Paola.

Tras colgar el teléfono, Paola llamó de inmediato al proveedor de acero.

—Hernán, envíanos rápidamente un lote de acero... ¿Qué? ¿Su fábrica fue adquirida? Vale, voy a colgar.

Paola colgó y llamó a otro proveedor.

—Felipe, te estoy dando la oportunidad de ser rico. Estoy planeando comprarte aceros... ¿Qué? ¿Demasiado tarde? ¿También han adquirido tu fábrica? ¿Qué demonios?

A continuación, hizo otras tres o cuatro llamadas a otras fábricas.

Sin embargo, recibió la misma respuesta. Todo lo que recibió fue:

«Nuestra fábrica fue adquirida anoche».

Capítulo 8 Adquisición de todas las fábricas de la ciudad 1

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Capítulo 8 Adquisición de todas las fábricas de la ciudad 3

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