El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 114

Sin darle a Laura tiempo para negarse, los besos de Oscar pasaron por su cara para bajar, y finalmente besaron los suaves labios de Laura. El roce entre ellos era íntimo, se tragaban la respiración del otro. Las grandes manos ya no pudieron controlarse más para acariciar su delicado cuerpo. Abrió la cremallera de su vestido, bajando por su cuello lentamente llegó hasta su pecho suave.

Las manos grandes no se detuvieron, sino que desabrocharon hábilmente la hebilla del sujetador que tenía a su espalda.

Luego sus labios tocaron suavemente a sus pezones. Su barba le hacía cosquillas..

-¡Oscar! No seas así...- Estaba nerviosa, incapaz de soportar su acaricia, -¡No hagas que te odie!-

-No he tenido nada con ella y tampoco voy a tener nada con ella. Solo te tengo a ti, y en el futuro también solo te tendré a ti, ¡solo tú!- susurró, -Laura, te extraño...-

-¡Oscar!- Su voz era como la de un gato maullando, algo apresurada.

Él agachó la cabeza y chupó su pezón. Entonces ella de repente sintió una sensación cálida y temblorosa en su pecho, su cuerpo se estremeció, se ablandó y se volvió más sensible.

Sin embargo, había una barrera que no podía pasar en su interior, -¡No! ¡No me toques! ¡Oscar! ¡Te odiaré!-

Pero ¿cómo iba a entender sus pensamientos? Pensó que ella lo extrañaría como él la extrañaba. Dios sabía cuánto la extrañaba ahora, ¡anhelaba no separarse de ella nunca!

Ella golpeó su brazo, -Oscar, déjame ir, ¡déjame ir!-

De repente, Laura dejó escapar un gemido de dolor porque sintió un hormigueo y dolor por haber sido chupado en el cuello. ¿Era una bestia? ¡Había mordido muy fuerte!

El dolor de ser golpeado en la espalda no solo no hizo que Oscar suavizara sus movimientos, sino que besó el cuerpo de Laura de manera más salvaje. Los besos cálidos se esparcieron por todo su cuello blanco, poco a poco, parecía que quería acariciar cada centímetro de la piel de su cuerpo.

El apetito sexual que sentía era cada vez más intenso. La respiración de Laura se hizo cada vez más pesada. Ese placer tembloroso que venía uno tras otro la hizo sentir repentinamente como estar en el paraíso. Y solo veía el rostro profundo de Oscar allí, sus ojos y su mirada cariñosa la hacía desearlo más.

Sin embargo, tan pronto como la cara aterradora de Alexia apareció en su mente, de repente reaccionó. Dios, ¿qué estaban haciendo? ¡No debían hacer eso!

En una relación de amor, ¡tres personas eran demasiados!

Oscar todavía la estaba besando, tenía la cabeza enterrada en su pecho. Laura estaba luchando con su mano, en este momento, presionó el interruptor de la puerta accidentalmente, ¡la luz se encendió!

Por un momento, el cuerpo del hombre se puso rígido.

-¡Suéltame!- Ella lo apartó con fuerza.

Dio un paso atrás y vio los moratones que hizo en su pecho. Sintió culpa y pena por ella. ¿Qué estaba haciendo? -Laura...-

Bajo la luz, aturdida se subió el vestido y miró a Oscar. Su cabello estaba revuelto, su ropa estaba arrugada y desordenada porque él le quitó el sujetador antes. En este momento, sus pezones seguían erectos por la reacción natural.

Esa parte suya medio tapada atraía toda su atención...

¡Los ojos de Oscar se hicieron más profundos!

-¡No te acerques!- gritó tímida y enojada, -¡No hagas que te odie!-

No se atrevió a dar un paso más, porque en los ojos de Laura había desesperación por vergüenza.

Realmente no se atrevió a dar un paso adelante, solo se quedó mirándola, lleno de angustia.

Ella lo miró. Mientras se miraban el uno al otro, sus ojos estaban llenos de aflicción.

¡El rostro de ese hombre estaba muy pálido! Siempre había sido limpio y ordenado, pocas veces tenía un lado tan abatido. De lo que Laura recordaba, nunca había estado tan demacrado. Ahora mismo estaba más desastre que la última vez cuando vio a Alexia en la Mansión de Cielo. Sentía mucha pena por su pinta desaliñada.

-¡Vale! ¡No te tocaré! Déjame quedarme aquí un rato, ¿de acuerdo? ¿Puedo quedarme una noche? No haré nada más que mirarte, ¿vale?- Vagamente, se podía notar que la voz de Oscar estaba luchando por algo. Sus palpitaciones se aceleraron más mientras miraba cada expresión y cada movimiento de Laura sin pestañear, esperando a que le dijera que sí.

-¡Oscar, vuelve y no vuelvas nunca más! ¡Si no quieres obligarme a dejar esta ciudad, no vuelvas!- murmuró.

-¡Laura!- Oscar se acercó a ella, bajó la cabeza para mirar fijamente su rostro tranquilo y dijo con voz profunda después de un largo rato, -¡No te vayas, no te vayas, me equivoqué! Te prometo que sin tu permiso no te volveré a tocarte. Solo te ruego que no me evites, ¿vale?-

-¡Vete!- Ella puso mala cara, -¡No olvides que ella te necesita!-

Tan pronto como dijo eso, la calidez que había en la habitación desapareció en un instante.

La habitación espaciosa de repente se volvió helada.

Las cejas de Oscar estaban fuertemente fruncidas, sus labios estaban pálidos, sus ojos la miraban fijamente y estaba en silencio.

¡Inmediatamente se arrepintío después de decir eso! Estaba arrepentida y ansiosa, ¡no podía soportar verlo así! Sin embargo, no podía darle esperanza, porque no estaba segura y no quería interrumpir su vida.

-¿No me necesitas?- preguntó con voz ronca Oscar.

-¡No! ¡No te necesito! ¡Puedo vivir sin ti, además en paz y feliz!- Finalmente dijo esa frase con crueldad, pero por dentro sentía una angustia muy grande, ese dolor casi acababa con ella.

-¿Realmente estás feliz?- Su voz era tranquila, pero aún se podía notar que estaba conteniendo algo.

Ella no dijo nada. Solo ella sabía si estaba feliz o no, nadie más podía reemplazarla, pero ¿y qué si lo necesitaba? Al verlo ser amable con otras mujeres, solo Laura sentiría celos. Era egoísta, preferiría no quererlo antes que verse sufrir todos los días.

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