-¿Eh?- Lorenzo arqueó una ceja confundido, -¿Pobre de qué?-
-Abuelo Lorenzo , tienes un temperamento tan raro, ¿cómo te soportan?- Iker frunció la boca con pinta de muy atrevido. Cuando vio que Lorenzo estaba por enojarse, inmediatamente dijo, -Ves, ni siquiera dejas que te critiquen los demás. El profesor dijo que las personas que no pueden reconocer sus errores no son niños buenos.-
-¿Eh?- ¿Le estaba tomando como un niño con la edad que tenía?
-Abuelo Lorenzo , no me has dicho aún si has cambiado de opinión.- dijo Iker mientras se deslizaba del sofá, caminó hacia Lorenzo y se paró frente a él.
Los ojos de Lorenzo brillaron y miró a los ojos de Iker aturdido, -¿Qué estás haciendo parado tan cerca? ¿No tienes miedo de que me enoje?-
-¡Yo también puedo enojarme! Si el abuelo está aburrido, puede enojarse. Te acompaño y prometo no resistirme. Hablaré después de que hayas echado tu enojo fuera. ¿Vale?- negoció Iker, sin tener miedo de ese abuelo.
¿Cómo podía enojarse después de que este niño dijera eso?
Emma y algunos sirvientes se quedaron atónitos mirando al niño de pie junto al Señor Lorenzo . Con el paso de los años, ¿quién tuvo la valentía de ponerse tan cerca de Señor Lorenzo? Ese niño era realmente valiente, mucho más valiente que Andrés.
-¡Abuelo, no mientas!- Le sonrió Iker, -¿Quieres que mi mamá y tío Oscar se casen?-
Conmocionado en su interior, Lorenzo estaba asombrado. ¿De verdad que ese niño sólo tenía cinco años? -¿Cómo supiste qué quiero hacer eso?-
-Abuelo, cuando pasamos por la tienda de novias hace un momento, estabas mirando los vestidos de la tienda de novias. ¿Por qué miraste el vestido si no es para que el tío Oscar se case? Además, si no es para que se case con mi mamá, ¿por qué me dejaste venir? Abuelo, ¡mentir no es bueno! ¡El abuelo que es el jefe de mamá me lo dijo esta noche!- enseñó Iker con paciencia, -Abuelo, ¿de verdad quieres que el tío Oscar se case con mi mamá?-
Lorenzo enarcó las cejas, -¿Es tan obvio?-
-¡Entonces es verdad!- Se rio Iker.
En ese momento, Lorenzo sintío que ese niño estaba sonriendo como un pequeño zorro astuto. ¡Era comparable con el viejo zorro astuto de Umberto Hurtado!
-Tu mamá debería estar muy feliz de que le deje casarse con mi hijo, ¿no? ¡Además tú también te vienes!-
-Abuelo, creo que mi mamá no ha visto al tío Oscar en mucho tiempo, ¿no crees que es raro?-
-¿Sí?- Lorenzo frunció el ceño.
-¿Ni siquiera sabes eso? ¡Eres demasiado tonto, abuelo! Iré al piso de arriba para decírselo a Andrés, ¡seguro que se pondrá muy contento!- Iker planeaba darle la buena noticia a Andrés, pero al mismo tiempo estaba un poco preocupado.
-Abuelo, ¿intimidarás a mi mamá?- Se dio la vuelta y preguntó mientras subía las escaleras.
-Cómo me atrevería a hacer eso si tiene un hijo tan inteligente como tú.- Lorenzo se puso de pie pensando “¿Soy feroz?”
Iker estaba en la habitación de Andrés, los dos niños estaban jugando juntos.
-Iker, ¿crees que mamá realmente podrá casarse con papá? ¿El abuelo realmente estaba de acuerdo?- Andrés no podía creerse esa noticia, ¡estaba preocupado de que al final no pasaría eso!
-Es verdad, parece estar de acuerdo, ¡pero no sé por qué!-
-¡Pensé que mamá ya no me quería!- dijo Andrés muy decepcionado, -El abuelo no me deja ver a mamá. Iker, ¿cómo está mamá?-
-¡Nada bien!- dijo Iker, -¿Has visto a tu papá?-
-¡No, no he visto a papá en mucho tiempo!-
-¿Por qué?- Se preguntó Iker. Mamá había estado muy triste últimamente. Tía Teresa suspiraba cada vez que veía a mamá. Realmente no sabía lo que pasó.
En resumen, ¡debía haber pasado algo entre tío Oscar y mamá!
-¡Andrés, algo pasó!- gritó Iker de repente.
-¿Eh? ¿Qué?- preguntó Andrés.
En el apartamento de la Mansión de Cielo.
Serena Sancho se sentó en el sofá y miró en silencio a Max que estaba en el sofá de enfrente.
-¡Oye! ¿Qué estás haciendo mirándome así?- Max se sintío aterrorizado y un escalofrío recorrió su espalda.
-¡Max, te has estado evitándome por mucho, mucho tiempo!- Los hermosos ojos de Serena Sancho se entrecerraron, y una risa juguetona apareció en la esquina de su boca, -¡Me tienes miedo!-
Max frunció el ceño molesto y tragó saliva, -¿Cómo podría tenerte miedo? ¿No somos amigos? ¿Cómo podría tener miedo de una amiga?-
-¡Tienes miedo de estar a solas conmigo!- Se burló Serena y se puso de pie. Con el rostro lleno de frialdad caminó directamente hacia Max.
-¡Oye! ¿Qué estás haciendo?- En realidad, Max le tenía mucho miedo.
Ese Serena era buena en todo y trataba a todos con frialdad. Pero le gustaba molestarlo. Realmente la evitaba, ¡porque no tenía más remedio que hacerlo!
-¡Iré a ver si Alexia está dormida!- Max se puso de pie de repente cuando ella se acercó.
Serena Sancho agarró su corbata y Max no pudo moverse por un momento, -¡Oye! Serena, ¡me moriré asfixiado si aprietas tanto! No serías tan cruel, ¿verdad?-
Serena Sancho empujó repentinamente a Max, y él se sentó en el sofá con sus ojos atractivos abiertos en grande, -Serena, ¿qué vas a hacer?-
Serena Sancho dio un paso adelante, se sentó en su regazo y abrazó su cuello, pero su rostro todavía mostraba frialdad, -Max, si no me evitaras, puede que no me intereses, pero ya que me has evitado, ¡ahora estoy más interesada en ti!-
-¡Max!- Amelia lo interrumpió y dijo con una sonrisa, -Está bien, Max, sé que esa mujer te está seduciendo, ¡te ha perseguido durante muchos años!-
-¿Eh?- Max frotó suavemente el cabello de Amelia y suspiró, -¡Tú lo sabes todo! ¡Chss, no grites que ella te puede oír!-
-Por supuesto, lo supe desde hace mucho tiempo. Esas zorras siempre están molestándote, incluso ella también. Max, ¿realmente no te gusta?- Amelia estaba mostrando una gran sonrisa porque sabía muy bien que si le gustaba Serena , podía haber estado con ella desde hace tiempo, pero Max la llamó esa noche para que lo acompañara solo porque no quería tener la oportunidad de estar a solas con Serena.
-Buena chica.- Al ver la expresión de Amelia en ese momento, Max le acarició el cabello con cariño, -¡Venga, salgamos!-
-¡Max!- Amelia gritó de repente.
-¿Sí?-
En ese momento, Amelia de imprevisto se puso de puntillas y rápidamente le dio un beso en la mejilla a Max. Justo en el lugar donde Serena acababa de dejar el chupetón antes, parecía que quería cubrir su chupetón, por eso le dio un beso fuerte en la cara.
El toque de los labios suaves hizo que Max sintiera una conmoción y se quedó atónito, -Tú…-
-Max, ya tengo veintitrés años.- Le recordó Amelia cuando vio que Max estaba impresionado. Ya no era la Amelia de diecisiete años.
-¡Pero tú eres mi hermana!- murmuró Max.
-¡Pero no de sangre!- murmuró Amelia suavemente. Luego extendió la mano rápidamente y tiró el cuerpo de Max hacia abajo para morder sus delgados labios con enojo. Entonces dijo alegremente, -Jum, me gustas. Me da igual todo lo demás, me gustas desde pequeño. No importa si no te gusto, de todas formas, ¡me gustas!-
-Chica tonta.- Al ver su sonrisa satisfactoria, Max se tocó la comisura de la boca con una mano. Le dolía un poco, parecía que no mordió a la ligera. No obstante, sintío algo por ella...
-Max, está un poco hinchado.- Amelia se regocijó ante la boca ligeramente hinchada de Max. Pensó que de esa manera ya no tenía que temer más a que la gente quisiera seducir a Max, ¡especialmente la mujer que estaba en la habitación de al lado!
La lengua de Max pasó por sus labios. La sensación magnifica fugaz de antes le pareció algo familiar, como si en alguna noche había experimentado... esa dulce sensación...
Max miró a Amelia, estaba desconcertado. En su mente estaba buscando alguna memoria, -Amelia, tú...-
Quería preguntarle si lo había besado antes, pero sintío que eso no era adecuado y no debería preguntarlo. Sin embargo, ¿por qué sentía que era tan familiar? Tanto que la hizo sentir una conmoción en su interior.
-¿Acaso también te gusta mi beso?- Amelia de repente miró la sonrisa de Max con maldad, y las comisuras de su boca se curvaron ligeramente, revelando una sonrisa extraña, -¿Max?-
En realidad, se le estaban acelerando las pulsaciones, porque ella estuvo pensando mucho tiempo en casa antes de atreverse a hacer eso. ¡Tenía que conquistar a Max sí o sí, o de lo contrario, se arrepentiría para toda su vida!
Luego, ella se acercó más a él. Levantó la cabeza para mirarlo y sus miradas se encontraron. Él vio a sí mismo conmocionado en sus ojos.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El hombre con la máscara de zorro