El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 138

Ella apretó sus manos con fuerza. ¡Le dolía tanto el pecho como si pudiera toser sangre! Como si tuviera llamas enrabietadas en su pecho. Era un sentimiento indescriptible, doloroso, astringente, entumecimiento...

-¡Laura!- Oscar la agarró y simplemente no lo dejó ir.

-¡Déjame ir!- Ella siguió sonriendo.

Pero sus manos estaban tan frías como el hielo.

Oscar las apretó con fuerza. Los ojos estaban llenos de una compleja angustia. Quería ayudarla a calentarse las manos, pero descubrió que no podía mantenerse caliente. Sus manos todavía estaban frías. Quizás este resfriado sería el motivo de su dolor en el corazón.

Dos líneas de lágrimas se deslizaron silenciosamente por el rabillo de sus ojos. -Laura. ¡Lo siento!-

Ella todavía se estaba riendo. -No importa. Todo el mundo tiene un pasado. ¡No me importa de verdad!-

Cuanto más se reía, más inseguro sentía y se asusto. Se sintió como si pudiese perderla. Su sonrisa era tan deslumbrante. Preferiría que ella le golpeara. Preferiría que ella se arrojara a sus brazos, llorando y cuestionándolo. Pero cuanto más racional era ella, más asustado se sentía.

-¡Laura! ¡No me asustes!- Él susurró. La voz estaba llena de miedo y temblor. El dedo le acarició el labio roto. Estaba muy arrepentido.

Suspiró interiormente pero todavía estaba sonriendo como una flor. Solo que no había sonrisa en sus ojos. -No. Yo no te asusté. ¡Debería volver al trabajo!-

-¡Te llevo!- Gritó.

-¡No hay necesidad!- Dijo ella rápidamente. Parecía que había una pared transparente entre ellos. -Tomaré un taxi y volveré. ¡Ocúpate de la señorita Alexia!-

-Laura. ¡Te llevo!- Insistió.

Ella no se negó. -¡Vale!-

Ella no habló en el coche y simplemente apartó la mirada hacia la ventanilla.

El invierno estaba aquí. Grandes extensiones de hojas cayeron de los árboles. Había viento en la calle. ¡No tenía ni idea de quien lloraría por esas hojas caídas!

Los labios de Laura se curvaron. El lugar donde se mordió hace un momento dolía mucho. ¡Muchísimo!

Oscar tenía miedo de que algo se rompiera tan pronto si dijera algo.

El coche volvió a el grupo Hurtado.

Oscar extendió su mano y la tomó en sus brazos.

El cuello de Laura estaba húmedo y frío. Ella sonrió y miró hacia arriba. Dijo sorprendida. -¿Por qué estás llorando?-

Oscar se frotó el hombro como un niño. Las lágrimas mojaron su suéter. Sus ojos de cristal todavía estaban llenos de lágrimas. -¡Lo siento!-

Ella seguía sonriendo. -No pidas perdón. ¡Sé que es el pasado!-

Pero había un tipo de recuerdo que seguía siendo inolvidable incluso después de que hubiera pasado el tiempo. No quería tirar esas fotos ¿porque acarició un amor inolvidable? Y esto era inolvidable. Incluso después de muchos años, ¡habría un resurgimiento al primero amor! Por supuesto comentó nada. ¡Simplemente lo enterró en el fondo de su corazón!

Ella no sabía qué hacer porque era demasiado contradictoria. Así que solo podía sonreír.

-Amor.- Oscar contuvo la respiración, conteniendo las lágrimas del colapso repentino. -¿Puedes prometérmelo?-

-¿Qué?-

-Prométeme que no lo pensarás demasiado. Es involuntario que guarde esas cosas. ¡Eso es realmente solo el pasado!- Oscar la miró con la respiración contenida. -Prométemelo.-

Laura lo miró.

Sus ojos eran como el agua de un lago bajo el cálido sol primaveral, fluyendo silenciosamente en su rostro.

Después de mucho tiempo, ella lo miró gentilmente con una sonrisa alegre. Asintió y dijo. -¡Bien! ¡Sé que el pasado es solo el pasado! ¿Puedes dejarme bajar?-

-¡Vale! ¡Sal! ¡Te recogeré después de salir del trabajo!- Él dijo con el tono inseguro.

Laura salió del coche, caminando directamente hacia el edificio el grupo Hurtado.

Oscar vio su espalda desapareciendo en la puerta del edificio antes de finalmente arrancar el coche y marcharse.

Laura no tuvo fuerzas para presionar el botón del ascensor. Ella tomó el teléfono y llamó a Milagros. -Milagros. Quiero pedir vacaciones. ¡No puedo ir a trabajar esta tarde!-

-¿Estás bien?- Preguntó Milagros con cariño.

-¡Estoy bien!- Laura negó con la cabeza. -Estoy muy bien. Milagros. ¿Sabes en qué habitación vive?-

Milagros se sorprendió pero le dijo la dirección de Sandra.

Después de colgar el teléfono, Laura salió del edificio. El coche de Oscar ya no estaba allí.

Ella salió.

En el taxi.

-¿A dónde vas?- Preguntó el conductor. Le había preguntado varias veces pero Laura no respondió, ella tampoco parecía saber adónde ir.

El conductor miró a la chica del asiento trasero a través del espejo retrovisor y ella permaneció en silencio.

Al final Laura dijo. -¡Vamos al hospital!-

Las lágrimas rodaron en los ojos. Su corazón parecía haber sido cortado con un cuchillo, el dolor no cesaba.

La sensación de hormigueo invadió todas las partes de su cuerpo.

Todo se juntó. Parecía haber vuelto a cuando perdió a su padre, Nico y Andrés. Tan cansada.

El coche de Oscar no fue demasiado lejos. Salió del patio de el grupo Hurtado y detuvo a un lado de la carretera. Quería esperar llevarle a casa inmediatamente después de salir del trabajo. Pero la vio salir de nuevo del edificio y subirse a un taxi.

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