El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 139

Tenía un cigarrillo entre los dedos, tomando unas caladas de vez en cuando.

El se había quedado ahí, sin moverse, durante toda la noche.

Quería entrar y explicárselo, pero no sabía qué decir. Estaba enojado porque lastimó a Laura de manera invisible por su descuido y también porque la hizo agraviada. ¿Por qué se decidió en secreto a darle felicidad y nunca pudo conseguirlo?

¡Debía estar muy triste!

Fuera del callejón.

Teresa suspiró en silencio. Cuando se fue anoche, vio el coche de Oscar pero lo ignoró. Vino aquí esta mañana y solo descubrió que todavía estaba allí. Mirando a su espalda. Teresa se acercó.

-Oscar, ¿no volviste a casa toda la noche? -

De repente se volvió para ver a Teresa. El rostro de Oscar estaba avergonzado. Estaba tan avergonzado que no supo qué decir.

Teresa se asustó, parecía sorprendida. -¿Realmente no volviste a casa en toda la noche?-

Oscar no dijo nada y cogió otro cigarrillo.

-Oscar. ¿Por qué no entras? Ya que tienes algo que decir. ¿Por qué no entras?- Los ojos de Teresa se posaron en el rostro de Oscar.

Su expresión se congeló y se quedó en silencio.

-¿Hasta cuándo quieres estar con dos mujeres?- Continuó preguntando Teresa. -Sólo quiero preguntártelo. ¿A quién elegirás entre Laura y Alexia?-

Oscar tomó otro cigarrillo. Lo pensó toda la noche pero ¡no sabía qué hacer!

Pensando en la forma en que Laura sonrió ayer, simplemente sintió que un cuchillo se hundía profundamente en su corazón. Ya no podía respirar por el dolor. Él sabía que debería tomar algunas decisiones.

-¡Sólo quiero a Laura!- Su tono era firme. -¡Esta decisión no ha cambiado!-

-Entonces suelta a Alexia. ¡Ya no tiene nada que ver contigo si está viva o muerta!- Teresa no era como Laura. Ella nunca sería ofendida. Tampoco permitiría que sus amigos fueran insultados. -Laura no está sola. Ella lo toleró, pero era doloroso. No sé qué pasó entre vosotros, pero Laura estaba desolada ayer.-

El cuerpo de Oscar tembló. El corazón le dolía mucho. -¡Lo sé!-

-¿Lo sabes pero todavía la haces daño? ¿Sabes que ahora no debe estar enojada? Su cuerpo...-

-¿Qué le pasó a su cuerpo?- Oscar inmediatamente se puso nervioso.

Teresa casi dijo algo que Laura anoche le rogó que no dijera, relacionado con su embarazo. Las palabras de Teresa llegaron a sus labios y volvió a tragar. Se calmó un poco y dijo. -Está bien. ¡Está tan delgada y enfadada que es malo para su salud!-

Oscar exhaló un suspiro de alivio.

Teresa miró a Oscar, parecía apática. Realmente no podía creer que este hombre fuese el presidente de el Grupo Rasgado. El hombre que solía ser tan poderoso. No sabía cómo culparlo mirándole así. -Oscar dime ¿Qué quieres de Laura?-

-¡Hazla feliz!- Oscar dijo esas palabras.

-¿No sé cómo puedes hacerla feliz? Tu supuesta felicidad es dejar que ella se sintiera dolorosa y triste, cada día llora por ti ¿es esa felicidad demasiado terrible?-

-¡Dije que lo haría! Debe haber alguna resolución. Lo siento. ¡Debería irme!- Oscar abrió la puerta del coche, subió y lo arrancó.

Teresa se quedó mirando el Bugatti mientras se marchaba y murmuró. -Un destino realmente maligno. Estuvo de pie durante toda la noche. ¡No le creo que no ama Laura! ¡Pero no la pongas triste!-

Teresa volvió la cabeza encontrándose a Laura.

Ella acababa de salir, llevaba una bolsa. Laura frunció el ceño mirando la parte trasera del Bugatti. Preguntó con sorpresa. -Teresa. ¿Es ese el coche de Oscar?-

Teresa suspiró. -Sí. Oscar no descansó en toda la noche anoche. Se quedó aquí.-

Laura miró al suelo y vio una pila de colillas de cigarrillos. Parecía que habían tres paquetes. ¿Qué estuvo haciendo aquí durante la noche? ¿Solo fumar?

El rostro de Laura palideció. No recibió su llamada en toda la noche, y ella estaba muy decepcionada. Ella se rio cuando vio las colillas de cigarrillos en el suelo.

-¿Laura?- Teresa se quedó aturdida. -¿Por qué te ríes?-

-¡Me ama!- Dijo Laura con una sonrisa. Los agravios y decepciones de toda la noche desaparecieron. ¡Parecía que eso era suficiente!

-Tonta. ¡sé que te ama! Pero es demasiado fácil estar satisfecha, ¿verdad? Ignóralo. Deja que se encargue de los asuntos de Alexia. ¡Lo ignoras antes de que se maneje correctamente!- Teresa le echó una mirada en blanco. -¿Qué os pasó? Pero pase lo que pase. Nunca puede estar con dos mujeres. ¡Tienes que recodar! ¿Me has oído?-

Laura negó con la cabeza. -Está bien. Quizás debería ser generosa. ¡No debería ser tan tacaña!-

-¡No entiendo de qué estás hablando!- Teresa frunció el ceño.

-¿Ha estado realmente aquí toda la noche?-

Teresa estaba un poco sorprendida. -El coche estaba aquí cuando me fui anoche y probé suerte esta mañana para ver si se había ido. Inesperadamente, todavía estaba allí. Hablamos un rato. ¡Dijo que te hiciera feliz! Míralo así y yo no sabía cómo hacerte justicia. ¡Es posible que este hombre sea un tonto emocional! Observando la tonta mirada de Oscar, creía que algo era correcto.-

Los tensos nervios de Lorenzo se relajaron. Su mirada estaba llena de aprobación. -¡Está bien! ¡No tengo opinión! La boda está prevista para la semana que viene. Dejaré que alguien se encargue de ello. ¡Deja que Emma limpie la nueva casa!-

-¡Quiero casarme en Villa 15!- Dijo Oscar con seriedad.

-¿Por qué ahí?- Lorenzo estaba un poco triste. También quería ver a su nieto todos los días.

-Si quieres mis hijos. Cría a esos dos chicos en la casa vieja. ¡Pero Laura tiene que vivir conmigo!- Oscar era autoritario y poco cariñoso.

-Vosotros dos son demasiado egoístas, ¿verdad?- Lorenzo frunció el ceño. -¿Por qué mi nuera no puede estar en la misma casa conmigo? ¿Tienes miedo de que me coma a tu esposa?-

-Quiero un espacio privado. ¿No quieres tener más nietas?- Oscar arqueó las cejas.

-¡OK! Por el bien de tener más hijos y más bendiciones. Te perdono una vez.- Lorenzo bajó la voz. -¡Tienes que darte prisa y darme un nieto!-

-Padre. ¡Voy primero! ¡No sé si Laura quiere casarse conmigo!- Oscar suspiró y parecía muy ansioso.

-¿No tienes capacidad de dejar a una mujer casarse contigo?- Resopló Lorenzo.

-Laura necesita ser tocada por el amor. A ella no le importa el dinero. Ella no usó nada con los dineros que le di antes. Crió a Iker estos años y terminó la universidad. ¡Una mujer como ella solo puede ser movida por el amor!- Oscar terminó esta frase. Se dio la vuelta y salió de La Casa Rasgado.

Sala de hospital.

Ernesto se quedó con Sandra toda la noche y volvió al amanecer.

Y Umberto acababa de aprovechar esta oportunidad para venir a visitar a Sandra

-¡Sandra!- Esa palabra salió de su boca y parecía desconocida. ¿Hace cuántos años que no pronunciaba este nombre? La visión de Umberto estaba un poco lejos. ¡Era como atravesar el tiempo y el espacio!

Sandra vio a Umberto. Entró en pánico. -¿Qué estás haciendo?-

Los ojos de Umberto se posaron en su rostro nervioso. Todavía parecía como antes. Veinticuatro años. Inesperadamente, ¡habían pasado veinticuatro años!

-Sandra. ¿Me estás ocultando algo?- Umberto la miró. Una mirada profunda se fijó en el rostro de pánico de Sandra.

-Umberto. ¡Sal! No te oculté nada. ¡Nuestra relación quedó zanjada hace veinticuatro años!- Dijo Sandra de forma efusiva. -¡No me vuelvas a molestar!-

Umberto ignoró lo que dijo y preguntó. -¿Laura es mi hija?-

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El hombre con la máscara de zorro