-Ah...- ellas gritaron al mismo tiempo, con la voz estridente.
Mientras forcejeando, Laura pateó en la entrepierna de quien la arrestaba junto a ella. El hombre gimió de dolor y le echó otra bofetada, -Tú tal maldita mujer-
-Ah...-
El bramido de furia del hombre hizo el grito de Alexia más alto que antes. Ella comenzó a mostrar locura y gritó acurrucándose-No me queme...-
El hombre alto frunció el ceño. -¡Esa mujer es una loca!-
-Tírala afuera. ¡Solo se queda la otra!- un hombre dijo, pareciendo ser el jefe de los demás.
Entonces Alexia fue tirada arrastrando al exterior.
En el patio solo se quedaba Laura, en cuya cara había dos huellas dejadas por la bofetada. Quería salir aquí mientras forcejeaba, pero alguien estaba vigilando la entrada, y afuera Alexia estaba gritando.
“Tranquilo. ¡Tengo que calmarme!”ella pensaba así.
-¿Qué quieren hacer a mí?- Laura se calmó y decidió tratarlo con serenidad. Comenzó a poner sus manos detrás de su espalda, buscando la oportunidad para sacar el teléfono.
Los hombre se sorprendieron mucho que la mujer quien antes había gritado tanto por asusto pero ahora ya se quedaba calmada. Así que le lanzaron rio frío involuntariamente. -Señorita, solo queremos jugar por un rato contigo. Ya llevamos mucho tiempo sin quedarnos con mujeres. Al salir de la cárcel, ¡aspiramos a romper la abstinencia!-
-Pueden buscar a las prostitutas para hacer lo que quieren, ¡no soy la mujer que quieren!-
-Ellas son demasiado sucias, ¡solo nos gustan mujeres decentes!-
-¿No se temen el castigo severo por ley?- Laura se mostró un poco agitada y ya había tocado el móvil.
-¡La violación no es el crimen capital! ¡Solo tenemos que quedarnos en la cárcel durante unos años y luego saldremos otra vez! Además, si te violamos ahora, ¿te atreves a llamar a la policía? ¿No tienes miedo de que en el futuro estarás avergonzada al enfrentarte a otros?- uno de ellos sonriendo, su rostro feroz mostró amenaza.
La mano sucia llena del olor extraño se tendió directamante a la cara de Laura, quien inclinó la cabeza de repente. Y el teléfono que originalmente se sostenía en sus manos se cayó en el suelo.
-Joder, ¡osas a hacer maniobras!- alguien gritó y su teléfono fue pateado al otro lado.
Alguien tendió la mano para agarrar el cuello de Laura. Con un sonido, su ropa se rasgó y su suéter dentro apareció.
-Ah... ¡socorro!- un enorme asusto se extendió por ella de repente. Y las lágrimas se cayeron de su rostro. Laura se retorció de manera frenética, y el pecho escondido por el suéter promovió a los hombre siendo más lujuriosos que habían sido ciegos por el deseo sexual.
Siguió forcejeando casi como una loca. Sin el teléfono, solo podía mover su cuerpo para que ellos no la tocaran con las manos sucias.
En este momento, sintió que ella era una tonta. ¿Cómo podría atreverse a entrar aquí sola para encontrar a Alexia?
Iba anocheciendo, y su temor se volvió aumentando. Mientras gritaba y forcejeaba, alguien le echó una patada en el estómago. De inmediato, su rostro se puso pálido
-Ah... ¡me duele mucho!- de repente Laura se arrodilló en el suelo, sintió un dolor fuerte y una corriente de sangre fluyendo de entre sus piernas.
Se mordieron los labios pálidos, con sudor frío, -Mi hija, ayuda... ayuda a mi hija...-
-¡Ah! Hermano, ¡una mujer embarazada!- alguien gritó.
-Joder, ¿no sería tan desafortunado?- viendo a la mujer en el suelo que sostenía su estómago y gimiendo de dolor, los hombre dejaron de tocarla.
-Ayuda a mi bebé...- Laura murmuró, que iba a desmayarse en total por dolor.
Con un sonido de golpear fuertemente, ¡la puerta se abrió de una patada!
Todos se quedaban nerviosos y vieron a un hombre de pie en la puerta, cuyos ojos azules estaban como los de la Muerte.
-Felix, ¡ayúdame!- solo podía hablar unas palabras, Laura se cayó y se lanzó sobre el suelo. Un flujo constante de sangre fluía de sus pantalones blancos...
¡Joder! La cara de Felix mostró tanta furia. Se cayeron en sus ojos los pantalones blancos manchados de sangres, demasiada sangre, que eran tan impresionante. Sintió de manera inexplicable una emoción triste en el corazón.
Él y Serena encontraron este lugar al mismo tiempo. Fuera del cuarto estaba Alexi. Antes de que pudiera decir algo,a Alexia escuchó el grito proveniente del interior. Se la entregó a Serena y luego abrió la puerta de una patada directamente. Pero no esperaba que viera tal escena.
Corrió hacia los hombre y los golpeó sin decir nada pero su mirada feroz como una fieras.
-Maldito, ¡no pensamos que estuviera embarazada! Vámnos, ¡no se metan en líos!- ellos salieron afuera corriendo con susto.
Viendo a Laura quedándose en el suelo, él no tenía suficiente tiempo para perseguirlos.
-Laura, ¿estás bien?- la levantó, preguntando en tono lleno de ansiendad. -¡Oye! ¿Cómo estás?-
-Felix, ayuda a mi bebé...- lanzó unas palabras débilmente de su boca pálida.
La miró en estado de asombro, -¿Estás embarazada?-
Antes de que pudiera explicarlo, Laura ya había cerrado los ojos y se sumergió en la oscuridad ilimitada.
-¡Te llavaré al hospital!- la recogió y salió corriendo rápidamente.
Serena y su niñera especial estaban consolando a Alexia. Tan pronto como él salió del cuarto sosteniendo a Laura, su vista se cayó en la figura acurrucada y llena de lágrimas. Felix se quedó en pensamientos.
-Felix, ¿por qué estás aquí?- Alexia también estaba un poco emocionada.
-Primero la llevaré al hospital, ¡y luego volveré a buscaros!- le dio una mirada llena de emociones a Alexia y se alejó.
Había dicho que la protegería, pero ¿qué había hecho para ella? ¿Por qué siempre le hacía daño? Herido físico y psicológico.
En este momento, Oscar solo sintió que la sangre de todo el cuerpo se había condensado, se ponía entumecido sin consciencia. Solo repitió la misma frase en su mente: no le pasaría nada a ella, no le pasaría nada.
Pero la inquietud en su corazón se expandía constantemente, ¿por qué había tanta sangre? Tales alarmantes manchas de sangre surgieron una vez más frente a él.
En el camino, Oscar sufrió muchos sentidos en el corazón. -Rápido, ¡más rápido!-
-¡Sí!- el conductor seguía acelerando la velocidad del coche, que galopaba en la carretera como una flecha, adelantando constantemente a los otros coches.
¿Por qué antes creyó lo que ella dijo? ¿Por qué no insistió en dejarla junto a él? ¿Por qué siempre no podía considerar a ella cuando se encontraba con algo mal? ¿Por qué no podía considerar más cuidadosamente?
Solo rezó al Díos que no la privara de su lado. Oscar juró que nunca más soltaría su mano, incluso si ella se odiara a él, ¡la aseguraría y la dejaría a su lado para que nadie pudiera darle ningún daño!
Nunca más dejaría que ella se alejara de él. Solo una vez, ya fue suficiente esta vez. Ya no podría darle rienda suelta a irse.
El dolor de Oscar estaba lleno de decepción rota. ¿Por qué le pasó así? ¡Todos eran su culpa!
En su mente como si hubiera un caballo corriendo velozmente, y su mano herida estaba mancha con sangre. El rostro frío abundaba en arrepentimientos. Nunca dejaría en paz a la persona que le había dado herido a Laura. Tenía que hacer que esa persona muriera por mil cortes.
Solo quería que Laurita estuviera a salvo. Ya no tenía nada más que pedir en su vida, ¡mientras ella estuviera viva!
En el hospital.
Al salir de la sala de operaciones Laura, el doctor dijo a Felix, -Señor, tu esposa tuvo un aborto.-
Debido a que en aquel momento la situación de Laura era urgente, se necesitaba la firma para la operación, por lo que él tuvo que firmar para salvarla, actuando temporalmente como su esposo. -¿Realmente estaba embarazada?-
-Sí, pero el feto no logró ser salvado. La metrorragia ya ha sido parado, pero ahora ella está muy débil y necesita ser bien atendido. Y además, está muy deprimida, ha de prestar especial atención a consolarla- aconsejó el médico.
Se quedaba un poco triste, cuyos ojos azules se ponían más profundos, mezclando una emoción compleja.
Debería ser feliz. ¿No era el bebé de Oscar? Pero ahora no estaba vivo, ¿no debería ser alegre?
Pero cuando vio que Laura en la cama fue empujada fuera de la sala, que no estaba rubicunda en total. Sintió una enorme tensión en su corazón. Maldito, ¿qué pinche relación tenía él con su aborto? ¿Por qué ahora se quedaba inquietante de manera incomprensible?
Incluso abandonó a Alexia y la llevó a Laura hasta aquí ni siquiera la preguntó a Alexia si estuviera bien.
El puño apretado fuertamente se ponía junto a su pierna. Pero en su corazón no se arrepintió nada en su corazón.
En el cuarto de enfermo, Laura yacía tranquilamente sobre las sábanas a cuadros azules. Y no se podía ver ningún expresión facial desde su cara pálida y indiferente, como si no sintiera ningún dolor de su cuerpo. Ella estaba acostada allá, como una muñeca rota, tranquila, ojos huecos. Los ojos grandes estaban abiertos, sin saber adónde mirar. Si no fuera por el débil sonido de respirar, la gente pensaría que ella quizás podría haber dejado de respirar.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El hombre con la máscara de zorro