-¡Levanta la cabeza! - Alzaron las comisuras de la boca con la voz más magnética. -¿Te gusta hablar con la gente mirando las puntillas? -
-¡Ah! - Se enrojó la cara, levantó la cabeza embarazosamente y se miró a si misma en sus ojos profundos.
Clavó la mirada en los ojos brillantes como diamantes negros, que hicieron que se cayese por descuido.
-¿Sí o no? - Le preguntó en serio.
-¡Sí! - Laura hizo una respiración profunda y contestó firmemente.
Sea como sea, se esforzaría por intentarlo. No había fallo en su mundo porque no se permitía fallar. Tenía que criar a Iker, que era la fuente de la creencia suya.
-¡Muy bien! ¡Quiero oír la afirmación! - Dijo.
-¡Gracias por su confianza! - Le agradeció con sinceridad.
-¡Vamos a comer juntos! - Dijo mirándola con los ojos profundos.
-¿Qué? - Atónita, pensaba que se equivocó.
-¡Arregla las cosas para terminar el bajo y vamos a comer! - Tomó el café y se levantó. Era tan alto que se dio un sentimiento de opresión.
-Discúlpeme, presidente. ¡Tengo que irme por un asunto! - Necesitaba recoger a su hijo. ¡Dios! ¡Fue tan tarde que tardaría en llegar!
Salió corriendo rápido. ¡Le sorprendió a Oscar porque fue la primera vez que fue rechazado por una mujer!
Al ver que partió con rapidez, la siguió al mismo tiempo. Laura bajó, salió de la puerta de la empresa y se dirigió hacia la parada de autobús.
Sin embargo, pareció que el autobús se opuso a ella. ¡No llegó!
Oscar condujo el Bugatti de color azul real lentamente de la puerta de la empresa, y vio al soslayo la figura fina en la parada, que estaba mirando el reloj ansiosamente.
Fijó la vista aguda en ella firmemente.
Laura esperaba el autobús con ansiedad, y de repente se dio cuenta de que fue rodeada por una vista.
Le hizo levantar la cabeza una intuición inexplicable. Miró hacia la calle, que no vio a nadie sino los coches yendo y viniendo. Movió la cabeza sin decir nada.
Repentinamente, sonó el móvil con la música melodiosa. Se asustó y lo contestó de inmediato.
Afortunadamente, Teresa tenía un vestido y las dos contaban con las figuras casi mismas. Se lo pidió.
Teresa eligió un pequeño vestido blanco de estilo brasileño. Después de que se lo puso Laura, se quedaron con las bocas abiertas Teresa y Iker.
-Laura, debes vestirte de esta falda de tirantes como vestido de etiqueta para mostrar la clavícula perfecta tuya y este pecho orgulloso. Dios. ¡Se iría a tener la hemorragia de nariz si fuera un hombre! -
-Tía Teresa, ¿qué puede hacer si mi mamá se va vestido al descubierto sin que nadie la protegiese? No puede ser. Iré con ella. Tengo que protegerla. ¡No dejaré que se le acerquen los sátiros! - Ikerestaba muy preocupado.
-¡Bueno! Chiquito, así está bien. ¡Te busco un papá! -
-No quiero papá. ¡Quiero crecer rápido para que mamá se case conmigo!- Ikerse palmeó el pecho orgullosamente. -¡Soy capaz de proteger a mamá!-
-¡Jaja!- Echó a reír Teresa. -Chiquito. ¡Tienes realmente el complejo de Edipo! Cuando te hagas maduro, ¡tu mamá se habrá envejecido! -
-¡No va a envejecerse mi mamá! - Iker gritó oponiéndose. -¡Y tía tampoco! -
-¡Sí! No nos envejeceremos. ¡Es extraño no envejecerse! - Teresa soltó carcajadas. Se convertiría en una tortuga milenaria si no se envejeciese.
-Vale. No os riais. ¿Me sienta bien? - Laura se miraba a sí misma en el espejo. - No. No puedo ser demasiado destacada. Solo quería ir vestida sin estruendo ni aparatosidad. -
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